Paul Oakenfold hizo en Cuba lo mejor que sabe hacer. Se subió detrás de las máquinas en la Fábrica de Arte para adueñarse de cientos de almas que lo reclamaban desde abajo y entregarles lo que habían ido a buscar: una inyección de adrenalina que los haga sentir que toda su vida podía quedar resumida en una sola noche.
Oakenfold realmente acudió a su oficio en su segundo set en Cuba. El dj británico lleva más de 40 años en el universo de la electrónica y ha sido celebrado en casi todo el planeta como una academia de la cultura electrónica del Reino Unido. Compartió escenario con Yasek Manzano.
Su set en La Habana estuvo plagado de esas criaturas sonoras a las que siempre echa mano para reventar la noche. El dj británico acudió a toda su veteranía como fundador del dance y sus derivaciones modernas para que los ravers cubanos convirtieran la Fábrica en una piscina en la que al más mínimo giro de timón uno podía caer encima del sudor y enredarse en la madeja de ritmos que salían desde las bandejas.
El británico es dueño de una obra orientada hacia las pistas de baile. Durante su extensa carrera en el electro ha perfeccionado un ritmo que sin mayores complejidades cumple el objetivo de disparar furiosos beats y contagiar de energía a todos los feligreses de esta religión que lo mismo se puede profesar en la oscuridad de un club que en una playa al aire libre.
Para el dj no solo se trata de que los cuerpos sucumban ante su aciclonada entrega, sino de cubrir con creatividad todo ese amplio territorio que es la música dance y uno de sus estilos adyacentes, el trance, que también fue acuñado por él. De hecho sus habilidades han llegado al cine, especialmente a Hollywood y a otras esferas del arte.
Una cierta zona de los djs productores mira con recelo el dance y otras de sus vertientes, pero en el británico este estilo, que no deja de permanecer en los orígenes de la escena de la electrónica, alcanza una perfecta organizad y sincronía. El dj produce ritmos bien hilvanados y mezclas que ponen hasta arriba a millones de seres en todo el planeta que habitan estos parajes de la electrónica tan oscuros como luminosos.
El músico, que ha mezclado numerosas obras del pop, entre ellas varios hits de hits de Madonna, retomó clásicos del dance en La Fábrica, donde cientos de seguidores de este género de multitudes cruzaron la frontera de la madrugada entregándose al ritmo de un dj que puso todo la carne en el asador para extender una fiesta en la que hubo casi de todo: sudor, adrenalina y algunos cuerpos que se iban arrastrando poco a poco hacia las esquinas y parecía que de un momento a otro sus hormonas estuviesen a punto de reventar. Y quizás, luego, con Paul en la cabeza, explotaron en algún rincón olvidado de la noche habanera.