Joss Stone rindió a un público que no pudo quitarle los ojos de encima durante el tiempo que duró su debut en Cuba. Nadie sabe a ciencia cierta cuántas canciones ni las horas que reinó sobre el escenario, porque todos habían entrado en ese peculiar mundo de la británica, donde se pierde el sentido del tiempo y solo quedan sus canciones, su voz, su cadencia y esa encantadora mezcla, llena de afectos personales, que por momentos puede recordarnos a la más dulce Annie Lennox o la trepidante Janis Joplin.
La Stone le puso ganas a su primera presentación en la isla. Volvió a cantar como los dioses, se gastó un par de bromas con el público y dio gracias a Omara Portuondo por acompañarla en “20 años”, uno de los clásicos del repertorio de la Diva del Buena Vista y de la música cubana.
Todo lo que ocurrió en esta noche habanera era de alguna forma imaginable. Las personas habían repletado el teatro hasta la bandera, porque sabían que este concierto tenía todo para adquirir la categoría de suceso. La cantante, compositora y actriz inglesa, pese a su corta carrera, es ya un símbolo que nació del soul y el pop (entendido sin reduccionismos) y ha ido explorando otros territorios sonoros. De ahí que muchos tuvieran señalado con letras rojas en su agenda este concierto que pasó a ser uno de los shows de mayor impacto en el 34 Jazz Plaza.
Joss Stone dio desde el inicio señales de su versatilidad y acudió a diversos registros para interpretar temas de su repertorio que se han colado en los primeros lugares de las listas internacionales. La estrella inglesa, que también ha mostrado interés en la creación independiente, enseñó su mejor versión en una noche donde se hizo escoltar por la Preservation Jazz Band y su contagioso jazz que rinde honores a las raíces del género.
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Horacio “El Negro” Hernández es uno de los bateristas cubanos de mayor calibre de la diáspora. Si bien el músico ha dado relieve a su carrera en Estados Unidos, no ha dejado de mantener contactos con los escenarios y los artistas establecidos en la isla. Una prueba de ello es el DVD que grabó el pasado año y ahora presentó con el sello Bis Music.
La obra, bajo la producción de Enrique Carballea, es un ejemplo al calco de la estatura artística y de la personalidad de un músico que, a pesar de su probado talento y su maestría, conversa una humildad de la que muchos deberían tomar nota.
“El Negro” ha sido nominado en varias ocasiones al Grammy por su participación en discos de numerosos artistas y siente no obstante que el placer para él no está en las luces de la fama ni el reconocimiento, sino en la posibilidad de compartir con músicos que sobre todo sean buenas personas. Así, sin las marcas de la ostentación, se ha sentado detrás de las baquetas para respaldar a genios como Carlos Santana en la gira de su disco Supernatural, que, por cierto, acaba de cumplir 30 años (el álbum, claro, no Santana) y a otros como Eddie Palmieri.
Ganador de un Grammy Latino, está considerado uno de los grandes bateristas del mundo, pero ya a estas alturas seguro lo imaginan: Títulos aparte, Horacio es el músico que puede compartir con cualquiera un trago en una barra o sentarse a jugar domino en una ronda improvisada como cualquier hijo de vecino.
Una anécdota: hace apenas un año el “drummer” me confesó que incluso no le llegaba a molestar el tiempo que puede pasar esperando cualquier tipo de ómnibus urbano cuando está en Cuba (son palabras mayores). “El mundo es muy agitado y aquí el tiempo se entiende de otra forma. Y tenemos más oportunidad para pensar”. Luego lo siguió explicando: “En muchos países si un músico no está a la hora señalada en el ensayo pueden hasta despedirlo con razón, pero en Cuba aunque no esté en tiempo sé que cuando toque su instrumento va a estar todo correcto, en orden, y eso se debe a su talento, su preparación, y su estrecha comunicación con todo lo que hacen”.