Foto: Reno Massola
Entre los compositores cubanos del Siglo XX destaca uno que, al margen de vanguardias, corrientes y modismos, ha construido una obra sobre la cual se sostiene gran parte del legado pianístico de Cuba. Se trata de Alfredo Diez Nieto (La Habana, 1918) “pianista, director de orquesta, compositor y pedagogo”, como gusta definirse a sí mismo.
Maestro de varias generaciones y reconocido intelectual cubano, este longevo y lúcido hombre ha quedado inscrito también en los anales de la docencia artística de la Isla. Fundador del Conservatorio Amadeo Roldán, director de la primera escuela de Instructores de Arte, profesor de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y del Instituto Superior (ISA), Diez Nieto ha vivido entregándose.
Coetáneo y amigo de Harold Gramatges y Argeliers León, dos de los más activos miembros del Grupo de Renovación Musical al que nunca se adscribió, Alfredo Diez Nieto filtró con naturalidad la cubanía aprendida de Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla. Según los críticos, su obra se caracteriza por una solida estructura formal, un lenguaje moderno y un nacionalismo a través del cual se puede documentar su cultura y su tiempo.
A finales de la fecunda década del 60 del pasado siglo y por varios años, Alfredo también contribuyó a la superación profesional de muchos de los músicos populares del país a través de la Orquesta (sinfónica) Popular de Concierto Gonzalo Roig, institución que podría inscribirse entre las grandes utopías realizadas por la Revolución.
Muchas son las anécdotas de esos años, pero bastaría recordar la de Rafael Lay (padre), director de la mítica orquesta Aragón, quien lloró de emoción al concluir aquella presentación en la Iglesia de Paula donde fue el concertino (primer violín) e interpretó obras de Bach, Haydn y Mozart. Igual sucedió a Richard Egues con la flauta y a otros intérpretes de Anacaona, el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro y las orquestas Sensación, la de Pancho el Bravo, y otras. Todos superaron sus propias expectativas gracias a la maestría y desinteresada colaboración de Diez Nieto.
Pero, a pesar del reconocimiento con que siempre ha contado dentro del mundo artístico, no es hasta el 2012 que este cubano, Premio Nacional de Música y de la Enseñanza Artística desde el 2005, ve publicadas, por primera vez, una parte de su obra. Fue la disquera Colibrí, del Instituto Cubano de la Música, encargada de perpetuar el patrimonio musical de la Isla, la que editó Capricho cubano, estuche que contiene 2 CD y una multimedia con las partituras de algunas de las piezas más importantes del compositor (listas para imprimir) además de un compendio de su obra, recortes de periódicos y entrevistas realizadas al artista.
El 2012 fue también cuando Cubadisco, el evento discográfico más importante de la Isla, lo nombró Compositor del año, reconocimiento que si bien toma en cuenta el fonograma, también se extiende a todo el quehacer del artista.
Entre las piezas contenidas en este disco destacan Preludio No. 2; Gran Sonata para piano; los tríos No 2 y 3; Sonata para violín y Capricho Cubano, obra que da título al disco. En la grabación, realizada entre mayo y octubre del 2009, bajo la tutela del propio Diez Nieto, participaron Leonardo Gell, un joven pianista que justifica con su talento y rigor los premios y reconocimientos recibidos tempranamente en su carrera, y que ha sido, además, alumno y admirador de la obra de Diez Nieto. También se integraron sus compañeros del Trío Concertante —Dianelys Castillo, clarinete y Fernando Muñoz, violín—, el pianista Ulises Hernández y el violinista Evelio Tieles.
Algunas de estas obras podrán escucharse este sábado 5 de enero, en el Oratorio de San Felipe Neri, en un concierto donde se festejarán los 10 años de Colibrí y la vida y el quehacer de tan destacado hacedor de la cultura cubana.