Las autoridades migratorias de México retiraron el martes un par de campamentos de migrantes en la sureña ciudad de Tapachula, en el estado de Chiapas, en lo que parece un intento por organizar un flujo migratorio que ha desbordado todas las capacidades del gobierno.
El campamento más grande –situado en el exterior de la estación migratoria casi en la frontera con Guatemala y donde se llegaron a juntar hasta un millar de personas– estaba formado fundamentalmente por haitianos y africanos. En torno a 500 de estas personas fueron trasladadas a instalaciones del Instituto Nacional de Migración en la feria de este municipio, según datos de ese Instituto.
El otro, situado en el parque central, lo formaban más de un centenar de centroamericanos en su mayoría solicitantes de asilo en México y que, desalojados del lugar a medianoche del martes, quedaron vagando por la ciudad sin saber dónde cobijarse. La mayoría de ellos tenía miedo de ser detenidos pese a estar en proceso de regularización porque tanto los arrestos como la devolución de los migrantes a sus países de origen se han multiplicado en los últimos meses.
También el martes por la tarde, agentes de migración hicieron redadas en al menos dos hoteles donde suelen alojarse migrantes cubanos. Solo un puñado de ellos fueron detenidos, pero este colectivo dice sentirse fuertemente acosado y perseguido por las autoridades mexicanas.
La explanada frente a la estación migratoria Siglo XXI, el mayor centro de detención de migrantes del país donde también se realizan gestiones para ciudadanos extracontinentales, era el miércoles todo orden después de días de caos en los que migrantes de Haití, Camerún, Mauritania, entre otros países, se amontonaban y había amagos de peleas para ser atendidos.
El traslado del martes de este lugar es el segundo de estas características en esa área y según testigos tuvo lugar de forma voluntaria.
Carlos Alcántara, que vende fruta delante de la estación migratoria, afirmó que el martes a última hora llegaron varios autobuses, empezaron a hablar con los migrantes y se llevaron a la mayoría. “Les dijeron que les iban a trasladar por higiene”, afirmó.
Emaly Elisiane, una haitiana que viaja con siete familiares, explicó que la mayoría se fueron porque les dijeron que en el otro lugar les tramitarían los documentos que les permiten cruzar México. “Mi hijo no estaba aquí por la tarde y por eso nosotros no nos fuimos, porque no podíamos separarnos”, indicó.
Los haitianos y africanos aspiran a que México les dé un oficio de salida, un documento que los obliga a salir del país en un plazo de unos 20 días pero con el que pueden llegar a la frontera con Estados Unidos, el destino de la gran mayoría de ellos.
El desalojo del parque central, que también se realizó sin violencia, estuvo fuertemente custodiado por policías federales y militares y generó miedo e incertidumbre porque los migrantes se encontraban con sus niños somnolientos a cuestas sin saber qué hacer.
“No tenemos adónde ir”, dijo Germán Efraín Rodríguez, un hondureño de 33 años que estaba con su esposa y tres hijos en el parque central. Rodríguez sostenía sus documentos en la mano, entre ellos una visa para estar legalmente en México y su constancia de haber solicitado refugio. “Nos miran mal, exigimos un poco de respeto”, agregó.
Ciertos sectores de la sociedad de las localidades del sur de México han mostrado su hartazgo ante los migrantes a quienes acusan de los males de la ciudad. Los albergues de toda la zona se encuentran desbordados.
Por otra parte, en Comitán, 250 kilómetros más al norte pero también en Chiapas, la fiscalía del estado informó el martes en un comunicado que las autoridades rescataron a 281 migrantes, entre los que había menores, originarios de Guatemala, Honduras, El Salvador y Cuba. Eran trasladados por nueve presuntos traficantes en cuatro camionetas y cinco camiones. Los supuestos traficantes fueron detenidos y los vehículos asegurados.
Miles de migrantes se encuentran varados en el sur de México mientras cientos más siguen entrando diariamente al país de forma irregular.