Apenas 108 segundos. Fue lo que necesitaron Mohamed Salah y Liverpool para olvidar los fantasmas de hace un año.
Liverpool volvió a encumbrarse a lo más alto del fútbol europeo gracias a un tempranero penal convertido por Salah y el tanto de Divock Origi en la agonía, que le valieron su sexta corona continental tras vencer el sábado 2-0 al Tottenham en la final de la Liga de Campeones en Madrid.
En el primer ataque del encuentro, que salió de las botas de los Reds, el balón impactó en el brazo del mediocentro de los Spurs Moussa Sissoko en su área y el colegiado Damir Skomina decretó la pena máxima. Tras la intervención del videoarbitraje, el delantero egipcio batió al arquero francés Hugo Lloris con un zurdazo impecable.
Ahí mismo empezó a encarrilarse el triunfo de Liverpool y borrar el mal recuerdo de la final del año pasado en Kiev, donde cayeron 3-1 ante el Real Madrid y él tuvo que ausentarse en la primera mitad por una lesión.
“He sacrificado tantas cosas en mi carrera”, dijo Salah. “Salir de una aldea, mudarme a El Cairo y ser un egipcio en ese nivel es algo increíble”.
Liverpool selló el triunfo a los 87 minutos por mediación de Origi, que recibió un rechace en el área y lo coló por el palo largo de Lloris. Origi ingresó en la segunda parte en sustitución del atacante brasileño Roberto Firmino.
Tras adelantarse en el marcador, los Reds se relajaron y los Spurs del técnico argentino Mauricio Pochettino tomaron el control del juego. Pero el portero rival Alisson Becker y los errores propios en la definición frustraron la igualada.
Aunque sobre los papeles la segunda final inglesa en la historia de la Liga de Campeones parecía decantada del lado del Liverpool, uno de los veteranos del torneo, los Spurs, que no aparecían en ninguna de las quinielas, plantaron cara en un partido de ida y vuelta en una calurosa noche primaveral en la capital española.
La victoria en el estadio Wanda Metropolitano le dio al técnico de Liverpool Juergen Klopp su primer título en una Champions, luego de perder en las dos previas — con Liverpool el año pasado y con Borussia Dortmund en 2013.
“¿Han visto a un equipo pelear como lo ha hecho este? Pelear cuando se ha quedado sin fuerzas”, dijo el entrenador alemán.
“Estoy tan feliz por familia”, dijo Klopp. “Ellos sufren cada año cuando vamos a una final, el último partido de la temporada”.
Pochettino, quien ganó títulos como jugador en Argentina y España, sigue sin atesorar ninguno en su carrera como entrenador.
“Parezco estúpido si hablo de que dominamos en posesión y tiramos más veces”, dijo Pochettino. “Yo creo que la final es sobre ganar, no sobre merecerlo o jugar bien, sino sobre ganar, porque nadie va a recordar si merecimos más”.
Liverpool intentó irse al descanso con la victoria asegurada. Trent Alexander-Arnold estuvo cerca de lograrlo con un disparo lejano que salió por la izquierda de la puerta de Lloris, que tuvo que emplearse a fondo para mantener la ventaja de su rival bajo mínimos.
El juego quedó interrumpido unos minutos después por la irrupción en el campo de una espontánea, vestida con un traje de baño negro, que fue interceptada por el personal de seguridad casi en el centro del campo.
Mientras los Spurs espaciaban sus ataques sobre la portería del brasileño Allison a medida que transcurrían los minutos, Andy Robertson volvió a probar a Lloris a los 38 minutos tras una gran jugada personal que remató con un potente disparo lejano que el arquero desvió para un córner que se saldó sin peligro.
Pese al aliento de su afición, que superó en decibelios a la de Liverpool durante buena parte del encuentro, a los Spurs les costó arrancar tras la reanudación y, aunque dominaban en la posesión de la pelota, seña del estilo impuesto por Pochettino, fue su rival quien tuvo la primera ocasión de gol en las botas de Sadio Mané a los 52 minutos.
Klopp, decidido a ganar su primer título con los Reds tras cuatro años al frente del equipo, fue el primero en mover ficha. A los 57, Firmino dejó su puesto en el once a Origi, quien al borde del pitido final acercó a su equipo a una copa que no conquistaban desde la épica final de 2005 ante el Milan en Estambul. Entonces, vinieron desde atrás para darle la vuelta al 3-0 tras el descanso y sellaron su triunfo en la tanda de penales.
Allison se mostró sólido en todas sus intervenciones, lejos de su predecesor en Kiev, Loris Karius, triste protagonista de la final por dos errores clave que terminaron en tantos del Madrid.
“Tuvimos a un portero que hace que lo difícil sea fácil”, dijo Klopp.
Pasados los cinco minutos de añadido decretados por el árbitro, la euforia se desató del lado de los Reds, que corrieron a festejar con sus seguidores en las tribunas. Mientras, en el otro lado de la cancha, unos derrumbados Spurs recibían el consuelo del cuerpo técnico.
Antes de la lluvia de confeti que inundó el escenario en el que el capitán Jordan Henderson recibió el trofeo, conocido como “La Orejona” por sus asas, el plantel de Liverpool hizo el pasillo a sus rivales.
Tras entonar su himno, “You’ll Never Walk Alone”, con los seguidores ingleses desplazados a Madrid para el final durante la vuelta olímpica al estadio con la copa, los jugadores mantearon a Klopp.
El defensa central Virgil Van Dijk fue elegido mejor jugador de la final.
La final comenzó con un espectáculo al estilo del Super Bowl protagonizado por la banda estadounidense Imagine Dragons. Antes de que el balón echase a rodar, los dos equipos, con todo el estadio puesto en pie, guardaron un emotivo minuto de silencio en memoria del futbolista español José Antonio Reyes, fallecido por la mañana en un accidente de tránsito.