Si percibimos solamente los Premios Lucas como un espacio para la promoción y jerarquización del video clip cubano, estaríamos reduciendo el alcance de un programa que, como pocos, ha logrado reflejar en la televisión cubana, en este caso, ese país tan diverso cultural y musicalmente que es Cuba.
Es cierto que esta propuesta pensada y dirigida por Orlando Cruzata, es seguida por realizadores y artistas debido al significado que encierra obtener un premio Lucas en términos de promoción para el músico y de posibilidades de expansión para el creador audiovisual, algo que demuestran las reiteradas solicitudes que recibe el realizador después de obtener algunos de los principales lauros en este concurso que se ha ganado, luego de vencer incomprensiones y anquilosamientos, su derecho a permanecer en el radar mediático cubano.
No se puede deslindar los reconocimientos que otorga este programa con su función de mostrar plataformas musicales que no aparecen con regularidad en los medios de difusión o son ninguneadas bajo la sombrilla de la sospecha, el desconocimiento o el desinterés.
De modo tal que los televidentes pueden divisar en ese amplio horizonte una diversidad de artistas que defienden géneros como el rap, el rock, la trova, o el reguetón, que, por lo general, no son tratados con sistematicidad ni profundidad en nuestro sistema de medios, los cuales, sin embargo, han cargado sin una base intelectual sólida contra géneros como el propio reguetón y sus estilos adyacentes.
En general se ha obviado el debate profundo sobre su creciente popularidad y notoriedad en una sociedad cubana con problemáticas y conflictos que, si bien no han cambiado radicalmente en el tiempo, han definido las formas en el consumo cultural y musical por una parte mayoritaria de la población, sobre todos los mas jóvenes.
Lucas, es, por tanto, una vitrina en la que se puede observar los intereses no solo de los músicos, sino del propio público que llena hasta la bandera las galas de premiaciones de este espacio y accede a votar por sus artistas de preferencia a través de los servicios puestos en marcha en Internet.
Quizá Cruzata no tuvo entre sus proyectos primordiales convertir a Lucas en esa plataforma democrática y diversa que es, pero tras derribar pesados muros, como deja translucir este año el spot promocional del programa, consiguió que este espacio pasará a ser uno de los más inclusivos de la televisión cubana, una televisión, que digámoslo claramente, todavía le falta ganar en compresión de toda la realidad cubana y mostrarla con rigor y sin temor al riesgo o a algún tipo de desacierto ocasional, cuestiones siempre intrínsecas a la hora de adentrarse en la elaboración de contendidos para este medio de masas.
Todo lo anterior expuesto es una de las principales ganancias de este espacio que acaba de premiar las mejores obras audiovisuales de este año, tras un profundo y extenso debate de un jurado del que hace años he tenido la posibilidad de ser parte y me ha permitido confrontar con colegas de las diversas profesiones el acontecer audiovisual del país.
Contrario a las críticas recibidas por el programa sobre todo en un principio, relacionadas con la fastuosidad de sus galas o ciertas semejanzas con la cultura trasnacional del espectáculo, Lucas ha privilegiado los clips con un mayor acabado artístico y que aporten al entramado cultural del país, un propósito que lo ha definido desde sus mismos orígenes.
Por ejemplo, en un breve ejercicio de memoria, podemos mencionar los videos casi artesanales de Lucha Almada, una banda del underground cubano que alcanzó alguna visibilidad mediática durante los años 90 gracias, precisamente, a la amplitud de la mirada de Cruzata y su equipo de producción, por solo citar una prueba al canto.
Este año, obviamente, no fue de la regla la excepción. “Libre”, un video dirigido por los talentosos diseñadores Raupa, Mola y Nelson Ponce, a partir de la canción homónima de Eme Alfonso, resultó merecedor del premio a mejor video año y se llevó, lógicamente, otros galardones en las importantes categorías de Dirección, Dirección de Arte, Producción, Vestuario, Animación, Efectos Visuales y Mejor Video Fusión, entre otras.
En este video, que estaba en liza junto a otras obras como “Despójame”, de Jacob Forever y Orishas, “No puedo parar”, de Leoni Torres y Gilberto Santa Roa, la ya mencionada “La Bayamesa”, y “Bella Habana”, de la Camerata Romeu, entre otras, se percibe todo el universo de influencias de este trío de creadores cuyo ingenio está teniendo un notable impacto en la cultura visual del país y en otras esferas que no estarían completamente acabadas sin la repercusión del diseño gráfico.
Eme también mostró evidentes dotes histriónicas en este video debido también a la excelente dirección que logró extraer de la cantante y compositora sus mayores recursos interpretativos.
“Libre” sobresalió por encima de otros audiovisuales en un año donde volvieron a destacarse realizadores como el ya consagrado Joseph Ros, quien ganó en categorías como Música Popular Bailable y Musica Tradicional y Folclórica por “Tres Días”, de Alexander Abreu y Havana D′ Primera y “Sábanas Blancas”, de Omara Portuondo, respectivamente. Ros también salió vencedor con “La Bayamesa” en la categoría de Mejor fotografía y Mejor video de trova, un tema interpretado por Eduardo Sosa, Annie Garcés y Luis Franco, así como en el apartado de música instrumental por “Aggua” de Roberto Fonseca.
El video “Como se pone La Habana”, dirigido por Gabriel Alemán e interpretado por Telmary y Habana Sana resultó distinguido en Mejor edición, mientras que Leoni Torres junto con Gilberto Santa Rosa logró otro premio Lucas para “No puedo parar” en mejor video coreográfico, dirigido por Yeandro Tamayo, otro realizador que viene pisando fuerte en la arena del clip cubano.
La joven Daniela Muñoz Barroso fue otra de las realizadoras ganadoras en este certamen por su video de “Canción del elegido”, interpretada por Vocal Sampling, que compitió en música infantil.
La premiación del video “Mis fantasmas”, de la agrupación de pop rock, Ruido Blanco, dirigido por Fernando Almeida, fue una de las mayores sorpresas de este año para una buena parte del público y los especialistas.
Pero si analizamos cronológicamente la preponderancia del jurado, como ya dijimos, a analizar la resonancia del hecho artístico en toda su rotundidad y sus aportes más atendibles, era de esperar que una obra como esta, que trata de escapar a los lugares comunes y alejarse de las prácticas creativas más habituales, fuese tomado en cuenta desde un principio por los jueces; incluso estuvo en pugna entre los mejores videos del año. Finalmente “Mis fantasmas” triunfó en las categorías de figura novel, y mejor ópera prima, apartados de indiscutible relevancia entre el conglomerado de las categorías audiovisuales.
Artistas prácticamente invisibilizados en los medios, como ya es habitual, también se sintieron reconocidos a gran escala en las galas de premiación. La agrupación Negrons, se coronó en mejor video de hip por “Levántate”, de Carlos Gómez, mientras Nam San Fong y Jorge Kamankola salió por la puerta grande en mejor video rock por “Sin dinero”.
https://www.youtube.com/watch?v=byUkuuQ1Z48
“El bombazo”, por su lado, de Alex Duvall junto a Yomil y El Dany, dirigido por Felo, fue reconocido en mejor video de música urbana, una categoría en la que en otras ocasiones sus exponentes han apostado, sin renunciar a los códigos más reconocibles del género, a contar sus historias de una forma más aportadora en cuanto a su simbiosis creativa, aunque, en este punto no se debe obviar que algunos de estos videos no han logrado exhibirse en la televisión por normativas impuestas por el ICRT debido a sus temáticas o planteamientos audiovisuales, algo que también ha trascendido a géneros como el rock o el rap.
Volviendo la mirada hacia la relevancia de este espacio en una televisión que debe aparcar rezagos del pasado que pesan como una cadena de hierro en su repercusión social, para ganar televidentes que se han mudado hacia otras vías de consumo alternativas, debemos señalar que Lucas es un espacio que ha logrado no solo mantener el interés de su audiencia, sino incrementarlo a través de los años.
Ha sido crucial la voluntad de Cruzata y su equipo, un grupo de especialistas y creadores que ha sabido encontrar a través de la recurrencia al diálogo (cuando se pueda) el equilibrio entre sus búsquedas estéticas y las reglas marcadas por la institución, con el propósito de demostrar que se puede mantener en Cuba un programa con rigor y calidad, sin denostar géneros y cuyo objetivo final sea, indudablemente, la expansión de la cultura cubana sin barreras ni esos absurdos reduccionismos que, a la luz de la primera década de este siglo, ya conocemos todo lo que han provocado.
¿Qué pasó con Yotuel?