Conmoción en la corte de Emmanuel Macron. El candidato del presidente francés a la alcaldía de París se ve obligado a dimitir tras la publicación en las redes sociales de vídeos y fotos de su órgano sexual. El “penegate” extiende el terror digital entre los políticos franceses.
Benjamin Grivaux era el elegido por Macron para conquistar la alcaldía de París, un puesto político de mucha más relevancia que la simple gestión de una ciudad ahora en manos de la socialista Anne Hidalgo. El partido macronista, La Republique En Marche (LREM), optaba por primera vez a la máxima autoridad de la capital francesa.
Griveaux anunció en un mensaje grabado el viernes por la mañana que retiraba su candidatura, después de que el día antes “algunos sitios de Internet propagaran ataques innobles sobre mi vida privada”. “No quiero seguir exponiendo a mi familia” –subrayó– “ahora que todos los golpes son permitidos; se ha ido demasiado lejos”.
Los ataques a los que se refiere es la publicación de una serie de imágenes de su miembro erecto en un supuesto intercambio de mensajes con una mujer a través de una red social. La web que ha recogido las fotos es pornopolitique.com, de la que forma parte el autodenominado “artista” ruso Piotr Pavlenski, que, junto a su excompañera, Oksana Chaliguina, obtuvo asilo político en Francia en 2017.
Pavlenski cuenta entre sus performances el incendio de las puertas de la antigua sede del KGB en Moscú, haber clavado su escroto en los adoquines de la Plaza Roja, haberse cosido los labios o haberse enrollado en alambres de púas desnudo para protestar contra la reelección de Vladímir Putin. A su llegada como refugiado político a Francia, Pavlenski incendió las puertas de la fachada de una sucursal del Banco de Francia en París.
En declaraciones al diario Libération, el “artista contestatario” ruso dice haber obtenido el vídeo gracias a una relación consentida de Grivaux.
Con su publicación, Pavlenski manifiesta “querer denunciar la hipocresía de Benjamin Griveaux”: “Es alguien que se apoya permanentemente sobre los valores familiares, que dice querer ser el alcalde de las familias y cita siempre como ejemplo a su mujer y sus hijos, pero es todo lo contrario”, denuncia en conversación telefónica con el diario citado.
El video sexual cayó como una bomba de racimo que salpica al Elíseo, a Matignon y a todo el joven partido de Emmanuel Macron, que deberá ahora buscar un nuevo candidato a la alcaldía de París.
Griveaux no se contaba entre los favoritos a ocupar ese cargo. Superado en los sondeos por Hidalgo y por la candidata de la derecha, Rachida Dati, tenía incluso menos apoyo que el disidente número uno del macronismo, el matemático Cedric Villani, que prefirió ser expulsado de LREM antes que renunciar a París desafiando así al presidente Macrón, que le exigía el abandono.
Benjamin Griveaux no era precisamente muy popular. Fue él quien provocó en buena parte la ira de los chalecos amarillos, señalándoles peyorativamente como “esos tipos que circulan en vehículos de gasoil y se pasan el día fumando”. Más tarde, y ya como candidato oficial de Macron, se refirió a otros aspirantes de su propio partido como “estúpidos” e “hijos de puta”.
Político cercano al socialdemócrata Dominique Strauss-Kahn, Griveaux, de 43 años y padre de tres hijos, fue Secretario de Estado de Economía y portavoz de gobierno en los inicios de la presidencia de Emmanuel Macron.
Los políticos franceses que se han manifestado han condenado las circunstancias que han obligado a Griveaux a abandonar. Todos denuncian –y temen– los ataques a la vida privada en las redes sociales. “Abominación”, “clima inquietante”, el “mercado de la basura” son las expresiones más repetidas por los representantes de los franceses. La alcaldesa Hidalgo, candidata a su propia sucesión, ha hecho un llamamiento al “respeto de la vida privada de las personas”.
Francia vive con este escándalo un episodio muy común en Estados Unidos, donde varios políticos han debido también renunciar a su carrera por los mismos motivos que Griveaux. Hasta hace poco, hasta la explosión incontrolada en este país de las redes sociales, Francia presumía de contar –a diferencia de EEUU– con unos medios de comunicación que siempre han respetado la vida privada de los políticos. Pura hipocresía. Son las presiones políticas y las amenazas las que impedían que salieran a la luz esas informaciones, como demostró el caso de la doble vida del presidente socialista François Mitterrand, que mantenía a cargo del erario a su amante y a la hija de ambos.
Ahora se denuncia la utilización de las redes sociales, pero tras el estupor del primer momento vendrá la reflexión sobre cómo ciertos personajes públicos, y en especial los políticos, usan esos medios exponiéndose a ser descubiertos, como le ha ocurrido a Benjamin Griveaux.