Vamos a hacer un poco de historia. El Patio de Baldovina, surgido en la época fundacional de la revista La Jiribilla, dio abrigo durante años a exponentes de la canción de autor hasta que en los últimos tiempos fue desapareciendo de la órbita de la trova cubana.
En meses recientes ha retomado el propósito de sus inicios y ha venido programando conciertos de trovadores y otros músicos con una obra atendible en la escena cubana. Es el caso del matancero Carlo Fidel Taboada, quien ofreció un concierto recientemente en el “Patio” para repasar su repertorio.
Taboada tiene atributos para ganarse un sitio en el ámbito trovadoresco cubano. Es un guitarrista con una evidente destreza y habilidad técnica y muestra sensibilidad poética para cronicar, en su caso, las diferentes estaciones del amor y su entorno social más inmediato.
Lo que requiere para convertirse en un trovador con una personalidad musical madura y orgánica es profundizar en el entramado poético de sus textos y tratar de alcanzar una hechura más redonda en sus canciones.
Digo esto porque en ocasiones sus títulos, en los que se pone de relieve las influencias de la canción de autor argentina y de la tradición trovadoresca insular, no logran completamente establecer a plenitud la comunicación con el público, debido a que le falta acompañar la envoltura de su mensaje con una letra más integradora que no se detenga en esos oscuros vericuetos poéticos que, ya sabemos, pueden convertirse de pronto en un callejón sin salida.
Taboada, no obstante, ha mostrado suficiente tesón en su carrera para sortear esas trampas tan caras a una zona de la canción de autor, sobre todo en años anteriores, y delinear su carrera con un perfil propio que lo identifique en la escena trovera cubana, una zona de la música nacional que pese a su escasa promoción y visibilidad en los medios locales, sigue contando con representantes de varias generaciones que no han cejado en el ímpetu de defender una obra que permanezca en el tiempo y pueda servir de reflejo a sus propios intereses creativos y a la realidad de la sociedad cubana.
Cada vez que sube a un escenario un trovador cubano especialmente los de las más jóvenes hornadas, ese acto creativo se transforma en un acto de resistencia. Lo digo porque ya sabemos que no hay muchas posibilidades de que su obra quede registrada en las disqueras o promovida con coherencia y conocimiento especialmente en un tiempo en que por momentos se le presta más atención a la rentabilidad del hecho artístico que a su valor cultural.
De esto último sobran los ejemplos por lo que no vamos a detenernos en este hecho que ha sido debatido hasta el cansancio y todavía se esperan soluciones que se sostengan en el tiempo, para que la obra de los trovadores sea conocida y que el público que sigue a esta manifestación cultural arraigada en las mismas esencias de la tradición cultural cubana, sea el que tenga la última palabra al valorar el concierto de un trovador.
Ganador de la edición más reciente del del concurso Abril para Vivir, un importante evento para trovadores que se celebra en Granada, España, Taboada, por suerte, tuvo un mayor respaldo mediático para promover este concierto en el que aunque apenas contó con público, el cantautor sí pudo mostrar su manera de entender el arte de hacer canciones.
En el concierto repasó, entre otros, temas de su primer disco En los brazos del mundo. “Frente al espejo” y “Antes del primer sonido” son dos canciones que dan fe de sus potencialidades para hilvanar una sólida carrera como cantautor y expandir su personalidad artística en la exploración de un camino en el que no debe temer a correr riesgos creativos.
En su caso sería interesante escuchar sus canciones con el respaldo de una banda y que tratara finalmente de lograr el equilibrio entre el mensaje que quiere hacer llegar al espectador y su costado lírico, para que su obra llegue a alcanzar un sello más distinguible dentro de las nuevas promociones de trovadores cubanos.