Un estudio realizado por científicos cubanos y estadounidenses en ríos de la región central de la Isla demostró que esas corrientes fluviales no han sufrido un alto impacto de productos bioquímicos, a pesar de la explotación a que son sometidos por la agricultura y otras actividades económicas.
Esta es la primera vez en 50 años que un equipo de especialistas de ambos países se une para cuantificar el impacto de los desechos químicos en la calidad del agua y su repercusión en los cultivos, informó este jueves la Agencia Cubana de Noticias.
Los resultados de la investigación fueron divulgados en el artículo “¡Cuba! La química del agua del río revela la meteorización química rápida, la promesa de una agricultura más sostenible y su impacto”, en la revista GSA Today.
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Como parte del estudio, los científicos analizaron muestras de 25 ríos en la zona central de Cuba, muchos de los cuales son fuente de agua para la agricultura y para áreas forestales.
Según el despacho noticioso, el fin de las relaciones económicas de Cuba con sus socios del llamado campo socialista, a finales de la década de los 80, dificultó el acceso a fertilizantes, pesticidas y equipo pesado, lo cual provocó un cambio de enfoque en la agricultura.
La investigación concluye que los ríos de Cuba tienen que agradecer a la agricultura ecológica que sus aguas sean más limpias, y esta interacción entre el agua y el cultivo de la tierra puede ser un buen ejemplo para otros países del Caribe, en opinión de Rita Yvelice Sibello, una de las líderes del estudio por la parte cubana.
De acuerdo con la fuente, los niveles de contaminación por fósforo y nitrógeno en los ríos cubanos resultan inferiores a los observados en los de Estados Unidos, donde la agricultura intensiva y el uso de fertilizantes químicos están muy extendidos.
Los científicos también encontraron elevados niveles de bacteria E. coli en las muestras estudiadas, probablemente resultado de la ganadería y del empleo de caballos y otros animales de tiro para el transporte y el trabajo agrícola.
Propusieron mejorar la calidad de las aguas con acciones que no tendrían un alto costo económico: por ejemplo, poner vallas para mantener al ganado alejado de las orillas y reducir la cantidad de estiércol y sedimento que acaba en los ríos.