Yía Caamaño nunca pensó en que pudiera llegar a ser actriz. En su entorno familiar nadie estaba vinculado al mundo del arte. Rodeada de matemáticas, asuntos de economía, electrónica y telecomunicaciones, surgió el interés por la actuación, aunque fue el ballet lo que primero atrajo a la entonces niña.
Desde pequeña veía muchos videos de Alicia Alonso en la televisión, incluso llegó a cursar estudios de danza clásica —con profesores particulares— precisa a OnCuba. También se inclinó hacia la pintura, pero tampoco lo asumió como un destino profesional.
“En octavo grado, cuando se empieza a hablar del tema de las carreras, yo no quería ninguna y empecé a sentir que algo estaba mal en mí. Ahí empecé a averiguar junto con mi mamá y nos enteramos que existía un centro como la Escuela Nacional de Arte (ENA).
Yia se presentó, suspendió. Al otro año se repitió la historia. Pasó dos cursos de la carrera de Informática, de la cual no recuerda absolutamente nada, “no me sentía feliz estudiando eso”, nos cuenta. “En la tercera ocasión tuve la suerte, la dicha de que el jurado creyó que debían aprobarme. Ser actriz era lo único que quería en la vida y me daba la oportunidad de hacer todo lo que soñé de niña”.
Su primer trabajo fue en la telenovela Con palabras propias, en el personaje de Melissa, una telenovela del director Paco Ancas, retirado ya, “a quien le estaré eternamente agradecida”, nos comenta. “La televisión, para el artista cubano, es una cima a la cual se debe llegar. A los actores le da mucha popularidad, los coloca en un nivel donde no pasas desapercibido para las personas a partir de ese momento”, añade esta actriz, que ha hecho carrera además en el teatro y el cine.
¿Cree que para los actores deba existir una formación especializada en cada medio (teatro, cine y televisión)?
No creo que el actor necesite una especialización en cada medio para poder navegar en él, pero si es importante, y es algo que no tuvimos en la escuela de arte, que de alguna forma tengamos algún tipo de formación elemental o por qué no, como asignatura, en los diferentes medios, porque llegas y haces televisión y tienes que aprender una serie de cosas, lenguajes, técnicas, que son las mismas a nivel actoral, pero a nivel del medio tienes que aprendértelos y puede chocar o frenar en el avance de la grabación.
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El cine también tiene otros códigos, sería muy importante que los actores tengan la oportunidad de pasar talleres donde se les diferencien un género de otro. Yo he tenido que ir adivinando y aprendiendo mediante los trabajos que se me han ido presentando en la vida y los que he ido buscando.
He tenido la suerte de hacer mucha televisión, donde he aprendido bastante, aunque me falta muchísimo por aprender. El que se me va quedando un poco en lo desconocido aun es el cine.
El teatro es muy importante porque es la formación que te dan en la Escuela Nacional de Arte y en el ISA, donde te forman básicamente para teatro, el primer paso para los demás medios. Yo hago teatro porque quiero. Siempre intento, al menos una vez al año, estar vinculada a una propuesta teatral.
Me gusta mucho cuando hago teatro, me recuerda el tiempo de la escuela en la ENA y por eso trato de mantenerlo porque lo que se siente es otra cosa. Tuve la suerte de hacer la tesis con Teatro El Público de Carlos Díaz en Sueño de una noche de verano, una adaptación de Norge Espinosa al original de Shakespeare.
La manera de preparar el personaje y el tiempo con el que constas es distinto, al igual que las reacciones del público. Es como otra escuela, otra magia.
¿Cuán importante es un medio como la televisión en Cuba?
Es un público que tiene sus conceptos de actuación y tiene sus exigencias. Sin llegar a ser especialistas ellos mismos te colocan en un sitio como artista y eso es importante, que el público te de un lugar en tu carrera. Uno trabaja para el público y no solo es importante complacerlos, sino también tenerlos en cuenta y la televisión te hace estar presente para las personas en la calle.
Por ejemplo, el cine no es seguido por todo tipo de público, hay personas que les interesa el cine cubano y otras que no. La televisión te acerca a todo tipo de público en el país. Incluso ahora mismo con YouTube e Internet está teniendo un alcance internacional.
Yo le estoy muy agradecida a este medio que me dio a conocer al público cubano y que me ha dado más alcance, incluso internacional. El primer trabajo tiene mucha importancia porque es la primera vez en la que un director confía en ti, puso en tus manos un personaje sin tener ningún tipo de formación televisiva.
¿Cómo es tu proceso de creación de un personaje?
Es engorroso y diferente en todos los casos. Ni siquiera te puedo decir que tengo un método más exitoso que otro. Depende mucho del actor, del personaje y de la época en la que esté pasando ese actor en su vida personal, porque eso también influye.
He construido personajes desde el exterior, como creo que se ve… la vestimenta. En otras ocasiones por lo que he leído de ese personaje y por personas que me he encontrado en la calle que se me parecen al personaje; logro coger, atrapar, robarme cosas de esas personas y empezar a guiarme por ahí. He hecho personajes desde el interior, analizar qué siente él sin pensar en el físico o cómo se ve, más bien guiándome por un rasgo psicológico que me interesa recalcar.
Es totalmente distinto en todos los casos, lo que sí creo que en mí se repite y en muchos compañeros es que se tiene que entender la personalidad del personaje a interpretar, comprenderlo y dialogar con él.
Escribo cosas al pie del guión, algunas que no entiendo, subtextos que estaría pensando el personaje y es muy importante en algún momento quitar ese divorcio de personaje-actor, que se unan y piensen como un todo, eso sí es primordial, pero parte de la base de intentar conocerme mucho para saber qué cosas mías o de otras personas puedo aportarle y que límite puedo incorporar de personas que conozco a esa elaboración del personaje. Es importante poder buscar en todos los lugares y no demeritar ninguno.
¿Y en el caso de Elena?
Fue un personaje muy fuerte sobretodo porque violenté facetas de mi vida real, empezando por la edad. Su personalidad y su forma de obrar era muy distinta a lo que había hecho hasta ese momento, además de que quise interpretarla como una villana bien marcada al igual que las de las telenovelas brasileñas o mexicanas.
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Cambié mi tono al hablar, el peso corporal, mi imagen, las reacciones… fue un año intenso durante las grabaciones de En tiempos de amar. Muchos textos que no tenían nada que ver conmigo que tuve que entender para no criticar al personaje, sino comprender por qué actuaba así. Al terminar la novela había estado muy poco tiempo en casa, terminaba muy agotada.
Estuve mucho tiempo siendo totalmente Elena. Me forcé para mantener el personaje físicamente y al terminar la novela Elena era yo, o yo era Elena y eso me creó una confusión en mi cabeza (sonríe). No era que no supiera quién era, pero tenía fuertes reacciones de ese personaje y aun lucía como ella.
Las ropas no me servían, corté y cambié el color del pelo. Eran cosas que se podían resolver, pero fue complicado salir de Elena porque necesitaba tiempo para no sentirme tan ocupada con ella. Incluso, cuando me miraba al espejo no me veía yo, veía a otra mujer mayor y eso me hizo sentirme mal y quería verme con mis 26 años a punto de cumplir en ese momento.
Todo con su tiempo fue cambiando, llegaron otros personajes que me ayudaron en el proceso. Lleva mucho apoyo de la familia y recordar ante todo quién es uno para regresar, en caso de que te encuentres un poquito perdida.
En la actual telenovela El rostro de los días sobresalen los personajes femeninos
Siento que existe una mirada bien feminista. En El rostro de los días hay muchas tramas enfocadas en los personajes femeninos y abordar ese tipo de temas depende mucho de los guionistas.
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Creo que en esta novela estuvo centrada en la maternidad y la paternidad desde todos los puntos de vista, que mueven mucho los conflictos de la novela, siendo las actrices las que llevan gran parte del peso en sus personajes.
La experiencia en el cine…
Siempre es nueva. Los actores de cine son un producto de lo que quiere lograr su director. El cine tiene una mirada muy aguda sobre el actor y su historia, la cual está muy marcada por la intención del director con su obra.
Es una experiencia muy linda. Permite que el actor se muestre sin hacer mucho, con una concentración de energía y una economía gestual tremenda que es muy importante e interesante para los actores.
En la pantalla grande no hace falta hacer de más. Con lo justo y lo sincero cualquier tipo de público puede percibir la esencia de la historia o de una escena. Es un medio muy agradecido.
Habana Selfies me permitió hacer un personaje que raya en el humor negro, este divertimento sarcástico me fue muy interesante interpretarlo, una oportunidad que agradezco a Arturo Santana, director del filme.
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Otra arista importante en tu obra ha sido el trabajo en el videoclip
Me gusta mucho hacer videoclips. Fue una de las primeras oportunidades de estar en televisión. Los actores tenemos que hacer varias cosas para “buscarnos la vida” dentro del medio y entre esas está la actuación en videoclips, que ahora se usa mucho porque por lo general se usaban modelos para este trabajo y muchas historias de estos materiales necesitan ser actuadas.
La verdad es que me atrapa porque tiene una estética muy bonita, incluso cinematográfica, salvando las distancias. Tiene un vuelo visual y una determinada forma de contar una historia más sintética, todo a nivel de imagen y con una economía gestual, interesante y difícil de sintetizar.
Tiene una belleza y una excelencia en su elaboración que muchas veces supera otros productos audiovisuales del espacio televisivo. También constan de un mayor presupuesto y al ser una obra más corta pues esto ayuda a “echarle con todo”.
En Cuba se ha valorado mucho el videoclip. Lo enfrento como un personaje más de mi carrera, donde tengo mucho menos tiempo para preparar mi personaje y el guión tiene otras características, pero siempre trato de entender por dónde va la historia respecto a la canción.
¿Con cuáles personajes sueña Yia Caamaño?
Me gustaría un personaje que me exija físicamente porque además hay personas en la historia que admiro mucho, que físicamente han tenido un trabajo excelente. Me encantaría interpretar una deportista real, incluso de una persona que esté viva, eso le otorga otra calidad y reto interpretativo al actor.
El deporte siempre me ha interesado muchísimo. También la danza por lo sacrificado que es la carrera, con un entrenamiento a la par de un deportista. Me atrae ver como estos seres humanos pueden vivir también para su cuerpo que es su templo, un trabajo tan difícil y sacrificado a nivel corporal, con una enorme fuerza de voluntad y perseverancia para lograr grandes cosas.
Ese tipo de cosas al límite me atrae mucho, al igual que interpretar a un transformista, porque en teatro estuve en un momento involucrada en un proyecto cultural que no llegó a felices puertos, donde empecé a trabajar un transformista y me sentí muy bien elaborando ese personaje, esa ambigüedad como artista me resulta totalmente interesante, esos dos seres que viven en una misma persona, que a veces se puede tornar confuso para esa persona.
Comprometer el cuerpo es tan importante como el intelecto y la psiquis. La cabeza y el cuerpo de un artista deben siempre obrar hacia la misma dirección.
Actualmente he estado pensando que sería interesante interpretar un personaje que esté vivo, que sea una historia de vida de una persona famosa real no solo en el ámbito artístico: una mujer en el ámbito político, una pintora… donde tuviera que investigar con su familia y adentrarme en su vida íntima que tiene o tuvo esa persona, y que sea controvertido.
El reto de que exista el personaje es que pueda trabajarlo y lograr que se parezca mi interpretación a su vida real. Sería muy interesante en lo profesional. Me gustan los personajes que crean polémica.