Véale el lado bueno, la pandemia ha servido para retomar proyectos o poner en marcha nuevas ideas. Aunque la movilidad haya sido menor desde sus comienzos y el peligro aceche, la reflexión más o menos al estilo de Montaigne se ha visto estimulada y, por ello, quienes tienen tenacidad y talento, o al menos una de las dos virtudes, aprovechan para hacer germinar filmes, poemas, canciones y libros.
Por la unión de ambas capacidades, multiplicada por dos, tenemos “El mundo después del Coronavirus”, un libro nacido de la alianza entre el periodista Félix López (1966) y el ilustrador y humorista gráfico Arístides Hernández, Ares (1963). Fue publicado por la editorial Samarcanda entre mayo y junio pasado y desde ese momento se encuentra disponible en varias plataformas digitales e incluso tendrá su lanzamiento en la Isla gracias al sello Arte Cubano.
Samarcanda es un proyecto editorial andaluz, pero desde 2016 apuesta por los autores cubanos, gracias a las gestiones del escritor Daniel Pinilla. Ahora, se ha sumado además con este título a otras muchas editoriales que desde muy temprano comenzaron a interpretar esta pandemia por la cual estamos en jaque desde que su nombre, y nunca mejor dicho, comenzó a viralizarse.
Subrayo “muy temprano” porque dilucidar un hecho de la envergadura de una pandemia sin que haya llegado a su fin conlleva el riesgo de ver incumplidas las hipótesis o sostenes de nuestros argumentos; o, en el peor de los casos, nos podría envejecer de un golpe nuestro material escrito al calor del miedo, la desazón y el ambiente casi apocalíptico azuzado por las redes sociales y los medios de prensa, especialmente la televisión.
Es tal el contexto, y de lo que también se habla en este libro, donde el escritor, López, con evidente humor y para ponerse a tono con su compañero, suele identificarse a veces como Aries. De manera que Aries y Ares despliegan su pensamiento en unas 152 páginas estructuradas en 18 capítulos, sin contar la presentación y el epílogo.
Un epígrafe einsteniano: “Solo hay dos maneras de vivir tu vida: Una es como si nada es un milagro. La otra es como si todo es un milagro”. La primera imagen: el mundo, una manzana mordida por la forma del virus. La última frase: “el sonido de alerta de la naturaleza”.
El psiquiatra cubano que con caricaturas reinterpreta la pandemia
Cuando España era golpeada de la peor manera por el virus, un día mirando el mar creyó conveniente el escritor plasmar su interpretación de los hechos. Se propuso escribir una especie de bitácora para un viaje del que era preciso señalar algunos elementos antes de su olvido. En Facebook le fue dando riendas a sus ideas, tan efectivas que hace 10 años, por otro asunto, le propiciaron el Premio Rómulo Gallegos de ensayo.
Por su parte, el caricaturista permanecía en La Habana. También desde allí había comenzado a cuestionarse la realidad de un planeta paralizado, de sociedades sobrecogidas, de individuos dominados por un enemigo invisible.
Cada uno por su cuenta pensaba sobre una misma circunstancia. Entonces decidieron trabajar juntos. Pero, ¿cómo dieron con el tono adecuado si los separaba un océano, literal, no metafórico? Pues, tal vez gracias al mismo mar, que en lugar de separar nos conecta: aunque, es mejor dejarse de poesías: más le deben a la Internet y a la agudeza sustentada en veinticinco años de amistad.
Así nació El mundo después…, donde ni el dibujo espera por el texto para completarse ni viceversa. Simplemente se trata de dos interpretaciones fundidas para dar paso a un mismo tema y decenas de subtemas presentados con el uso de una suculenta variedad de referentes culturales.
Si bien el gran asunto del libro es la irrupción del Sars-CoV-2, subyace en los textos tanto como en los dibujos una firme crítica de la modernidad, de la cultura y de casi cada uno de los elementos que dominan este tiempo: desde un sistema comunicacional basado no solo en el espectáculo y la payasada, sino también en la gimnasia y la maroma verbal que en el receptor suele producir una especie de embelesamiento o vértigo, hasta lo que parece una velada obsesión en los autores, la intención de dinamitar el ideario económico en un tipo de sociedad capitalista.
Al respecto, López pronostica o lanza hipótesis de múltiples índoles, aunque emerja continuamente las de un cariz de tipo ideológico-filosófico; así, escribe que pasado este periodo el mundo podría retomar con más rabia las revueltas suspendidas por el virus aun cuando habían acaparado la opinión pública mundial antes del brote con punto de partida en Wuhan, ciudad de la cual, como bien advierte, apenas se había escuchado algo antes. Ha sido el virus si marca para siempre; en efecto, “todos venimos de un lugar, pero también de una leyenda”.
Pero, su visión y buen olfato periodístico, que sin olvidar lo inmediato logra el discernimiento calmo del ensayo, produce acotaciones interesantes, como que quizá “si el epicentro de la pandemia se hubiese ubicado en África, como ocurrió antes con el VIH-Sida y más reciente con el Ébola, no hubiese despegado con fuerza la misma alharaca mediática que envolvió al coronavirus”, o que “la industrialización y las riquezas no inmunizan a las sociedades”, o que “el derroche, la deforestación y la urbanización desmedida son factores desencadenantes de futuras emergencias sanitarias” o este: “el mundo después del coronavirus no puede seguir indiferente ante la pobreza”.
El libro, como apunté, traza una reprobación de las políticas neoliberales sin pasar por alto los nefastos efectos de los sistemas autoritarios interventores y controladores de la economía y la palabra hasta estrangularlas en pos de su “pureza”, pasando por esta inmoralidad a la que hemos llegado como especie, donde un futbolista tiene más reconocimiento que un médico, y, “lo triste es que tenga que ocurrir un terremoto o invadirnos una pandemia para poner las cosas en su justo lugar” o, en medio del caos, no pocas empresas aprovechen “la tragedia y la situación extrema” para así “sacar provecho económico de las necesidades de la población”.
De la misma manera, se ha hecho visible cómo el artista estará siempre allí para alimentarnos. Ha sido el arte de las más golpeadas en esta circunstancia, pero seguimos necesitándolo para espantar la depresión e incluso el artista nos regala su obra para animarnos en los peores días.
Todo eso, tal como parece quererlo el autor, debería cambiar cuando el mundo vuelva a ser más o menos el mismo; aunque, ya lo he dicho, puede ser una hipótesis simplemente. Es muy probable que después olvidemos y volvamos a ser los de siempre, necesitados más de circo que de reflexión, más de espectáculo que de análisis crítico sobre lo que somos, y cómo somos, y por qué somos de esa forma y no de otra
Haber publicado un libro sobre un hecho en progreso, tiene los riesgos de quedarse corto con el paso de los días; no obstante, “El mundo después del Coronavirus” incluye una estimulante cantidad de hipótesis e ideas lo suficientemente inspiradoras como para augurarle supervivencia. Y ya tiene el mérito de estar entre las primeras bitácoras en este viaje tremendo en el que nos hemos embarcados sin quererlo buena parte del año.