Víctor Alfonso Cedeño es un joven realizador cubano de 37 años que lucha contra una enfermedad mortal. El pasado 7 de septiembre publicó una carta en su perfil de Facebook dando detalles del cáncer que padece y pidiendo ayuda para recibir un tratamiento fuera de Cuba que lo pueda curar. Lo hizo luego de que los médicos del hospital Oncológico de la Habana le dijeran que no tienen más posibilidades de tratarlo en esa batalla campal que ha establecido contra su enfermedad. Mencionó entre los centros posibles para recibir tratamiento médico tres hospitales de Estados Unidos que realizan ensayos clínicos con este tipo de cáncer y reciben a pacientes de diversas partes del mundo.
Víctor, nacido en Cienfuegos, dice que se encuentra en shock por el apoyo recibido por miles de personas entre ellas muchas que no conoce. Su carta ha sido compartida incontables veces en Facebook y ha recibido comentarios de apoyo desde todas las latitudes. También fue creada una petición en la plataforma Change, y un fondo en Gofundme con el propósito de que este realizador pueda recibir la atención médica correspondiente para conservar la vida.
“Vi muchos comentarios de personas que decían que estaban en shock con la noticia. En realidad el que ha quedado en shock soy yo. Me asombró el apoyo inmediato de muchas personas de todas partes, muchas que no conozco personalmente y no tengo de amigos en las redes sociales. Están gestionando y explorando la posibilidad de resolver que yo pueda obtener el visado humanitario y ver qué institución me podría ayudar con el tratamiento. Realmente no me lo esperaba, pensaba que iba a necesitar un proceso de varios meses como cualquier trámite. Pero la gente está haciendo hasta lo imposible para que no sea así, para que todo sea rápido. Me he quedado sin palabras por la respuesta de las personas”, dice Víctor.
Víctor tiene una relación muy peculiar con las redes sociales. “Estas redes me entretienen a mí, no las uso para promover trabajos ni nada”. Pero no le quedó otra vía para buscar una posible solución a su enfermedad. “En Cuba no cuentan con las herramientas para tratar la enfermedad. Estuve dos años fajao tratando de vencer este padecimiento con los médicos cubanos, pero ya me dieron la noticia que no podían hacer más nada. Fue como un punto de giro para mí. Yo soy una persona que no alimento las redes sociales, solo comparto algo que me gusta. Pero tuve que hacer público el caso porque no me quedaba más nada por hacer. Lo decidí así”.
Padece un condrosarcoma desde el 2018. Se trata de un padecimiento inscrito dentro de la categoría de las enfermedades raras que solo afecta al 1 por ciento de las personas con cáncer. Ha sido atendido en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología de La Habana. Le hicieron una intervención quirúrgica en 2018 para erradicarle el tumor pero regresó en el 2020. Ha sufrido ya varias operaciones. Tras la última, este mes de marzo, los médicos deciden mandarlo para la casa. En su carta Víctor explica que los doctores le dijeron que su caso es inoperable y solo pueden darle seguimiento. “Que me prepare para lo peor. No pueden hacerme un estudio y he quedado prácticamente desamparado sin tratamiento ni medicamento efectivo”.
Los médicos catalogaron su cáncer como “localmente avanzado” “Tras dos intentos de cirugía me dijeron que era mejor que llevara la vida así hasta que vaya empeorando. Para los médicos era mejor que someterme a cirugías que no van a resolver ningún problema y lo que van a hacer es deterior mi calidad de vida más rápido. Deciden no tocar más al paciente, yo en este caso, y mandarlo para la casa”, explica
La obra de este realizador es muy popular entre una franja de los adolescentes y jóvenes cubanos. Sus animados Yesapin y Danny y el club de los berracos son filmes que han definido los rasgos de las más recientes creaciones animadas en Cuba. A pesar de su enfermad él no ha dejado de trabajar en nuevos proyectos y recuperar algunas ideas que tenía engavetadas.
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“Yo no dejo de trabajar. La enfermad la llevo a la par con la vida normal. El trabajo te ayuda mucho. El sistema inmunológico no debe caer porque se vuelve más agresiva la enfermad. Entonces uno no debe pensar tanto en eso. Yo estoy concentrado día a día en mi trabajo y no pierdo la mente positiva aunque a uno le den las peores noticias. Lo que sí tiene que acogerme un médico y hacerme los estudios para saber qué tipo de Condrosarcoma yo tengo. Para tratar la enfermad tengo que salir de Cuba y estar ante los especialistas. Hay muchas personas moviéndose, todavía no hay nada en la mano, y le he abierto la puerta a todo el que quiera ayudarme de la forma que sea. Siempre habrá una esperanza. El mundo es muy grande. No hay que ponerse límites”
Hay muchas personas que consideran que Yesapín es un clásico del animado cubano más reciente. También yo lo creo. Víctor, sin embargo, le quita hierro al asunto y toma distancia de mi afirmación.
“No sé si ponerlo en la categoría de clásico pero sí es un animado muy popular. Trato de hacer animados jocosos, que toquen al cubano, que representan la formas coloquiales de hablar de los cubanos, de los latinos. Soy admirador de la obra de Juan Padrón, lo considero un genio. Su forma de conectar con su público es un ejemplo a seguir para mí, siempre lo tomo de referencia. Eso me ha dado muy buenos resultados en mi obra”.
Yesapín es la historia de una niña cubana que se hizo célebre porque en medio del retozo de su inocencia infantil lanzó una palabrota por la que murieron de la risa cientos de personas la primera vez que vieron el animado en el cine. Fue en una Muestra de Jóvenes Realizadores en la que nadie pudo guardar los dientes durante varios segundos. El estruendo se escuchó durante minutos en la sala y todavía la mención del animado nos remite a aquel momento en la sala oscura del Chaplin en medio del espíritu fervoroso y libertario de una Muestra que debe recuperar el ímpetu de sus inicios.
“Yesapín comenzó con un corto que no se llamaba así. Luego se empezó a realizar en Santiago con un patrocinador que se puso en contacto conmigo. Empezamos a desarrollar la temporada en Miami con siete capítulos, la segunda tiene 15. Ahora con el coronavirus la producción se ha hecho más lenta pero logramos sacar un video clip del animado. Pienso que salga pronto. También estamos creando, con una guionista muy buena, Lisandra López, la tercera temporada que se desarrolla en Cuba. Ya están grabadas algunas cosas de esta serie. También quiero desarrollar una cuarta temporada”.
Danny y el club de los berracos es otro animando prominente en la prolífica carrera de Víctor. “Fue un trabajo complicado. Yo hice los primeros capítulos solo, con 25 minutos cada uno. Era un poco más joven. La producción no puede continuar así. Tengo que buscar mecanismos de producción que sean más factibles. Eso lleva un equipo de trabajo pero me ha sido complicado conseguirlo”.
Este cineasta ha vivido en sus propias carnes las trabas que debe vencer cualquier realizador para desarrollar su obra. Dice que nunca ha querido volverse un tipo incómodo y recuerda que vivió etapas oscuras de incomprensiones hacia su trabajo.
“Yo quiero que me dejen hacer todo lo que se me ocurra. Nunca tuve la intención de volverme un tipo incómodo. Los creadores lo que queremos es hacer nuestros proyectos, pero cuando quieres afrontar tus trabajos sin límites es cuando empiezas a buscarte problemas, y aparecen las trabas, las negativas. Tuve mis tiempos más negros pero con Yesapín estoy más tranquilo regresando a mis orígenes. Yo no quiero que se me pongan frenos como tampoco lo quiere cualquier cineasta”.
Los Estudios de Animación del ICAIC han cambiado considerablemente desde que Víctor estableció los primeros contactos con varios de sus animadores, que hoy pertenecen a su círculo de amigos.
“Los estudios han reducido plantilla, salario y solo mantienen algunos proyectos. Desde que entré a ese mundo lo que han hecho es recortar, mandar a los animadores para la casa. No conozco las dinámicas internas y pienso que las decisiones que se toman tienen que ver con los presupuestos asignados. Los estudios de animación no son los que conocí ya hace mucho tiempo…”
Víctor está muy vinculado a la creación audiovisual joven en el país. Conoce los enrevesados mecanismos que deben sortear, como un corredor de cien metros con obstáculos, los noveles realizadores para dirigir y presentar sus filmes. Menciona entre ellos los límites impuestos a los guiones y la censura a obras que no encajen en los cánones impuestos.
“Hay realizadores que nunca dan a conocer su guión hasta que tienen la obra hecha. Hay realizadores que tienen que enseñar el guión que no es, presentar uno edulcorado. Ya cuando le dan luz verde recuperan el guión que tuvieron en mente. Saben que presentando el original no van a obtener la aprobación. Pasa lo mismo con un filme policíaco hasta con una película de guerra. Aquí todo tiene que ser fiel a la historia. Por ejemplo no puedo hacer una película de un preso que escapa de la prisión. Cuba está muy limitada por el contexto político”.
En medio de la cuarentena Víctor, por razones lógicas, ha extremado los cuidados para evitar contagiarse. No se deja vencer por el peso de los pronósticos. Mientras hizo público su pedido de ayuda, no ha dejado de estar inmerso en ese fértil ambiente creativo que lo rodea en su casa.
“Sigo realizando guiones, cortos, largometrajes que tengo engavetados. Me sucede como a cualquier cineasta en el mundo que tiene proyectos pero no han aparecido los fondos o alguien interesado en financiar o apoyar. Yo todo el tiempo estoy perfeccionando los materiales que se han quedado. No me dejo vencer”.