Lo confieso, no conocía a Tony Romero, muy a pesar de que luego de revisar su trayectoria me percatase de los puntos de contacto que tenemos en cuanto a personas y temáticas.
Llegué a este cineasta cubano por los vericuetos que tienen las relaciones virtuales, y a partir de ahí conocí del documental que le realizó al célebre locutor cubano Eduardo Rosillo, voz emblemática de nuestra radio.
Tony Romero reside actualmente en España y se autodefine como “un hombre cubano, negro, caribeño, afrohispano, que hace su propio cine, un cine en el que está contenido el amor por todo lo que soy”.
Sé que tienes una extensa obra como director y guionista y has participado en producciones de otros cineastas como Gloria Rolando. Háblanos de los motivos que tienes para defender, desde lo visual, una temática afrohispana.
Tenemos muy pocos espacios donde hablar de lo nuestro, siempre he tenido una gran preocupación por la difusión de nuestra cultura, de nuestra historia, esa que tan mal contada está, y pienso que no es justo que sea silenciada la palabra de nuestra gente; es por eso que desde hace más de veinte años tengo como principal objetivo dejar constancia de nuestra memoria, plasmar nuestro testimonio, documentar nuestra historia. No tenemos la trayectoria que tienen otros colectivos como hermanos negros de habla inglesa o francesa, pero somos conscientes de que vivimos un momento históricamente importante y que debemos crecer como comunidad, crear todos los vínculos posibles entre la gente afro de habla castellana, tanto en África como en la diáspora, esos son mis motivos.
Según tu experiencia, ¿qué significa para un cubano emprender como cineasta independiente fuera de la Isla?
Es realmente duro, sobre todo porque el cine es un trabajo de equipo; cuando sales de un entorno donde has creado relaciones profesionales con técnicos, actores, con la gente del medio, ICAIC, UNEAC, ICRT y otros espacios de producción, resulta muy complicado comenzar de cero, tanto en mi caso, como en el de otros cineastas que ya han transitado por el mismo camino. Interpretar los códigos de otros entramados culturales siempre cuesta, pero creo que lo importante es tener fuerza de voluntad y creer en tu proyecto.
Amo a Cuba y soy el resultado de una escuela cubana, eso lo llevo siempre conmigo, pero también soy realista y creo que ahora este es mi lugar, desde donde tengo que luchar, cuando miro hacia atrás y recuerdo Oggun, un eterno presente, Los hijos de Baraguá o Las raíces de mi corazón, películas en las que trabajé con Gloria Rolando, y veo mi producción actual, noto que mi visión sobre el cine ha cambiado, aunque la raíz está ahí, la temática está ahí. Soy afortunado al tener referencias tan valiosas como las de Sara Gómez, Nicolás Guillén Landrián, Sergio Giral, Eliseo Altunaga, Nancy Morejón, Leyda Oquendo, a todos aquellos que conocí y que me mostraron el camino.
Tus documentales se presentan en festivales internacionales dedicados al cine cubano. ¿Es también tu obra presentada en Cuba?
Sí, algunas de mis obras se han visto en Cuba, en el marco del Festival de Nuevo Cine Latinoamericano; la más reciente: Rosillo, gracias a la radio. Me gusta la isla como un lugar para que la obra sea apreciada, aunque no tengo toda a presencia que me gustaría, como también es el caso de otros directores negros que aunque viven en el país tampoco tienen la presencia que debieran.
En TR Movies partimos de una idea muy particular de cine, creo que el cine que hacemos no necesariamente debe ir ligado a presentaciones en festivales, tampoco a grandes promociones. Nuestro cine es un cine de urgencia, un cine que busca espacios de debate, que busca hacer comunidad, que habla de temas en algunos casos incómodos. Nuestros proyectos siempre cuentan con presupuestos muy ajustados, pero ese es el precio de ser cien por ciento independiente. Nosotros decidimos lo que decimos y donde queremos que se presente. En el caso del festival de La Habana, para mí es de gran interés, porque al igual que cuando voy a Cuba, intento ver todo el cine que están haciendo mis colegas, también me gusta que en Cuba se pueda ver mi trabajo, creo que es una forma de mantener el vínculo y de compartir experiencias.
Te quiero agradecer por esa obra, que re-presenta a las nuevas generaciones la voz de la radio cubana…
Tengo que decir que tanto Rosillo, gracias a la radio o Lo que me dijo Xiomara, son obras que responden a la necesidad de hablar sobre nuestra querida isla a través de su gente, y tanto Eduardo Rosillo, como Xiomara Alfaro, son dos exponentes importantísimos de la cultura cubana. Creo que son figuras que aunque muchos cubanos los conocemos, no deben caer en el olvido. Si esta necesidad ha servido para que los cubanos y cubanas que viven en la isla o fuera de ella hayan unido sentimientos a partir del visionado de la obra, solo puedo decir que para mí es un gran honor haber propiciado este sentimiento a mis compatriotas.
Sobre tu próximo proyecto, Gente de pelo duro, ¿cómo saltarse el estereotipo que incluye el título?
La “raza negra es bella”, como también lo es la “raza blanca” o la “raza china”, cada una con sus particularidades, en el caso de la “raza negra”, no tenemos, en muchos casos, conciencia de nuestra belleza porque la imposición de patrones estéticos a los que hemos estado expuestos durante siglos nos hacen dudar de nuestra auténtica belleza, pero es necesario recuperar y fomentar nuestra autoestima como negros, se trata de nuestra identidad y si no somos capaces de creer en nosotros como raza, difícilmente los demás no van a ser capaces de apreciar nuestra belleza. Es una lucha larga y dura, porque nos enfrentamos a siglos de desprecio hacia la “raza negra”.
Creo en la gente, en lo humano y confío en que consigamos superar esos patrones impuestos, tener la suficiente claridad mental para ver más allá de la superficialidad, para encontrar esos valores necesarios, para que tener el pelo de un forma u otra no sea un motivo de discriminación, todo lo contrario, sea motivo de orgullo. Es preciso fomentar el respeto a través del conocimiento, tener voz propia, para que todos nos conozcamos, para poder hablar de una igualdad real.
Sobre esa misma obra que próximamente podremos ver, la sinopsis revela que te interesa el fenómeno que se está dando en África del uso de extensiones; pero quisiera decir que eso también pasa en Cuba, en Jamaica, en Alemania, o sea, que no depende del lugar. Quisiera saber cómo ves el asunto en la Isla.
Seguimos siendo víctimas de una mentalidad colonial y racista, vivimos en un mundo donde los estereotipos cada vez cobran más fuerza, donde cuenta más la apariencia que lo que realmente eres, es más fácil juzgar que analizar, la individualidad prácticamente es un delito a menos que esa individualidad esté respaldada por el dinero, y entonces se interpreta de otra manera…
Yo he visto cómo las mujeres de mi familia se pasaban el peine para poder estar presentables ante la sociedad, he escuchado en muchos espacios decir: “…hay que mejorar la raza…”, el chiste fácil sobre la gente negra, conozco ese racismo en ocasiones sutil dentro de la oficialidad, conozco esa mentalidad que abunda dentro de la sociedad cubana.
Ahora esa mentalidad ha subido un escalón, y digo esto porque dentro de la diáspora han surgido figuras de éxito como Beyonce, Rihanna, Michelle Obama, etc., mujeres negras que están en una posición de poder, mujeres que conocen la historia y la lucha de la gente negra por sus derechos, pero son las embajadoras de todo un fenómeno que ya afecta hasta el continente madre, que atenta contra nuestra identidad, un fenómeno muy complejo con millones de razones y millones de puntos de vista, que nos va atrapando y dejando sin opciones como colectivo.
Necesitamos más Lupitas Nyong’o, gente con orgullo de ser negra, figuras que no transmitan la cultura de lo artificial, de los postizos, del blanquear la piel y otras actitudes nocivas para poder crecer como pueblo, porque si no nos queremos a nosotros mismos difícilmente vamos a poder soñar con un mundo donde la discriminación sea mínima o ninguna, es algo que pasa en Cuba y en todo el mundo.