Aunque Las piadosas suene a título de novela escrita por Miguel de Carrión o Jane Austen, estamos ante una historia gótica que juega a ser picaresca y se columpia entre el misterio, el horror, la parodia y el humor. El marqués de Sade, si fuera de este tiempo, hablaría maravillas de esta obra y de su autor Federico Andahazi, pues uno de los personajes claves de Las piadosas necesita semen para sobrevivir y de paso mantener con vida a… ¡Ya!, perdón, casi hago spoiler. No, esta novela no ocurre en un banco de esperma. Es como una ficción de vampiros, solo que aquí no se necesita sangre sino «el dulce elíxir de la existencia» —cito textualmente a una de las narradoras—.
En este retorcimiento de la historia de la literatura llamado Las piadosas, los más directamente aludidos son Lord Byron, Mary y Percy Shelley, y el protagonista que viene a ser John William Polidori, médico y secretario de Lord Byron que se presenta aquí como un hombre que sufre bullying por el escritor famoso, además de sus severos problemas de autoestima.
La trama inicia en el verano de 1816 con la llegada a Villa Diodati, en Suiza, de Lord Byron y sus invitados, que si ya conoces sobre cómo nació Frankestein, sabrás que fue en esa reunión donde se propuso el reto de la creación de un relato para entretenimiento privado entre ese grupo de amigos, que terminó por instar a Mary Shelley a escribir su reconocidísima novela.
¡Mantener a Las piadosas alejada de la gente que cree que Sherlock Holmes existió de verdad!, pues se trata de un jugueteo con los hechos reales de lo más ingenioso y entretenido, una parodia exquisita —o un incontrolable impulso de la imaginación del autor, no lo sé, habría que preguntarle—. La advertencia de mantener al libro alejado de los crédulos es porque la historia que contiene está tan bien narrada que resulta convincente, por muy descabellado que pueda ser todo lo que se cuenta.
En Las piadosas se plantea sin piedad que muchas de las obras cumbres del romanticismo fueron escritas por un autor fantasma al servicio de los “escritores”. Ya lo advierte el autor desde las primeras páginas: « (…) no existe cosa más dudosa que la paternidad. Afirmación que, naturalmente, podría hacerse extensiva a los vástagos literarios…», después de esto Andahazi agarró una realidad que evidentemente investigó para pintarla como quiso, y yo le compro el cuadro, porque lo cierto es que estamos ante una novela de esas que pasan los años y los años y no logras olvidar —hablo por mí, no me han dado permiso para hablar por nadie más—.
La novela está llena de exquisitas ironías y de un sentido del humor muy culto y pícaro, a tono con el contexto esnobista en el que se desenvuelven los personajes implicados, con sus mayordomos, sus secretarios, sus títulos de Lord, sus cosas de ingleses de clase y todo eso.
La alternancia entre la narración en primera y tercera persona, además de lo epistolar, hace de su lectura una experiencia dinámica y permite fluir mejor entre las páginas. El sexo que mina a esta novela, de la mano con la intriga y el misterio son verdaderos motores impulsores que impiden el apagado del lector.
Pero, ¿Cuál sería la sinopsis de la novela? No divagues.
Las piadosas habla de un secreto, digo, de muchos secretos. Con John William Polidori, médico y secretario de Lord Byron como protagonista, el autor crea todo un mito sobre la autoría de muchas obras cumbres de la literatura universal, con una trama misteriosa e intrigante. Utilizando los deseos que tiene Polidori de convertirse en un autor reconocido y si acaso emular con Byron, su incapacidad para escribir y los muchos chismes de plagio que contiene la historia de la literatura, Federico Andahazi teje una historia secreta con unas libidinosas trillizas de fondo, una mujer con malformaciones monstruosas, una dosis de terror y Pulp en casas y castillos, y el misterio principal que se nos va develando de a poco entre las páginas, para que abramos la boca más y más a medida que avanzamos, en una especie de ejercicio de estiramiento mandibular y mental, para también concluir con la cabeza ardiendo, porque, como decimos “en buen cubano” cuando algo tiene mucha calidad: “Esto está echando humo”.
Pero, ¿Qué hay en esa novela?
Enumero:
- Las trillizas Anette, Colette y Babette Legrand con fama de prostitutas que en realidad se conocen como mellizas pues la tercera es deforme, horrorosa, monstruosa, aunque muy culta y oculta —la cacofonía es a propósito, déjenme jugar—.
- Un médico con ligeros traumas de profesión y ciertos complejos económicos que se ve inmiscuido en un enredo que no veía venir.
- La reunión amistosa de Mary Shelley, su esposo Percy, el controversial Lord Byron —y un corto etcétera—, en la que nació la propuesta de escribir unas historias de terror para el próximo encuentro que solo Mary cumpliría con su híper mega súper conocido Frankenstein —gracias, Mary, por las pesadillas de mi infancia—.
- Misterio, un poco de terror y bizarras prácticas sexuales en circunstancias extrañas.
El libro recomendado anteriormente ya era sobre unos hermanos gemelos, el Claus y Lucas de Agota Kristóf, ¿ahora traes otro sobre unas trillizas?
No prometo nada, pero trataré de evitar estas coincidencias en un futuro cercano, de todos modos, permitan que me salga con esta malcriadez literaria —lo digo también por el autor y su novela—, si al final, no propongo nada malo.
¿Algo más que pueda esperar de Las piadosas?
La crítica al mundo literario, a la noción de lo “publicable” y lo “impublicable”, a la figura elitista de los jueces que deciden qué debe ser leído por los demás, al “puritanismo” —de hecho, si el puritanismo limita tu percepción del mundo, lo siento, esta novela no es para ti—. Lo más cínico de todo es que la responsable de elegir lo que verá la luz editorial es una máquina que se rige por raros y mecánicos parámetros, ¿no es esto acaso una parodia del mundillo editorial que insiste en determinadas reglas de mercadotecnia para fomentar el negocio de los libros? Y como en la novela Frankestein, la fallida creación que parece funcional se revela contra su creador. Sin dudas, el señor Andahazi y yo coincidimos en ese clásico como favorito.
He aquí otra historia sobre la supervivencia, esta vez teñida de comedia erótica con crimen, misterio y un ápice de terror.
¿Tiene película?
No, y no sé por qué, pues yo haría la cola del cine para verla. ¿Se imaginan una historia de misterio, intriga, escándalo y erotismo así bien camp en plena época Victoriana? Mucho vello púbico, celulitis, melenas largas, habitaciones oscuras, castillos con lluvia y truenos, pero bueno, no existe —soñar no cuesta nada: siempre me dijo mi mamá—. De todos modos me atrevo a proponerles una especie de guión —nada técnico— de cómo sería un tráiler de la película —que no existe— de Las piadosas:
Un horizonte con una oscura mansión de tres pisos, truenos y relámpagos. / Aparecen Lord Byron, Percy y Mary Shelley además Claire Clairmont descalzos y mojados, Polidori detrás de ellos, con timidez, a las puertas de la mansión Villa Diodati. /Luego aparecen todos, menos Polidori, quitándose todas las ropas en el recibidor de la casa. /Polidori en su habitación encuentra una carta en un sobre negro. / La cara atónita de Polidori al leer. / Una voz en off de mujer que revela lo que el sorprendido protagonista lee: «Os hablaré de mí. Debo anticiparme a decir que habré de revelaros un secreto para el cual, quizá, aún no estéis preparado.» / Un trueno ilumina todo, música tensa, una secuencia de imágenes en las que se ven: Lord Byron y sus invitados riendo maquiavélicamente a la mesa mientras Polidori los observa con cara de acomplejado, Lord Byron le dice burlesco: «Oh, mi querido Polly Dolly» y Polidori se muestra molesto. / Polidori en su habitación lee otra carta y alza las cejas, la voz en off de mujer dice regañona: «Lo que habéis hecho esta tarde fue una verdadera estupidez». / Polidori come papeles sentado en su escritorio, Lord Byron y sus invitados lo sorprenden al abrir la puerta y su patrón le dice: «Bon appétit». Polidori se traga el trozo de papel y mira al vacío con vergüenza. / Truenos y lluvia. / Un mujer da a luz asistida solamente por su esposo, grita y muere ante el llanto de los bebés que salen, el padre observa a las mellizas cubiertas de sangre que sostiene entre las manos, pero nota que algo anda mal./ En medio de la habitación inundada en la que ha recibido a sus hijas sostiene a las bebés mientras se le ve gritar y huir de algo que mueve el agua y se oculta por un hueco./ La voz en off dice, mientras Polidori lee otra carta: «De mis rivales, las criaturas de las profundidades, he aprendido casi todo.» / La imagen de una fiesta en la que dos hermosas mujeres rubias son rodeadas por caballeros que las admiran. / Las dos rubias se enredan en la cama con un hombre. / Las dos rubias se besan mientras son vigiladas por unos ojos terroríficos que se ocultan por el respiradero de la habitación en la que otro hombre las admira mientras se toca. / El hombre gime de placer con los ojos vendados por un paño y las dos rubias se apartan un poco para que entre alguien más a la entrepierna del caballero. / Truenos y relámpagos. / Polidori es ahora el que gime de placer mientras abraza un manuscrito. Se escuchan sonidos extraños, como de un cerdo o un animal salvaje que se mueve entre las piernas de Polidori./ Polidori entra en el comedor donde están reunidos Lord Byron y sus invitados, los mira engreído ./ Polidori lee a los otros: « (…) la sangre de su infortunada compañera había aplacado la sed de un vampiro.»/ Polidori escribe una carta encerrado en su habitación, su voz en off dice mientras se le ve escribir: «Eres, en efecto, el ser más horroroso, despreciable y vil…»/ Un trueno y un relámpago. / Una vieja desnuda apunta con una escopeta a un hombre joven que está desnudo y atado a la pata de una cama. / La voz en off de Lord Byron mientras escribe con una sonrisa maliciosa: «Abominable musa de las tinieblas.» / Varias voces susurran a coro mientras Polidori revisa unos papeles en una habitación desordenada, sucia, abandonada: «Pushkin, Hoffmann, Chateaubriand, Rivas, Byron, Shelley, Fernán Caballero…»/ Polidori grita dentro de esa habitación y se ve que está en un palacete oscuro y abandonado. / Truenos, relámpagos y lluvia.
¿Verías esa película? Bueno, por las razones antes expuestas tendrás que leerla primero.
Y como si fuera poco, Las piadosas realza también la figura de la mujer como escritora, ¿No es acaso ese adefesio que escribe obras maravillosas una especie de parodia de lo que representaba la mujer intelectual en las sociedades retrógadas?
Todo suena genial, pero, ¿quién es Federico Andahazi?
Es un psicólogo argentino, nacido en Buenos Aires en 1963, hijo de una poeta y psicoanalista húngara. Su segunda novela El anatomista fue finalista del “Premio Planeta Argentina” en 1996, y escandalizó a la mentora del concurso de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat, que le dio el primer lugar con esa obra que según la mentora “no contribuía a exaltar los más altos valores del espíritu humano”, sin embargo El anatomista se ha publicado en más de treinta idiomas y el premio se dejó de dar. Así es la vida. Las piadosas fue publicada en 1998. En el 2006 Andahazi finalmente ganó el “Premio Planeta” con su novela El conquistador. Incursionó en la no ficción con temas sobre sexualidad en sus libros Pecar como Dios manda. Historia sexual de los argentinos (2008), Historia sexual de los argentinos II (2009), Pecadores y pecadoras. Historia sexual de los argentinos III (2010) y El equilibrista (2017). Ha colaborado para la radio y la televisión. Algunas de sus obras han sido llevadas al teatro. Es un autor polémico y cantaclaro.
Las piadosas no es una novela publicada hace poco ni es “el último grito” de la literatura mundial, pero lo mejor de los libros es eso, que siempre están ahí, traspasan su tiempo, sobreviven a sus autores y superan a las modas. Si una novela no logra eso, pues, bueno, no me toca adjetivar…
Lo que sí me toca es regresar pronto para darte otro “librazo”.
dan ganas de leer, Andrés! enhorabuena por tus comentarios y sugerencias sobre literatura ✨
Muchas gracias