La única fábrica cubana de paneles solares, perteneciente a la Empresa de Componentes Electrónicos Ernesto Che Guevara, de Pinar del Río, trabaja “a media máquina” por causa de varias dificultades, relacionadas principalmente con la falta de insumos y de personal.
Con dos décadas de experiencia en la fabricación de diferentes tipos de módulos fotovoltaicos “ni la voluntad del país de transformar su matriz de generación, ni la disminución de los costos de las materias primas, ni el esfuerzo de Componentes Electrónicos para actualizar su tecnología han impedido los largos periodos de interrupción” en la fábrica, reconoce un reportaje publicado por el diario oficial Granma.
De acuerdo con este trabajo, los problemas que arrastra actualmente la factoría van más allá de las lógicas afectaciones por la pandemia. “La historia de la fábrica siempre ha sido la misma respecto a las interrupciones”, asegura la publicación, citando a José Antonio Páez, especialista del departamento de Tecnología y Calidad.
“Aun cuando en los últimos dos años no ha habido un sector de la economía cubana ajeno a los efectos de la crisis generada por la COVID-19, el colectivo de la planta pinareña asegura que sus problemas datan de mucho antes de la aparición del coronavirus”, señala el reportaje, según el cual “en 2019, cuando el SARS-CoV-2 aún no había comenzado a hacer estragos, la fabricación de paneles vino a arrancar en el mes de agosto, precisamente por falta de insumos”.
Y ya en 2020 la industria no recibió materia prima y debió limitarse a trabajar en el primer trimestre con un remanente de los insumos que quedaron del año anterior. “Después –apunta el texto– no le quedó más remedio que parar”.
“Tras una larga pausa de 15 meses, la producción volvió a activarse a media máquina en junio pasado, pero solo con un turno de trabajo, de al menos dos posibles”, debido a la existencia de trabajadores “reubicados en otros centros”, que no se han podido incorporar.
Félix Andrés Pérez, director de la fábrica, comenta que las paradas provocadas por la inestabilidad en el suministro de las materias primas “han sido un tema delicado, por el éxodo de trabajadores que implica”.
“Hay pasos de la línea en los que alcanzar un grado adecuado de especialización necesita tiempo. No se trata solamente de preparar un operario para manejar un equipo, sino de que logre el nivel que responda a la capacidad productiva de la planta y a la calidad que se requiere”, explica el directivo, mientras que una de las fundadoras del lugar, María del Carmen Santalla, acota que cada vez que comienza una producción “hay que preparar personal porque perdemos mucha gente”.
De acuerdo con Granma, “aunque en varias ocasiones ha llegado a trabajar a plena capacidad, en tres turnos diarios de ocho horas, para la planta pinareña esa ha sido la excepción y no la regla”. “Ni siquiera la capacidad instalada en la industria se ha aprovechado de modo estable, a pesar de los resultados que arrojan los parques fotovoltaicos montados con los paneles ensamblados en ella”, afirma la publicación oficial.
Al respecto, Páez apunta que “la política del Estado es cambiar la matriz energética, para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, pero no ha habido la solvencia económica requerida”.
“Hace algún tiempo se manejó aquí un proyecto para llegar a 50 MW anuales, que en cinco años hubiera tenido un impacto similar al de un generador térmico de la central Guiteras. Se hicieron los estudios, pero al final todo quedó ahí”, rememora el especialista, quien, no obstante, dice que ante los problemas recurrentes, “han tratado de sobrevivir a toda costa” y agrega que “la industria se las ha arreglado para irse actualizando, a la par de las tendencias en el mundo y de los formatos de paneles más vendidos”.
Acerca del trabajo actual de la fábrica, su director explicó a Granma que “la planta asumió en junio la producción de 5 000 módulos de 340 w, con los insumos de un donativo de la Unión Eléctrica, y está haciendo ahora los primeros 7 000 de un nuevo encargo, que debe llegar a las 27 000 unidades y dar garantía de trabajo hasta el primer trimestre de 2022”.
Pérez dijo que su factoría, la única de paneles que existe en Cuba, tiene la voluntad de “ayudar a concretar ese objetivo de transformar la matriz de generación eléctrica”, planteado por el gobierno de la Isla, que recientemente confirmó la existencia de una estrategia a largo plazo para incrementar el uso de la energía renovable y depender menos de los combustibles fósiles.
En julio pasado, las autoridades cubanas autorizaron la importación sin fines comerciales de sistemas fotovoltaicos, sus partes y piezas, libre de aranceles aduanales, por parte de personas naturales. Y este jueves la empresa estatal Copextel comenzó en La Habana la venta al sector residencial de paneles solares con inyección a la red eléctrica de 1 KWp. El costo es de 55 000 pesos (CUP), lo que incluye todos los componentes del sistema, así como su transportación y visitas de los técnicos para instalación y montaje.
Cuando les pregunten q los trabajadores y no a los jefes algunas causas, verán que las cosas cambian
Y durante todo este tiempo hemos seguido construyendo hoteles de lujo (Kenpimsky, Packard, Prado y Malecon, 1ra y D, 25 y K, 3ra y 70 para nombrar solo algunos en La Habana) y nos dicen además que con capital 100% cubano!! (¿?)
No se puede entender la ecuación de falta de insumos