Empiezo por decirle, o aclarar, que yo no me creo “un poeta” Nunca lo he pensado. Lo he dicho en varias entrevistas. Muchos dicen que lo soy y me halaga recibir este elogio, no porque me considere un poeta, sino porque eso quiere decir que mis textos están cerca de algo que respeto y admiro sobremanera como es la poesía y/o los poetas. Con la música me pasa otro tanto. Cuando alguien de buena fe me dice: “eso es genial”, igual me siento muy halagado, pero no me fuerzo a creer que es genial. Todavía considero que hay una distancia muy grande entre mi obra musical y los Maestros de la música, a los que admiro y respeto demasiado “para profanarlos así”, como diría Martí. Por otro lado, creo que esto me ha salvado y me ha permitido llegar hasta aquí, sin dejar que el ego sea quien dicte las pautas a seguir, confiesa Mike Porcel.
Desde hace mucho tiempo sus canciones han sido interpretadas por disímiles artistas. La autenticidad de su obra difícilmente puede ignorarse en el amplio abanico de la música cubana.
La música siempre ha estado conmigo
¿Recuerda ese momento exacto, preciso, en el que la música tocó a su puerta, o viceversa? ¿Tendremos que seguir agradeciéndole a la guitarra?
Bueno, el momento exacto no sé si podré definirlo con precisión, pero lo que sí le puedo decir es que cuando pienso o recuerdo mi infancia, esta vuelve a mí llena de recuerdos musicales, temas de películas y series de televisión, música que escuchaban mis padres. Sin embargo, las imágenes de sitios y rostros suelen ser más confusas. He olvidado, o mezclo en mi memoria, otros acontecimientos de aquellos años pero nunca he olvidado un tema musical que me haya impresionado.
Sesenta o setenta años después vuelvo a reencontrar una de esas series de televisión y ¡zas!, ahí resurge aquel tema que me cautivó de niño una vez. Con esto le quiero decir que la música siempre ha estado conmigo desde muy temprana edad. Creo que siempre he pensado en términos musicales. Por ejemplo, aún conservo una foto de cuándo recibí mi primera guitarra en una navidad. Decían mis padres que de todos los juguetes que había bajo el árbol de navidad, ese fue el que primero escogí…entre otros muchos.
Volviendo a su pregunta inicial, y pensándolo bien, podría decirle que sí, que hubo un momento exacto en el que yo decidí seguir el camino de la música. Fue cuando tenía unos 15 o 16 años. Hasta ese momento quería ser ¡arqueólogo! No creo hubiera sido bueno en eso, para nada. Había leído la Ilíada y la Odisea, de Homero, y estos dos maravillosos clásicos habían “alterado” mi imaginación, al punto que era mi deseo el poder “desenterrar” alguna ruina antigua. Pero al final, no fue así. ¡Gracias a Dios!
Dos acontecimientos importantes en mi vida fueron los que cambiaron y decidieron mi camino a seguir: mi encuentro con Juan Cristóbal de Romain Rolland y mi relación con mi maestra de guitarra Leopoldina Núñez. En una de mis canciones cuento algo de eso:
Tendría unos dieciséis, cuando cambió mi inclinación y a sotavento se lanzó mi voz. / Tendría que jugar con el derecho y el revés para burlarme de la tradición. / Y así me convertí en “duende musical”, / con la pasión de un “Juan Cristóbal Krafft / Y tuve el gran amor que aun puedo continuar / cuando mi canto se reparte en los demás / con la doncella más graciosa y singular / que tiene el alma divida en seis razones / que si la rozas / con caricias de ilusiones / te da su beso transformado en un acorde / que lleva un surtidor en su cintura / en donde la canción abreva su amargura.
Creo que es la mejor explicación y descripción de aquel “exacto” momento al que usted se refiere.
¿Y cuánto aportaron en la construcción del artista las enseñanzas de su madre y el magisterio de Leopoldina Núñez, Harold Gramatges y otros?
Aportaron todo lo que la intuición por sí misma, es incapaz (o le toma mucho tiempo) de dar o descubrirte: el conocimiento. Ese cúmulo de experiencias pasadas de muchos otros músicos que te hace entender que “todo está inventado”, que muchos grandes de la música antes que tú, utilizaron esos mismos recursos e hicieron música exquisita, inolvidable y atemporal.
El músico, como cualquier otro artista tiene sus dudas, o nace, con una gran parte de intuición. Por eso han habido también grandes músicos intuitivos, de eso no hay dudas. Pero el conocimiento acaba de perfilar y pulir esa intuición que llevas por dentro. Mi madre fue mi primera maestra de guitarra. Cuando ella se dio cuenta de que no tenía más nada que enseñarme, empezó a buscar otros maestros, o mejor decir, profesores de guitarra. Así, recibí clases de muy distintos y variados estilos; a veces con un profesor en particular tres meses; con otros, seis o un año… Así fue que llegué a Leopoldina Núñez. Ella fue quien me inició en la guitarra clásica y me enseñó esos “secretos” que ya estaban descubiertos.
Para mí fue como un renacimiento interior. Ese momento de mi vida fue definitorio. Además de Leopoldina, yo tuve la suerte de tener excelentes maestros: con el maestro Harold Gramatges estudié contrapunto, armonía y orquestación; con el maestro Ángel Vásquez Millares, un hombre de una vasta cultura musical y literaria, descubrí el placer de “cómo escuchar la música”. En sus clases magistrales se escuchaba la ópera Orfeo de Monteverdi y seguidamente Taxman, de The Beatles, porque además era un hombre de una gran amplitud mental. No creo que muchos hayan tenido la misma suerte que yo en sus clases de Apreciación Musical e Historia de la música.
Tuve también la dicha de ser alumno de Vicente González Rubiera “Guyún” con el que estudié armonía aplicada a la guitarra. Un verdadero genio en este campo. A todos ellos les debo lo que hoy soy.
Es evidente en todo su trabajo el esfuerzo por concebir una obra que jamás parte de lo fácil. ¿Fue este, digamos, un “principio” aplicado desde el comienzo? ¿Por qué el deseo expreso de no ceder ante aquella música más “ligera” que algunas disqueras exigen a sus artistas en aras de alcanzar superventas?
Creo que sí, sin darme cuenta en aquellos años empezaba a perfilar una forma de hacer particular a mis creaciones, y esta no tenía nada que ver con la demanda popular, ni con las “político culturales” de moda. No me imagino haciendo lo que todo el mundo hace. Nunca seguí esa pauta. Esa actitud ante la creación te marca, definiendo y concretando una manera particular de hacer música, lo que muchos llamarían “un estilo”…pero sin dudas es el camino más largo, tortuoso y difícil.
Allá por la década del 70 en Cuba, cuando Beatriz Márquez interpreta “Diálogo con un ave”, por ejemplo, ya era un compositor conocido. A propósito, Mike, siempre me ha quedado la duda, ¿Qué inspiró esa metafórica conversación entre el caminante y el ave? ¿Algún suceso especial? Pienso hasta en una desilusión amorosa…
Bueno, yo no diría que era un compositor conocido. Nunca lo fui, salvo entre una “inmensa minoría” cómo diría Juan Ramón Jiménez. Y aun no lo soy. Conocí a Beatriz Márquez en una gira. Coincidimos en una “brigada cultural” organizada por el Instituto Cubano de Radiodifusión. En esa época, yo era miembro del grupo “Dada”.
Ella me escuchó Diálogo con un ave, que acababa de componer, y quiso grabarla. De no haber sido así, no creo que la canción hubiera llegado nunca a la audiencia general. Ella, además de ser una excelente cantante, sí tenía un público amplio y diverso. Siempre le estaré agradecido por haber incluido una canción de juventud en su repertorio. La grabamos Pedro Luis Ferrer y yo a dos guitarras en el estudio de Radio Progreso. Lo demás es historia.
La moraleja de la canción: “el amor es tormento de uno, la dicha entre dos y el odio entre tres…eso es”, la tomé de un cuento árabe que había leído (por cierto nunca más lo he vuelto a encontrar) en base a esta construí la canción.
La lista de intérpretes que han cantado sus temas incluye a Nacha Guevara, Elsa Baeza, Miriam Ramos, Santiaguito Feliú, etc. ¿Ha quedado completamente a gusto con esas versiones? ¿Aspiró a que alguien más interpretara su música?
Sí, siempre estaré agradecido a todo aquel intérprete que haya seleccionado e incluido una de mis canciones como parte de su repertorio. Para mí es un honor esto. Algunas de esas afortunadas canciones tienen más versiones que otras. Por ejemplo, Ángel Díaz (padre) —a quien conocí en casa de Leopoldina y con quien tuve una entrañable amistad—hizo una maravillosa y muy particular versión de Esa mujer que llega, pero nadie más que yo sepa lo ha hecho.
Farah María en la cúspide de su carrera hizo una linda versión de mi canción Paloma…que vuelve. Nadie la había vuelto a grabar hasta que yo la incluí en mi CD “Personal”. El cantautor Carlos Luis ha hecho su versión de algunas de mis canciones, entre ellas Amigos que además fue grabada por Elsa Baeza; Ay del amor ha sido una de las que más versiones ha generado.
No puedo olvidar qué Jesús del Valle fue uno de los primeros en incluirla en su repertorio. La versión de Diario, de Santiago Feliú fue muy buena y original. Creo que haciendo justicia su versión fue la que popularizó la canción. Amaury Pérez fue el primero que la grabó e incluyó en su primer LP donde, además, me dio la oportunidad de ser el orquestador. Como ve, parafraseándome a mí mismo, “no me puedo quejar”.
Nunca me fuerzo a crear
Mike, el arte de componer es tan complejo que algunos declinan con facilidad. A su juicio, ¿sólo con la inspiración, a la hora señalada, nace un buen tema? Dice Joaquín Sabina que las musas no cobran derecho de autor, ¿espera por ellas o afila diariamente el instrumento?
El proceso de creación es algo personal e intransferible. Yo creo en “las musas”, en mis “ángeles musicales”, en la “música de las esferas”, en eso que muchos llaman inspiración. He tenido pruebas de ello durante todos estos años. Pero quizás otros no lo ven así. Todo depende de la experiencia personal, o de sus creencias. Quizás por eso he rechazado y evitado en lo posible hacer “canciones por encargo”. Ya sea que el tema en cuestión no me interese, o porque no lo crea trascendente, o porque no estoy de acuerdo con él, no le dedico ni un minuto. Tiene que moverse en mí alguna fibra interior para dar el paso, de lo contrario no me sale nada, ni medianamente interesante.
Creo que sólo he hecho dos o tres de estas canciones por encargo, pero en todas ese requisito se ha cumplido. En mi experiencia personal, una canción, un tema musical, o incluso una orquestación puede surgir en cualquier parte o circunstancia: en la calle, durmiendo, en una reunión…escuchando incluso la música de otro compositor y no necesariamente luego surge algo ni parecido. Es un punto de partida un tanto misterioso. ¿Esperar por las musas? Sí, yo diría que sí. Ellas son las que desatan esa necesidad de expresarme (o expresarnos) convertido en música. Nunca me fuerzo a crear.
Su vínculo con el teatro es sumamente interesante, ¿pero fue siempre desde la música? ¿Llegó a escribir obras para ser representadas?
Sí, cuando entré en Teatro Estudio fui contratado como director musical, pero mi contacto con el teatro, que ocurrió en la mitad de mi carrera, fue como una segunda revelación. De esa experiencia surgió mi trabajo con los actores Carlos Ruiz de la Tejera y José Antonio Rodríguez con aquel espectáculo de poesía y canciones titulado “Que hablen los poetas”, que tanto dio que hablar en su momento. Cuando vivía en España hicimos una segunda versión de esta idea con la cantante Elsa Baeza y el actor español Francisco Rojas, dirigidos por el coreógrafo cubano— también exiliado en España— Guido González que vivía allí en esa época. Hicimos una pequeña gira dentro de la península y llevamos el espectáculo a dos ciudades de Bélgica: Bruselas y Brujas.
¿Ha encontrado otros caminos para expresarse artísticamente?
No, no lo he intentado. Creo que con la música, el intento de escribir textos inteligentes y bellos y aquella experiencia de algo cercano a la actuación en “Que hablen los poetas” ha sido suficiente experimentación. ¿No cree usted? Soy un mal dibujante y un pésimo bailarín.
Al salir de Cuba, su canto no “murió entre sueños de amor”. Pero crear en una tierra diferente, en contextos disparejos, bajo un estrés acumulado por circunstancias que conocemos… ¿Se reinventó musicalmente?
Yo siempre me estoy reinventando, para usar su misma expresión, que creo quiere decir que sigo creando sin repetirme. En estos momentos Mike Porcel, el compositor de canciones, el cantautor, ha pasado a un segundo plano de mi interés. No sé si se debe a que tengo otros intereses musicales y de alguna manera he crecido interiormente a otros retos creativos o que me siento un poco, abrumado digamos, por la cantidad de canciones que he escrito y que sé no voy a poder grabar, ni sacar a la luz antes de irme de este plano.
Como debe saber, en Cuba nunca grabé, salvo un par de canciones en un disco colectivo. Lo que quedó grabado fue gracias a Beatriz Márquez, Amaury Pérez, Farah María y otros intérpretes que incluyeron algunas de mis canciones en su repertorio. Fuera de Cuba, yo mismo he producido, grabado y orquestado mis CD´s “Intactvs”, “Personal” y “Echoes” que es un resumen, diría yo, de mis experiencias en con el grupo Síntesis y mi trabajo de cantautor y orquestador.
Como bien decía usted en una pregunta anterior, no hay casa discográfica que se haya interesado en mi obra. Ni creo la habrá. El negocio de la música llamada “popular” ha cambiado mucho y creo que en los últimos años para peor. De no haber dado ese paso de producir mis CD´s y de no haber contado con el apoyo de colegas-amigos como Ricardo Eddy Martínez, que ha mezclado y coproducido todos mis discos hasta el momento y con el talento y la colaboración de músicos como Ed Calle, Jorge González, “Pepino”; el violinista Pedro Alfonso, estos tres materiales todavía estuvieran en la memoria del deseo.
Los problemas con respecto a mi música no han cambiado mucho. Yo diría que en esencia, en el fondo son los mismos, solo que con distinto nombre. Respecto al estrés que menciona, supuestamente producidos por “aquellas circunstancias” que no vamos o no queremos mencionar en esta entrevista, quedó atrás hace mucho tiempo. Hubiera sido una pesada carga el andar con todo ese estrés u odio. He tratado de andar lo más “ligero de equipaje” posible. Creo que de alguna manera lo he logrado, aunque a veces estas “circunstancias” salen de nuevo a flote en alguna entrevista.
Aún creo en el amor
¿Cómo hace “para resistir la nostalgia y el tiempo?
Trato de evitar la nostalgia, o mejor, la canalizo a través de la creación que es el mejor siquiatra. Del tiempo nadie se libra pero se hace más viable sin una carga de nostalgia, o malos recuerdos. Además, ya lo dije en Diario hace años: mi credo es que “aún creo en el amor” y sigo creyendo. El amor es la mejor medicina para combatir la nostalgia y el tiempo.
El poema “Asonancia del tiempo”, de Waldo Leyva, me da pie para preguntarle: ¿cree que también fue “un hombre de su tiempo”?
Eso no lo sé, francamente, ni siquiera lo intenté o me lo planteé. La urgencia mía era crear y dentro de ese reto solo había presente. No había tiempo de andar pensando en el mañana y la posibilidad de la trascendencia. De nuevo esto me salvó de otra de las grandes trampas del ego. Me alegro así haya sido. No debo ser yo quien hable de mí mismo o de mi obra.
Preciosa entrevista!!!
Excelente entrevista. Gracias OnCuba News Gracias Mike Purcel. Por tus composiciones. Gracias por todas y en especial por En Busca de una Nueva Flor, Diario con un Ave. Coincidimos en una breve entrevista allá por 1987 o 1988