-¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?
-Comala, señor.
-¿Está seguro de que ya es Comala?
-Seguro, señor.
-¿ Y por qué se ve esto tan triste?
-Son los tiempos, señor.
Pedro Páramo, de Juan Rulfo
Comala es un pueblo hermoso. Comala alberga más historia que las que el devenir del tiempo permite. Comala es tierra de pasiones y asesinatos. Comala es salvaje, religiosa, dramática. Comala es tierra y sangre; purgatorio y paraíso. Comala existe, aunque solo sea una ficción.
El pueblo creado hace más de 60 años por Juan Rulfo para su novela Pedro Páramo aun es motivo de inspiración para artistas, quienes se apropian de los personajes y el realismo mágico de la historia del escritor mexicano para recrear escenas, en este caso, desde la danza, con el más reciente estreno de la compañía Rosario Cárdenas, en un trabajo conjunto estrenado en Cuba a propósito del Mes de la Cultura Francesa.
Comala es el nombre de la puesta en escena ideada por el coreógrafo y bailarín colombo-francés Alexi Marimón, quien confió en la experiencia de Cárdenas, Premio Nacional de Danza 2013, para el montaje de esta coreografía tan enrevesada y compleja como la novela de Rulfo, oportuno homenaje al autor cuyo natalicio 105 se celebró hace apenas unos días.
Para esta puesta en escena Marimón y Cárdenas acudieron a bailarines de La Habana, Ciego de Ávila, Holguín, Guantánamo y Colombia, vinculados a diferentes compañías con particulares estilos dentro de la danza contemporánea, como son Danza Teatro Retazos, Prodanza, Compañía Ensemble, Danza Fragmentada, Plataforma Híbridos, incluso de la Universidad de las Artes, entre otras compañías, en una obra que bebe del teatro para mostrar una mayor carga dramática a la coreografía.
La obra trasciende la gestualidad propia de los cuerpos de los danzantes en escena para apoyarse en diferentes recursos artísticos, para cargar de mayor intensidad la puesta, a través de la lectura de la propia novela en la voz de su autor, la interpretación en vivo del cantante colombiano Alex Quin, quien conmueve con su original versión de Coca por Coco, del grupo Herencia de Timbiquí.
Resulta este elemento fundamental para entender cómo la creación de Marimón se apropia de la novela mexicana para dotar la narración de un marcado sentimiento de identidad, con un montaje pensado al detalle, que se refuerza con la música de compositores como Olafur Arnalds, Wim Mertens, Max Richter entre otros.
Comala no cuenta con una banda sonora del todo latina. El autor ha preferido utilizar una música más propia del lenguaje cinematográfico para lograr una ambientación idónea y grata al espectador, en vez de recurrir a recursos sonoros más identitarios para caer en cierto facilismo y complacencia, al tratarse de una coreografía que parte de una obra del realismo mágico latinoamericano.
Tanto Rosario como el artista colombiano evitan los clichés al recrear escenas del texto, donde transitan desde movimientos más poéticos hasta bailes folklóricos, coqueteando incluso con movimientos más modernos para una mayor expresividad en escena, donde las coreografías grupales centran casi la totalidad de la narrativa bancaria.
Denominada por el propio Marimón como un “pueblo coreográfico en el Caribe”, Comala muestra la esencia de un paisaje mestizo e idílico que, aunque el espectador desconozca la historia de background, puede imaginarse su propia historia con los elementos que brindan los autores, pues la magia queda a merced de lo que el público desee entender, tal como llega a suceder con Pedro Páramo y la particular narración de su autor.
Más allá de identificar personajes de la novela original o sucesos específicos contados en el libro, en esta puesta en escena de la compañía Rosario Cárdenas el discurso resulta más ambiguo, lo cual permite al espectador adentrarse en un viaje al igual que lo hiciera Juan Preciado en la novela para conocer sus orígenes, un viaje para (re)descubrirse y conocer su historia, pues qué seríamos sin historia, al fin y al cabo.