Las últimas jornadas han estado cargadas de simbolismo para el béisbol cubano. En un plazo de ocho días, los peloteros de la Isla han mostrado al mundo su reluciente rostro, desde las jóvenes promesas, los jugadores consagrados en Grandes Ligas y las figuras inmortales que ya tienen una placa en el Salón de la Fama de Cooperstown desde este domingo 24 de julio.
La cronología comenzó el pasado sábado 16 de julio en el Juego de Futuras Estrellas de MLB que se desarrolló en el Dodgers Stadium de Los Ángeles. Allí, el capitalino Miguel Antonio Vargas, el santiaguero Oscar Luis Colás y el villaclareño Yosver Zulueta salieron al diamante y dejaron pinceladas de su talento.
Tres días más tarde, el 19 de julio, Néstor Cortés Jr. fue el único antillano que vio acción en el Juego de Estrellas de Grandes Ligas, un show de luminarias donde el zurdo se robó titulares por su espectacular guante con la bandera cubana y por su rendimiento estelar desde la lomita.
Para sellar una semana de lujo, este domingo 24 de julio fueron exaltados al Salón de la Fama de Cooperstown dos auténticas leyendas: Orestes Miñoso y Tony Oliva. El primero llegó al templo de inmortales de manera póstuma, tras años y años de espera en vida, mientras Oliva sí ha tenido la oportunidad de pararse frente a su placa en el santuario del béisbol estadounidense.
Todos estos hechos se conectan en una especie de ciclo infinito, en el cual no hay manera de determinar el principio y el fin.
Tony Oliva: “Llegar a Cooperstown no es un premio solo para mí”
Estrellas del futuro
Yosver Zulueta, Miguel Antonio Vargas y Oscar Luis Colás no desentonaron en su presentación durante el partido de Futuras Estrellas de MLB. El lanzador villaclareño retiró al único bateador que se enfrentó con un pitcheo, el infielder habanero negoció un boleto y anotó una carrera, mientras el versátil jugador santiaguero pegó un indiscutible.
Al margen de su rendimiento, lo verdaderamente trascendente es que ellos pasaron a formar parte de un grupo de más de 30 peloteros cubanos que han estado en el Juego de Futuras Estrellas de MLB, surgido en 1999. En este lapso de más de 20 años, grandes promesas de la Isla fueron seleccionadas para el evento y después, en efecto, cumplieron las predicciones y también brillaron en el Big Show.
Dannys Báez, Kendrys Morales, Yunieski “Riquimbili” Betancourt, Yunel Escobar, José Fernández, Jorge Soler, Yandy Díaz, Yordan Álvarez, Yoan Moncada, Randy Arozarena o Luis Robert son algunos de los nombres que en su momento se presentaron como talentos del béisbol antillano y luego ascendieron a lo más alto. Muchos de ellos nos dejaron carreras históricas y otros todavía están dando que hablar en las Mayores.
Pese a no existir un flujo normalizado de peloteros cubanos rumbo a Estados Unidos, el talento de la Isla ocupa cada vez más espacios en el sistema profesional norteño. Vargas, Colás y Zulueta forman parte de la clase más brillante y avanzada que está cerca de escalar al máximo nivel, pero en realidad son solo la punta del iceberg en una nutrida representación de cientos de jugadores insertados y firmados con distintas organizaciones.
Si en la primera década del presente siglo no llegamos a diez peloteros invitados al Juego de Futuras Estrellas, desde el 2011 hasta la fecha ya son más de 20 los que han sido seleccionados para el evento, prueba irrefutable de que estas nuevas generaciones marcarán el camino del béisbol cubano en Grandes Ligas a corto y mediano plazo.
Y mientras estos chicos terminan de hornearse, otras estrellas ya establecidas se encargan de mantener en alto el prestigio del deporte nacional en MLB. Néstor Cortés y Yordan Álvarez son dos de esos jugadores excepcionales, ambos seleccionados para el All Star del 2022 luego de completar una primera mitad de temporada en extremo brillante.
Por desgracia, una lesión impidió a Yordan mostrar su swing devastador frente a los fanáticos de Los Ángeles, pero sus números no dejan margen a las dudas: estamos frente a un bateador de época. El tunero lidera a todos los jugadores de las Mayores en slugging y OPS, y lleva ritmo para convertirse en el primer cubano de la historia con una temporada de 50 jonrones.
Además, con solo 25 años, no es descabellado pensar que Álvarez podría estar castigando a sus rivales al menos por una década. Precisamente, este detalle invita a muchos fanáticos a defender la tesis de que, entre todos los hombres que hoy saltan a los diamantes de MLB, el cubano es uno de los pocos con opciones reales de aspirar a una placa en Salón de la Fama si sostiene su descomunal paso con el madero. Quizás pensar así sea demasiado pretencioso, pero no es algo que incordie al cubano, quien sigue jugando con mucha naturalidad.
En el caso de Cortés, ha ido más por debajo del radar, sin el cartel de prospecto destacado. No obstante, la suya es una historia de superación, un rasgo identitario de muchos peloteros cubanos. En cuestión de dos años, el chico del Surgidero de Batabanó ha pasado de ser un lanzador común y corriente en la marea de MLB a convertirse en uno de los mejores abridores de los Yankees, con todo lo que implica estar bajo los focos de Nueva York.
No fue casualidad su selección al Juego de Estrellas, como tampoco lo ha sido el inning en blanco que logró en el clásico de verano. Con par de ponches resolvió el zurdo su presentación entre los mejores serpentineros de la Liga, algo que solo cinco cubanos habían logrado antes: Camilo Pascual (1961), Mike Cuéllar (1967 y 1971), Luis Tiant (1968), José Fernández (2013) y Aroldis Chapman (2015 y 2019).
Por cierto, hay quien se empeña en ubicar a Cortés como estadounidense, porque toda su formación beisbolera se produjo en la Florida. Sin embargo, el tirador siente por Cuba, siente a Cuba bien cerca, como demostró al llevar la enseña nacional en su guante durante el All Star. Ahora que se habla tanto de convocatoria para el Clásico Mundial, habría que ver cuál argumento utilizará la Federación Cubana si a la postre no lo llama a sus filas.
El punto de partida
En la parte baja de la avenida Susquehanna, a una milla del Museo del Salón de la Fama, los cubanos Orestes Miñoso y Tony Oliva fueron exaltados como inmortales de las Grandes Ligas este domingo 24 de julio. Allí, en las afueras del Clark Sports Center, se vivió un momento histórico para el béisbol cubano, que sumó dos nuevas placas en Cooperstown tras las de los jugadores Martín Dihigo, Tany Pérez, Cristóbal Torriente y José de la Caridad Méndez, el ejecutivo Alex Pompez y el periodista Rafael “Felo” Ramírez.
Miñoso, fallecido en el 2015, no estuvo físicamente, pero su legado nos garantiza su presencia eterna. “Fue un dios. Para nosotros, era un dios. El nombre de Minnie en Cuba es algo muy, muy grande. En lo particular, me siento bendecido por haberlo conocido y pasar tiempo con él, porque es un tremendo ser humano. Un dios”, dijo recientemente sobre Mr. White Sox el estelar José Abreu, uno de los más fieles continuadores de su gesta en Chicago.
Miñoso construyó el camino para que cientos de peloteros latinos tuvieran la oportunidad de mostrar su talento y brillar en el mejor béisbol del mundo, algo impensado a mediados del siglo pasado. Quizás por eso, por conocer al pie de la letra la magnitud de su legado, es que cuesta tanto entender por qué demoraron tanto en abrirle un espacio en el Salón de la Fama de Cooperstown, templo al que pertenece y al que debió entrar en vida.
“Miñoso tocó muchas vidas porque jugó en una era bien fuerte, de mucha exigencia. Yo no lo vi jugar en ese tiempo, pero recuerdo que escuchaba los partidos por la radio y tenía hasta una canción dedicada a él: «Cuando Miñoso batea de verdad, la bola baila cha cha chá». Ese coro no se me olvida. Era un ídolo para todos nosotros”, nos dijo Tony Oliva hace unos meses.
“Tuve la oportunidad de conocerlo aquí en Estados Unidos y de compartir con él varias veces. Siempre pensé que iba a entrar antes en el Salón de la Fama por su calidad como pelotero y porque fue y es una inspiración. Rompió la barrera racial para los peloteros latinos y de qué manera, como un gran pelotero. Yo digo que, entre todas las estrellas de esa época, Miñoso merece el doble de reconocimiento, porque soportó las humillaciones a las que eran sometidos los negros y brilló en el terreno”, abundó Oliva, quien ahora acompañará a uno de sus ídolos en Cooperstown.
Si se quiere, la exaltación de Tony, leyenda de los Minnesota Reina, también ha demorado. El pinareño quedó a un voto de la elección en el 2015, cuando lo invadió un sentimiento de decepción.
“He tenido la oportunidad de estar aquí en Cooperstown muchas veces para las inducciones de Paul Molitor, Kirby Puckett, Rod Carew, Orlando Cepeda, muchos, muchos más. Pero la última vez que vine, dije que la única manera de volver a Cooperstown es si me elegían para el Salón de la Fama. De lo contrario, no volvería nunca más”, ha dicho recientemente Oliva, a quien afortunadamente le ha llegado su hora.
La exaltación de Oliva pudiéramos verla como el ascenso definitivo a la cumbre, el cierre que todos buscan tras una carrera gloriosa. Sin embargo, prefiero quedarme con la idea de que hechos de este tipo, en realidad, son un punto de partida, una inspiración.
Una visión similar nos dió José Ariel Contreras cuando le preguntamos si se consideraba un precursor de la explosión de peloteros cubanos en MLB durante la última década. Ante esa interrogante, el otrora estelar serpentinero nos dijo que las glorias del pasado fueron quienes realmente abrieron el camino -tanto dentro como fuera del terreno- para todo lo que tenemos hoy.
“Cuando hablo de esto siempre me refiero a Minnie Miñoso, a Luis Tiant, a Tony Oliva, a Barbarito Garbey y más para acá a René Arocha”, nos comentó Contreras, agradecido por el legado de estas estrellas, que son patrimonio de la nación.