Aeropuerto de Sevilla.
6 y 10 de la mañana.
Cola en Vueling. Nadie gana.
Una cola siempre humilla.
Hay gente con mascarilla.
Gente con cara de sueño.
Gente de “el mundo es pequeño”.
Trolleys. Mochilas. Maletas.
Musulmanes y poetas.
Bostezos buscando al dueño.
Viajo rumbo a Barcelona.
Hoy tengo “bolo” y taller.
De nuevo el amanecer
mi cuerpo desalmidona.
Pero el sueño no perdona.
Tengo cara de cansado.
La mujer que está a mi lado
me mira con gesto triste.
Mi rostro parece un chiste
mal contado.
Llegué temprano. Y por gusto.
Se me echó a perder el día.
¡Viva Vueling! ¡Compañía
especialista en disgustos!
No se gana para sustos.
Cuando ya iba a facturar
me explican, sin pestañear:
– Hay overbooking, Pimienta. Overbooking: ¡sobreventa!
Quizás no puedas volar.
Es la última vez que vuelo
con Vueling. Basta de estafas.
Mafiosos con negras gafas.
Tramposos a ras de suelo.
Que te la meten al pelo.
Y quien te habla no se corta.
Lo que menos se soporta
—oh, pérfida Compañía—
es la falta de empatía.
El gesto de “no me importa”.
Pensé que ya no se hacía
la trampa del overbooking.
Vueling, perhaps you should look in
tu conciencia: está vacía.
Un día esta compañía
quebrará, no tendré gente
que se deje diariamente
engañar y avasallar.
Será solamente hangar.
Tendrá aviones solamente.
La mujer del mostrador
(la flaca supervisora)
es una computadora,
un robot, un transmisor.
Ni un gesto de “por favor”.
Ni un “lo siento” en su mirada.
Está tan acostumbrada
a hacer sufrir a la gente
que se le nota en la frente
la mala leche arrugada.
Te habla, pero sin mirarte.
Y si mira, no te ve.
Es una escoba de pie.
Una mala obra de arte.
Disfruta con enfadarte.
Se regodea, se alegra.
Un ogro, una ogra, una “egra”.
Qué sé yo: un rostro malvado.
Gracias a ella se han creado
todos los chistes de suegra.
La miro bien: tiene un poco
de Cruella de Vil y Jadis
(la Bruja Blanca). ¡Quo Vadis!
Es para volverse loco.
Es viscosa como un moco.
Fea cual Fiona con peste.
Es Harley Quinn (aunque cueste
comparar: mala fortuna)
Es Sanderson (tres en una).
Bruja Mala del Oeste.
Es Lucretia. Es Madame Gao.
Madrastra sin Blancanieves.
Madre Gothel (con relieves).
Maléfica en un tablao.
Rita Repulsa con vaho.
Minerva, Viuda maldita.
Reina Malvada que grita.
O Nizca que no se calla.
Es Sadako (sin pantalla)
y Úrsula sin Sirenita.
En fin, la pobre mujer.
Un engendro femenino.
Vueling, con su olfato fino
la buscó y le dio poder.
Y ya nada pude hacer.
Pedí una reclamación.
Me habló de indemnización.
Me dijo “no pasa nada”.
Le faltó la carcajada.
Hablaba con voz de avión.
Como Vueling no es confiable
yo incluso sugeriría
buscarle a la Compañía
un nombre más responsable,
que por sí solo ya hable:
Mierding estaría bien.
Tramping o Estafing también.
Engañing. Mentiring. ¡Bravo!
Frauding o Embusting. Ya acabo.
Burling o Artimañing. The end.
“Mierding Airlines les anuncia
su vuelo destino Roma”
Y como es en otro idioma:
“¿Frauding cómo se pronuncia?
“Mentiring Fly no renuncia
a la ruta a Barcelona”
“Burling Fly y Mercadona
están perdiendo clientes”.
“Embusting busca más gentes”
“Artimañing no perdona”.
Overbooking? Artimañing?
¡No me jodas! ¿Otra vez?
¿¡Píldora del día después!?
¡Esto es tan solo en Españing!
¡Ey, no empujing, no regañing!
¡Aquí el orden con relajo!
Que no protesten, carajo.
¿Hoja de reclamaciones?
¿De verdad? ¡Manda cojones!
¡Si solo hago mi trabajo!
Y me convenció. La flaca
con cara de personaje
de Marvel. ¿Fue su lenguaje?
¿Su mala leche sin vaca?
¿Su explicación de “esto es caca”?
¿Sus gafas? ¿Su pelo negro?
¿Su alma de suegra sin suegro?
No sé qué me convenció,
pero allí me quedé yo
con cara de, “ok, me alegro”.
Y la “Egra” (no ogro ni ogra)
me reubicó en otro vuelo.
Casi se me cae el pelo
de la emoción. ¿Qué no logra
una mujer que malogra
la risa de un pasajero?
Niño, si solo es dinero.
Niño, es tiempo solamente.
Calma, mi amor, mi paciente
negrito overbooquinero.
Mira, un nuevo boarding pass.
Todo en inglés: boarding, boarding!
Y es un vuelo sin transbording.
Esta vez sí volarás.
Niño, no te quejarás.
Irás mirando el paisaje.
No fue más caro el pasaje.
Y has volado el mismo día.
Mierding Fly, tú compañía,
Te desea un feliz viaje.
Y cuando volví a embarcar
(10 horas después de hora)
llamé a la supervisora
que no me dejó viajar.
– Venga, le quiero entregar
mi hoja de reclamaciones.
Y en lugar de anotaciones quejosas y protestonas
le di décimas burlonas
décimas no, decimones.
Pero miren qué ironía.
Me han dicho que los de Vueling
ahora están todos “de dueling”
porque aman la poesía.
Que la flaca no sabía
dónde la cara meter.
Y que la pobre mujer
lleva dos meses de baja.
Ahora en su puesto trabaja
¡Una que no sabe leer!
¡Y manda mierding!
¡Con dos cojoning!
¡Maldita Vueling!
¡No te perdoning!
¡Maldita Vueling!
Vaya abandoning.
¿Raclamacioning?
¿Indemnizacioning?
¡Mis decimonigs!
¡Good bye! ¡Good morning!
Jajajaja