Hebe de Bonafini, presidenta de Madres de Plaza de Mayo, falleció este domingo a los 93 años. La noticia ha golpeado fuerte en Argentina y allende los mares. Ha partido uno de los iconos de la lucha por los derechos humanos a nivel mundial.
El presidente Alberto Fernández decretó tres días de duelo oficial en “homenaje a Hebe, su memoria y su lucha que estarán siempre presentes como guía en los momentos difíciles”.
La vicepresidenta Cristina Fernández, unida a Hebe por un profundo afecto, estuvo entre las primeras personas en publicar un mensaje de condolencia.
“Queridísima Hebe, Madre de Plaza de Mayo, símbolo mundial de la lucha por los Derechos Humanos, orgullo de la Argentina. Dios te llamó el día de la Soberanía Nacional… no debe ser casualidad. Simplemente gracias y hasta siempre”, escribió Fernández en sus redes.
Alejandra Bonafini, hija de Hebe, tuvo a cargo la confirmación de la noticia a través de un comunicado:
“Con mucho dolor informamos que hoy a las 9.20 falleció Hebe de Bonafini. Agradecemos enormemente las demostraciones de amor, acompañamiento y preocupación que en estos días de internación en el Hospital Italiano de la ciudad de La Plata, como en toda su trayectoria militante, ha recibido mi madre.
Son momentos muy difíciles y de profunda tristeza y comprendemos el amor del pueblo por Hebe, pero en este momento como familia tenemos la necesidad de llorar a la Madre de Plaza de Mayo, a Hebe, en intimidad, por lo que iremos informando a partir de mañana cuáles serán los espacios para los homenajes y recordatorios.
Desde ya no hay palabras que signifiquen realmente mi profundo agradecimiento para con el equipo de salud médico que durante tantos años la asistieron y cuidaron como, así también, al equipo médico, de enfermería, auxiliares y directivos del Hospital Italiano de La Plata, que durante los días de internación estuvieron al lado de mi madre cuidándola con mucho amor y respeto.
¡La seguiremos encontrando a Hebe en la Plaza y en las luchas de pueblo!
Alejandra Bonafini
Por su parte, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, también despidió a Hebe. “Es una enorme tristeza, sabemos que no somos eternas, pero [somos] compañeras de hace 46 años. Con dificultades. No deja nada que no sea su fuerza, la fuerza de Hebe, con errores como tenemos todas, caminó, hizo [algo] de esta necesidad de las mujeres, de las Madres y las Abuelas, de encontrar y saber dónde están y qué hicieron con ellos”, sostuvo.
Carlotto además confesó: “No compartí muchas cosas; pero no significa que somos enemigos ni mucho menos, la lucha es la misma y el dolor es el mismo. Es un día de duelo. Seguramente la vamos a extrañar, porque personas así llenan la historia. Su temperamento sembró mucho (…) Hay que respetarla desde el dolor y el silencio”.
En octubre, en la que sería su última aparición en público, asistió a la inauguración de una muestra fotográfica dedicada a su vida en el Centro Cultural Néstor Kircher. En las instantáneas de la sala se mezclaban la mirada tierna de una pequeña Hebe en el entorno familiar; la una Hebe joven sonriente en una playa; la felicidad de una Hebe el día de su boda; la de una Hebe madre, rodeada de sus tres pequeños; la de una Hebe en las calles, con un pañuelo blanco, coronando su cabellera como símbolo de lucha; una Hebe desafiante y liderando una ronda de madres en la misma plaza en la que militares a caballo y con porras las reprimen…
La Hebe de 93 años y voz firme, refiriéndose a Jorge Omar y Raúl Alfredo, sus hijos secuestrados y desaparecidos por la dictadura cívico militar en 1977, confesó ante los presentes: “Me olvidé de quién era el día en que ellos desaparecieron. Nunca pensé más en mí”.
Además de sus hijos, la dictadura le desapareció a una nuera, la esposa de Jorge, y desapareció a decenas de miles de otras hijas e hijos argentinos. El dolor se transformó en lucha y Hebe se convirtió en la madre de todos. En 1979 fundó, junto a otras compañeras, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, organización que presidió desde entonces hasta ahora.
Quien tuvo la oportunidad de verla o escucharla alguna vez, quizá pensó que un corazón así no pararía nunca de latir. Su fuerza y su energía, incluso siendo nonagenaria y sobre una silla de ruedas, eran electrizantes. Hasta hace poco estuvo presente, como cada jueves, en la Plaza de Mayo, en las rondas históricas de las Madres. Allí, donde Hebe es eterna, donde ella y sus compañeras libraron tantas batallas, seguirá rondando su legado.