En la esquina de las calles 23 y F, en la barriada habanera del Vedado, una pequeña parcela está ocupada el parque Martin Luther King Jr. El sitio, como revela su nombre, honra el legado del conocido pastor estadounidense, activista por los derechos civiles y contra la discriminación racial, asesinado en Memphis, Tennessee, en 1968. Pero no solo el suyo. En el reverso del mármol negro con su efigie se descubre el rostro de Malcom X, otro importante luchador afroamericano, baleado tres años antes en Nueva York. Un segundo mural de mármol, con frases alegóricas de ambos y del desaparecido líder cubano Fidel Castro, refuerza el simbolismo del lugar.
Sin embargo, a pesar de la céntrica ubicación del sitio, no pocas personas desconocen su dedicatoria y significado. Para muchos de los que transitan por la zona, o hacen tiempo en sus alrededores, o en una cercana parada de ómnibus, se trata de un parque más, como tantos otros de la capital cubana, convertido en paisaje rutinario, anónimo, golpeado incluso por la desidia y la depredación.
Un parque del que en algún momento desaparecieron las luces y las letras doradas de sus murales —afortunadamente ya repuestas— y en el que ahora mismo el simple acto de sentarse es todo un desafío, pues sus bancos son meras caricaturas de lo que fueron, despojados con impunidad de sus listones de madera.
Otros elementos, como el piso, la jardinería y la limpieza, de seguro también agradecerían algún retoque, mientras que el cuidado y la vigilancia sistemática del lugar contribuirían a conservarlo mejor, impedir el robo de lo ya restaurado, y evitar que se convierta —como ya ha sucedido— en albergue de deambulantes y baño público.
A ello bien podría añadirse un uso que transcienda el mero reposo y esparcimiento, que aproveche los valores y dedicatorias del sitio no solo para conmemoraciones y actos puntuales, sino para actividades educativas y culturales diseñadas de manera regular.
Lograr todo ello, hasta ahora, no ha sido sencillo. En todos sus años de existencia, el parque ha pasado por momentos de esplendor y abandono, de visibilidad y olvido, de reparaciones y pillajes. Así, hasta llegar al presente, cuando, tras el impacto de dos años de pandemia —y a pesar de una restauración estatal previa a la COVID-19 y una estrategia gubernamental para la reanimación de este tipo de espacios— no muestra precisamente su mejor imagen.
Esta realidad podría cambiar, y de hecho ya lo está haciendo, gracias a una alianza en proceso entre el sector privado y las autoridades locales, un proyecto que involucra también a instituciones culturales y a la propia comunidad y que esboza cuánto podría lograrse en Cuba, aun en el complejo escenario que vive el país, con voluntad de concertación e inteligencia, y cuánto podrían aportar a la sociedad cubana los nuevos actores económicos si se potencia y favorece su proyección social en los entornos en que se desenvuelven con sus actividades económicas.
Un parque DisTinto
Hace solo unos días, detrás del parque Martin Luther King Jr. abrió sus puertas DisTinto Fast, el nuevo establecimiento de una mipyme privada que ya contaba con un restaurante en Miramar y que tiene en planes la apertura de otros locales en la ciudad para “seguir creciendo”. Pero aun desde antes de la inauguración, mientras acondicionaba un espacio que se encuentra ubicado donde previamente existió otro restaurante, esta pequeña empresa puso también sus ojos y sus manos en el parque, “pensando en lo que podíamos hacer, en cómo apoyar en su rescate y conservación”, según refirió a OnCuba Raydel Carnota, socio principal de la mipyme.
“La idea de intervenir el parque fue nuestra, porque nos parece importante no quedarnos solo en nuestro local, sino también aportar al entorno, que es de por sí un valor para nosotros, porque el parque nos brinda privacidad, y además tiene otros valores y significados por su historia y las figuras a las que honra. Por eso nos acercamos al gobierno y le planteamos lo que queríamos hacer”, explica.
“De momento, ya repusimos las luminarias y nuestra intención es seguir contribuyendo con el lugar, apoyar en la restauración de los bancos, en mantener la jardinería —añade—, y como estamos abiertos las 24 horas también podemos proveerle al parque la seguridad y la limpieza todo el tiempo, para que se mantenga de la mejor manera y pueda usarse en diferentes actividades. Para ello estamos en proceso de negociación con las autoridades y con otros actores, como un grupo artesanos que también tienen presencia en el parque y entidades como la Comisión Aponte de la Uneac, para aliarnos en este proyecto y coordinar qué más podemos hacer en beneficio del parque”.
Para Carnota, un joven de 27 años también asociado a Deporte Total, un proyecto de desarrollo local enfocado en la práctica deportiva, para una mipyme privada como la que lidera “tener una proyección social y de contribución pública, es algo muy importante por lo que puede representar ya no solo para nosotros como negocio, sino para el entorno en el que nos desenvolvemos y para toda la sociedad”.
“Esa proyección tratamos de sostenerla en lo relativo a nuestra empresa, ya sea apoyando un espacio público, como en este caso, o de cualquier otra forma en que podamos ayudar a la comunidad. En eso siempre vamos a poner nuestros mejores deseos”, confirmó.
Al respecto, Fidel Ernesto Hernández, intendente del municipio habanero Plaza de la Revolución en el que se hallan el parque y el nuevo establecimiento de DisTinto, insiste en el valor de esa proyección social de las formas de gestión no estatal en el actual escenario de la isla y, en particular, en las dinámicas locales.
“Es algo que tratamos de potenciar desde el gobierno del municipio —explicó a OnCuba—, porque no se trata solo de tener un negocio que pueda reportar ganancias materiales, sino de acompañar ese elemento económico con una responsabilidad social y un beneficio colectivo, y de que esos actores tengan un protagonismo efectivo en su comunidad”.
Sobre el caso específico del parque Martin Luther King Jr., Hernández comenta que su intervención forma parte de una estrategia para el rescate y conservación de este tipo de sitios —de los que existen alrededor de 90 en Plaza—, en la que deben cumplirse las regulaciones urbanísticas existentes y “se sigue un principio de integración y coordinación con las nuevas formas de gestión económica”.
“Ello —aclara— no significa que con los aportes que estas pueden hacer al parque se conviertan automáticamente en dueñas del mismo. El parque mantiene su carácter público, de esparcimiento y disfrute de la comunidad y de la población en general, y con estas formas de gestión lo que se coordina es qué aporte pueden hacer, cómo lo van a hacer, como estamos haciendo en este caso, de conjunto con otros actores y también con el municipio”.
Un referente y también un compromiso
El pasado domingo se inauguró oficialmente el nuevo alumbrado del parque, asumido por DisTinto y primer paso de un proyecto de renovación y conservación a varias manos que pretende no solo recuperar la imagen del sitio, sino también brindarle un mayor uso y vitalidad.
La puesta en marcha de este proyecto, que tiene todavía mucho camino por recorrer y potencialidades por explotar, resulta sin dudas una señal de cambio, para bien, en el actual contexto cubano, un escenario marcado, entre otros aspectos, por un cada vez mayor protagonismo del sector no estatal —aunque no exento aún de trabas, resquemores y contradicciones— más allá, incluso, del ámbito de la economía.
“Los parques y las plazas son espacios sociales de un indiscutible significado y valor, y en Cuba durante años se invirtió mucho dinero por parte de las autoridades locales y nacionales en su construcción y mantenimiento, pero las complejas condiciones económicas del país hacen muy difícil que el Estado asuma toda la carga”, reconoce Carlos Fernández de Cossío, viceministro cubano de Relaciones Exteriores.
“Pero hay nuevos actores en nuestra sociedad, nuevos participantes que tienen una conciencia social y el ánimo de contribuir a la construcción de una vida más plena, más próspera a nivel colectivo, y por ello me parecen significativas experiencias como esta que, además, reconocen la Historia y a personalidades como Martin Luther King Jr. y Malcom X, que, con sus enfoques propios, fueron grandes luchadores por los derechos civiles, contra el racismo y en defensa de la comunidad afroestadounidense, y tuvieron un rol tan importante no solo dentro de su país, sino para toda la humanidad”.
Con esta apreciación del vicecanciller de la isla coincide Rolando Renzoli, vicepresidente de la Comisión Aponte de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), que desde la cultura y la acción social se dedica a enfrentar la discriminación racial y promover el legado cultural africano. En su criterio, la iniciativa en marcha en el parque Martin Luther King Jr. resulta “muy loable” y, por ello, puede y debe convertirse en un referente a seguir en otros lugares de La Habana y todo el país.
“Desde la Comisión Aponte consideramos que se trata de un proyecto muy loable, porque tiene lugar en un parque muy céntrico de la ciudad y por las figuras a las que este parque está dedicado —dice a OnCuba—. Nosotros ya hemos colocado aquí ofrendas florales y les hemos rendido homenaje a estas grandes figuras, así que es un espacio que conocemos bien, que valoramos por su significado, y del que no hemos estado alejados, pero que su reanimación la lleve adelante la sociedad civil, los nuevos actores económicos, los vecinos, en alianza con el gobierno municipal, y con nuestro apoyo, es algo que merece realce y acompañamiento. Nos parece que se trata de un proyecto que puede convertirse en un referente para otros espacios similares del país y ahora lo que resta es que pueda continuarse, mantenerse y aprovecharse con acierto”.
No obstante, para Renzoli, como para Carnota y otros actores involucrados en la iniciativa, la intervención y restauración del parque no puede ser el único fin. Por el contrario, resulta necesario darle al sitio un uso acorde con sus valores y connotaciones, y alcanzar un compromiso conjunto que posibilite su empleo más acertado. En este sentido, considera, son diversas las acciones que pueden realizarse, pero su diseño y ejecución requieren una integración efectiva de diferentes entidades, incluida la suya, para lograr hacerlas realidad más allá de las buenas intenciones.
“No se trata solo de que el parque se restaure, sino de que se le dé una utilidad adecuada y que el lugar se identifique en la comunidad, entre los habaneros, que muchos no saben a quiénes está dedicado el parque porque no le damos ese valor de uso”, sostiene Renzoli.
“Si traemos estudiantes de escuelas cercanas en alianza con el ministerio de Educación, si las organizaciones juveniles hacen actividades aquí y también los círculos de abuelos y se realizan otras de carácter artístico, cultural, pues se puede realzar el lugar, su historia, y las figuras a las que se honra en el parque, que son muy importantes para entender la lucha no solo de los afroamericanos por sus derechos civiles, sino la lucha contra el racismo en sentido general y la lucha de todos los explotados del mundo. Así que nosotros como Comisión Aponte y como Uneac tenemos el deber y la intención de sumarnos a este proyecto, y de tener un protagonismo junto a sus promotores, las autoridades y las instituciones del territorio”, agregó.
Las luces del cambio del parque Martin Luther King Jr. están ya encendidas. Esperemos entonces que no se apaguen y alcancen todo el espacio —físico y simbólico— de este espacio urbano y también más allá de él.
Una iniciativa muy loable, si se convirtiera en una práctica demorariamos menos en tener la ciudad que queremos