Con el Mundial de Fútbol aparecen, como nunca antes, las cábalas. Sí, el fútbol entre argentinas y argentinos, además de despertar las más fuertes pasiones, está asociado a rituales supersticiosos.
Y es un fenómeno muy serio. Poco antes de que arrancara esta cita mundialista, la estadounidense P&G, en conjunto con el Instituto Ipsos Group S.A., con sede en París, Francia, realizaron un estudio en varios países para recopilar datos sobre hábitos, comportamientos y creencias de los aficionados. Argentina resultó ser el país más cabulero de Latinoamérica.
La palabra “cábala” tiene origen hebreo. Significa “recibir” y es una invocación a la suerte que supone acudir a un ritual particular. También es una manera de atarse a la esperanza.
En el planeta Fútbol ganar el juego será siempre el objetivo de las cábalas; aunque la victoria no sea una cuestión de azar, sino de goles.
Una de las cábalas más tradicionales y comunes del fútbol es la de observar los partidos en el mismo sitio, en el mismo puesto (sentado o de pie) y rodeados de las mismas personas. Otra muy conocida —y quizá no muy higiénica— es no lavar la camiseta mientras dure el Mundial.
En pleno juego aparecen un par de rituales clásicos. Para atraer la buena suerte a la hora en que al equipo le toca patear un penal, un tiro de esquina o un tiro libre, el hincha cruza los dedos y el del medio y apunta a la pantalla del televisor o, de estar en el estadio, hacia el jugador. Si, por el contrario, quien ejecuta es el equipo contrario, se hacen cuernitos con las dos manos para que falle el rival.
Las cábalas en este Mundial también inundaron las redes sociales. En estos días fue tendencia para Argentina en Twitter el curioso pedido público de un chico a su novia para los próximos partidos de la albiceleste en Qatar 2022: “¿Le podés decir a tu dentista que por favor te saque los brackets después del Mundial? Porque ya miraste los cuatro partidos con brackets. Por favor, decile”, imploraba el enamorado como si retirarlos antes pudiera darle mala suerte al equipo.
Es tan fuerte el mundo cabulero futbolístico argentino que termina por contagiar hasta al más dialéctico materialista. No importa si el equipo está bien entrenado, con impecable cosecha de victorias, que sea muy difícil para los rivales o tener jugadores estrella; las cábalas siempre estarán presentes. Es algo histórico y tradicional.
Son famosas las adoptadas por el equipo argentino Campeón del Mundial en México 1986. Eran tantas, que su director técnico, Carlos Salvador Bilardo, solía justificar los rituales alegando que “no hay cábalas, son costumbres”.
Las más célebres están asociadas al ómnibus que usaban durante la competencia. Cada miembro del equipo, liderado por Diego Armando Maradona, tenía que sentarse en el mismo puesto. En el trayecto del hotel a los diferentes estadios tenían que escuchar siempre las tres mismas canciones y en el mismo orden: “Total eclipse of the heart” de Bonnie Tyler, “Eye of the Tiger” de Survivor (Rocky III) y “Gigante chiquito” de Sergio Denis. Es más, el tercer tema debía terminar en el instante que el transporte llegaba a su destino.
Cuentan que en el partido final contra Alemania el traslado desde el hotel al estadio Azteca duraba 5 minutos. No se llegaba ni al final de la segunda canción. Obligado por Bilardo, el chofer aminoró la velocidad y manejó unas cuadras de más, rompiendo el protocolo de seguridad. Exactamente cuando terminó la tercera canción, la selección argentina llegó a la puerta del estadio en el que unas horas después se coronarían campeones del mundo.
Cuando aquello sucedió, Lionel Messi tenía un año. En una entrevista con el diario deportivo Marca el rosarino y referente de la actual selección argentina reveló algunas de sus cábalas.
Lio siempre entra al campo de juego con el pie derecho. Y el día previo a disputar un partido importante, antes de irse a dormir “me gusta dejar preparada la mesa para la mañana siguiente y que en el desayuno cada uno (de su familia) esté siempre en su lugar, en el mismo sitio”, reveló el 10 argentino quien, además, confesó tener otras cábalas “secretas”: “prefiero guardármelas”, dijo.
Creo en la materia como base de la realidad pero, “por si acaso”, he adoptado mis recursos mágicos para Qatar 2022.
Durante los partidos de este Mundial voy a hacer fotos en el mismo sitio, un parque inmenso en Buenos Aires en el que han dispuesto una pantalla gigante y se congregan miles de personas para alentar a la albiceleste.
El primer tiempo del juego siempre me paro de espaldas a la pantalla. Ahí, mientras paneo al público, veo partido tras partido a los mismos personajes, en el mismo sitio: una señora de unos 70 años con atuendos identitarios argentinos, un niño con el pelo pintado con los colores de la bandera, una joven dándole el pecho a su hija, uno con la cara toda pintada de celeste y blanco, un señor sin camisa y un rosario rojo… y así.
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