Traspaso las puertas de El Ojo del Ciclón y converjo en miles de lugares en todos los tiempos. El Aleph descrito por Borges se encuentra en O´Reilly 501, esquina A Villegas, en medio de La Habana Vieja. La multiplicidad de imágenes, sonidos y olores estimulan los sentidos de los visitantes.
Cuadros, cafeteras, sones, esculturas, rock, café recién colado, dominó, futbolito, perfumes caros, sudor, La Historia de los Estados Unidos, Obras Completas de Martí (tomo XXI), gente, el ayer, el hoy, el mañana, Cristo crucificado, el artista esculpiendo el movimiento de Viengsay Valdés…
Una francesa de mediana edad atraviesa el salón expositivo. Observa una “cabina telefónica”. La penetra. Dentro, un collage de fotografías revela momentos de la vida de alguien. “No cuentes lo que ves”, lee en el cartel sobre el teléfono. Quizás por curiosidad, levanta el auricular envejecido por capas de pintura plateada. Para su sorpresa, escucha el tono del aparato. Un flash invisible capta el instante. En breve, las manos del artista Leo D´Lázaro podrían convertir a la mujer en arte. Seguramente, ella jamás lo sabrá.
“Tanto como representar mis obras en este espacio, trato de representar este espacio en las obras. Tengo las puertas abiertas al público porque necesito de esa energía creativa que trae la gente para plasmarla en arte”.
Mientras tomo el café, unos canadienses juegan futbolito en la instalación que el artista preparó, un hombre medita en el columpio que cuelga del techo, una pareja baila salsa en medio del salón, y Leo trabaja en su escultura.
“Mientras más ruido, mientras más gente, más me concentro en lo que hago. Es raro, pero así me sucede desde que estudiaba en San Alejandro. Muchas veces las personas se me acercan a conversar y me cuentan sus historias. Me alimento de ellas. No sé a cuántos países he viajado sin salir del estudio.”
¿Cuáles son las temáticas más recurrentes en tu obra?
“Represento todo lo que vivo, lo que tengo más cerca. Fundamentalmente, me inspiro en la ciudad y su gente, en la tecnología, en el tiempo. Juego con el tiempo. Mi concepto artístico y filosófico lo denomino Arqueología del Presente.Consiste en investigar el presente como si fuera el pasado, entender que él también forma parte de la historia. Por ejemplo, ¿ves esa cabina telefónica?, la gente piensa que es obsoleta, pero en realidad, tiene la misma funcionalidad que el más moderno celular. Lo mismo con la computadora, la gente la ve y piensa que era un desperdicio que ornamenté, cuando en realidad vino nueva y yo la envejecí artificialmente con un tono sepia, que le da este aspecto de madera.”
¿Canalizas en tu obra una nostalgia por el pasado?
“Mirar el pasado con nostalgia es estar viviendo en el futuro. El pasado, alguna vez, también fue un futuro.Yo quiero vivir el presente con intensidad para no sentir nostalgia del pasado.”
Cuando uno recorre los múltiples espacios de El Ojo del Ciclón, le resulta imposible determinar dónde empieza el arte y donde termina la realidad. La cocina es “rara amalgama” de pinturas y enseres, un cuadro como puerta del baño,un asiento podría ser una escultura. “Esto no es un pilote, es un poema”, se lee en una columna. “Yo vivo dentro de mi obra”, afirma el artista.
En la puerta de entrada al taller-galería, una placa borrosa anuncia al visitante: Estudio de Delarra, vestigio de una época cuando el espacio perteneció al padre de Leo, José Delarra, escultor de la mítica escultura del Ché Guevara en el memorial de Santa Clara. “Es también una huella de la Arqueología del Presente”, revela D´Lázaro.
¿Cómo se manifiesta en tu arte la influencia de tu padre?
“Más que todo, en esa perseverancia que tenía él para trabajar, para buscar perfeccionar su obra.”
¿Y en el aspecto formal, en la estética?
“Yo he desarrollado mis propios conceptos, mi forma de decir. Trato de reflejar el aquí y el ahora como lo siento, sin preocuparme por la aceptación que puede tener una obra en el mundo artístico. Mucha gente se preocupa más por esto que por el trabajo en sí. Lo que no se puede es perder la autenticidad, la capacidad de asombro como móvil de la creación.”
Cuando cae el párpado de la madrugada, muchas veces El Ojo del Ciclón queda en absoluta tranquilidad. Únicamente Leo D´Lázaro y el silencio.
¿Desprecias la soledad?
“Para nada. Aunque todo queda en calma, la energía absorbida durante el día sigue circulando en cada rincón. Esas noches no paro de crear. Es como si me poseyera la inspiración. Trabajo hasta en más de una obra simultáneamente. Ayer solo dormí cuatro horas. Aprovecho mucho esos instantes.”
El artista Leo D´Lázaro ofrece también su espacio a actividades culturales de la comunidad. Lunes, miércoles y viernes lo toman por asalto las clases de tango. Muchos vecinos reconocen el lugar como “la milonga”, por la recurrencia de este baile que, en ocasiones, persiste hasta las tres de la madrugada.
“La gente viene y yo los dejo ahí, hasta que se cansan de bailar. El piano es eléctrico y funciona. La guitarra también la pueden tocar. Además, tengo un espacio para la peña flamenca que suelen montar, o para jugar dominó, ajedrez, futbolito, o simplemente compartir un rato entre amigos.”
Con solo pasar una tarde en el espacio El Ojo del Ciclón, uno comprueba con hechos concretos cómo la gente se apropia del lugar mientras converge con el arte. Una muchacha menuda, quizás vecina de la barriada, penetra en el salón y se dirige hacia la misma cabina telefónica que hace cuatro horas penetró la francesa. Descuelga el teléfono y, para mi sorpresa, comienza una conversación. Luego termina y sale con total naturalidad mientras observa los cuadros y esculturas. Se pierde calle abajo rumbo a la Plaza de Armas. Afuera siguen soplando vientos huracanados.
Excelente no dejare de visitar ese lugar encantado lleno de cultura y historia en el corazón de mi Habana Vieja.
Conoci a Leo hace muchos años y creo que es la persona mas sensible e inteligente que conoci. El es puro arte, todo lo convierte en maravilla.