Dame la E: grita uno.
Dame la T: gritan dos.
Dame la E: en alta voz.
Dame la C: buen tribuno.
Dame la S: oportuno
Dame la A: frustración.
Y tras esta situación
se oye con dicción clarita
un coro inmenso que grita:
¿Qué dice?: ¡desconexión!
Querida Etecsa: ¿hasta cuándo?
¿Por qué funcionas tan mal?
¿Cómo no tengo señal
con lo que me estás cobrando?
O con lo que estoy pagando.
¡Ni el wifi ni el NautaHogar
Me dejan comunicar.
Y ya ni hablar de los datos.
Ay, mija, qué malos ratos
me estás haciendo pasar.
Querida Etecsa: ¡apretaste!
¿recarga internacional
sextuplicada, y total,
después me desconectaste?
Qué estrés, mami, qué desgaste.
Misericordia, por Dios.
Ya ni mensajes de voz.
Todo un sufrimiento es.
Me estás dando más estrés
que los precios del arroz.
Yo no quiero protestar
ni hablar mal sobre la empresa
Pero, ¡esta foto no pesa!
Mami, me vas a embarcar.
Yo no sé ni qué pensar.
Ni dónde poner el foco.
Querida Etecsa: ¿Estoy loco
y me están dando arrebatos
o últimamente los datos
me están durando muy poco?
Querida Etecsa: no quiero
Hablar de ti por hablar
¡Pero tienes que aflojar!
¡Que aquí no llueve dinero!
Mira, soy buen compañero.
Mira, la empatía existe.
Querida Etecsa: es muy triste
y provoca mucho estrés
que no cumplas ni una vez
todo lo que prometiste.
Ayer intenté subir
un video al despertarme
y tuve que conformarme
con verlo al irme a dormir.
¡14 horas! Qué decir.
Qué experiencia tan violenta.
El video del tal Pimienta
(que pesa como una lápida)
lo subí en cámara rápida
y llegó en cámara lenta.
Ayer en la guardería
niños que aún visten pañales
nombraron los animales
más lentos que hay hoy en día.
La seño se los pedía
como “información anexa”.
Y dijo mi nieta Alexa
que eran 3 (sin una arruga):
—El caracol, la tortuga
y la conexión de Etecsa.
Querida Etecsa: un favor.
para paliar tus excesos:
Descuéntame cinco pesos
cada vez que haya un error.
Así estarían mejor
y más justos los contratos.
Así no habría maltratos
ni se convirtiese en queja
la relación dispareja
entre el dinero y los datos.
Etecsa, mijita, afloja.
Etecsa, qué te sucede.
Etecsa, así no se puede.
Pasaste la línea roja.
Etecsa, qué paradoja.
Vaya incomunicación.
Por poner el modo avión
tanto y volverlo a quitar
cuando salgo de mi hogar
llevo puesto el cinturón.
Pongo tanto el modo avión
y lo quito tanto a diario
que parezco un funcionario
de Cubana de Aviación.
Y por esta confusión
entre móvil y transporte
mi celular mira al Norte
y si en joderme se empeña
en vez de la contraseña
me pide hasta el pasaporte.
Dicen que viene otro cable
de fibra de Martinica
a ver si eso multiplica
la opción para que uno hable.
La intención es muy loable.
Una esperando. Un regalo.
Pero por el intervalo
el cable del hotel que yo hablé
Parece que viene a pie
o el transporte está muy malo.
En fin, Etecsa, mi amor,
Si yo en el fondo te quiero,
Incluso, te considero.
Mejórate, por favor.
Seré tu fiel seguidor.
Defenderé tu gestión.
Para evitar salación
y ahorrarme esta bronca loca
Nunca volverá mi boca
a hablar de “desconexión”.
Imagínate el futuro.
“Etecsa es mi compañía”
“Etecsa es mi luz y guía”.
“Con Etecsa estoy seguro”.
“Me conecté sin apuro”.
“Qué buena la conexión”
“¿Velocidad?” ¡A millón!
“Los datos duran muchísimo”
“Yo soy un tipo etecsísimo”
“¡Viva la etecsisación!”