Belkis Martín, habanera de 1965, estudió diseño mecánico. Su vínculo con las artes visuales se inicia en la galería Concha Ferrant, de Guanabacoa, cuando fungía como administradora de la institución. Desde el año 2000 comienza a trabajar en la galería Los Oficios, del artista Nelson Domínguez, de la cual llegaría a ser directora. Ha coordinado y producido, en colaboración, exposiciones de artes plásticas en Cuba, Chile, España, Italia, Estados Unidos y Suiza.
Hasta el momento cuenta con dos exposiciones personales de su trabajo fotográfico: Sintonías, 2019. Milander Center for Arts & Entertaiment, Hialeah, Estados Unidos; y Desmembrazas, 2022. Estudio-Taller Corralfalso 259, Guanabacoa, La Habana.
De esta manera nos comunica sus motivaciones artísticas:
“Soy una constante observadora de mi entorno urbano y natural. Me inquieta comprobar cómo se transforman permanentemente y cómo el hombre influye en esos cambios. Miro con mucha paciencia cada lugar por donde tránsito; hurgo en los detalles de aquellos rincones que llaman mi atención y busco perspectivas visuales diversas, para construir luego un diálogo simbólico.
“Me interesa el vínculo cosmogónico que se establece entre mi entorno cotidiano y los elementos que lo integran: la flora, la fauna, el hombre, la arquitectura. Sin embargo, no me conformo con ver las imágenes tal como existen, sino que quiero que ellas porten, a través de mi fotografía, una carga espiritual adicional, una connotación alegórica que por momentos pueda parecer próxima o ajena, e incluso ambas cosas.
“La experimentación y transformación moderada de la imagen por medio de la tecnología permite que esos planos cerrados, descubiertos al azar y captados por mí, cambien su naturaleza orgánica. De ese modo, lo que es vegetal o terrestre puede parecer marino; las formas pétreas pueden adquirir una fisonomía humana; los entornos turbios o putrefactos pueden convertirse en espléndidos rincones; las edificaciones destruidas por el tiempo pueden dar nuevos indicios sobre su sentido de persistencia y evocación. Se trata de la constante mixtura o disolución de un contenido físico en otro.
“Desde que observo la imagen por primera vez, voy intuyendo las posibles composiciones y tonalidades complementarias que obtendría al llevarlas al negativo. En ese ejercicio descubro texturas y formas singulares, que me provocan súbitos estados de ánimos y sensaciones, los cuales me interesa compartir con el espectador.
“La práctica de la fotografía me ha servido para consolidar ese proceso de percepción y estudio de objetos, escenarios y hechos aparentemente ordinarios desde ángulos y perspectivas diferentes.
“Comencé a realizar fotografías en el momento en el que fundé junto a mi esposo, el crítico de arte y periodista David Mateo, Artcrónica, revista dedicada a las artes visuales de América y el Caribe. En ese momento me dediqué más bien al trabajo documental y reporteril de aquellos eventos a los cuales asistíamos como periodistas, y que luego reflejábamos en nuestra publicación.
“La fotografía que hago ahora tiene otro enfoque distinto, aunque no dejo de trabajar para Artcrónica como reportera y asistente. Es una foto creativa, que se apoya en el género paisaje como expresión, y que pasa por el filtro de mi sensibilidad e inquietud estética. Pretendo mirar el entorno que me rodea de una manera diferente; me detengo en los detalles para poder comprender cómo se desarrollan y evolucionan (para bien o para mal). Creo que ese principio de la observación intimista, de hurgamiento detallado, paciente, ha sido un aspecto que me ha condicionado mucho, y sobre el que he ido tomando conciencia de manera gradual”.
Las series
Le pedimos a Belkis que nos presente un grupo de imágenes que considere significativas dentro de su obra reciente. Y, de paso, que comente su génesis:
“Las series fueron apareciendo cuando, al revisar las imágenes, comencé a sentir que ellas se expresaban o discursaban por sí mismas sobre ciertos temas y lugares. Así apareció primero Jardín adentro, una colección que desarrollé observando meticulosamente el jardín y el patio de mi casa, pues soy una apasionada de la vegetación, de la naturaleza.
“Todavía sueño con encontrar ese lugar idóneo para vivir y continuar haciendo mis fotos de ambiente, de ecosistema, lo mismo cerca del campo que del mar (los dos me fascinan).
“Aunque Jardín adentro estuvo desde un inicio inducida por una mirada figurativa, no dejaba de verse en ella tempranamente la intención del captar espacios condensados, compactos; los cuales a veces podrían inducir a una sensación abstracta.
“Luego, sin proponérmelo, comenzó a aparecer la segunda serie: Apariencias. Esta pretendía hacer un acercamiento, un zoom, como quien observa a través de una lupa; ofrecer testimonio simbólico de esos microespacios que descubría al caminar por los barrios de Guanabacoa, municipio donde nací.
“Las fotos daban la impresión de ser paisajes tomados desde el espacio cósmico, transformando los objetos o rincones fotografiados; elevándoles la escala aparencialmente y abstractizándolos al máximo. Se fue entonces consolidando esa técnica que utilizo para mi fotografía, y que tiene que ver con el empleo del negativo de la imagen. Con ello reafirmo esa costumbre de querer verlo todo de otra manera, desde otro punto de vista.
“La serie Marea baja fue hecha casi toda en la costa oeste de la Florida, a donde tuve la oportunidad de viajar hace algunos años. Descubrí una variedad enorme de conchas y caracoles que en Cuba nunca había visto; me impresionó la infinidad de texturas y apariencias de esos elementos marinos. El proceso fotográfico se convirtió en una especie de ejercicio de exploración o inventario biológico de la zona. Aunque me he inclinado más hacia los escenarios campestres y urbanos, esa es una serie y una intención que quisiera en otro momento retomar.
“Sitio de agua surgió ante la necesidad de transformar, aunque solo fuera desde la intención metafórica, el entorno derruido, agreste, del lugar donde vivo en Guanabacoa. Las calles que ayer estaban muy cuidadas y transitadas, hoy están repletas de huecos y salideros de aguas albañales. Esas aguas van arrastrando todo tipo de objetos y sustancias, haciéndose cada vez más densas en su composición. El lente de mi cámara lo dirijo precisamente hacia esa densidad mugrienta, tóxica. En este conjunto trabajo mucho el contraste de la luz; en muchas imágenes aparece incluso mi sombra como valor compositivo agregado, y como alternativa simbólica sobre mi deseo de involucramiento y compromiso.
“En Descarnados hay una intención consciente de querer extraer de los sitios arquitectónicos habitacionales e institucionales emblemáticos de Guanabacoa —cada vez más destruidos— formas y texturas que den otra lectura simbólica de los mismos; que hablen sobre todo del valor y la memoria histórica que encierran, y sobre la tensión o angustia por prevalecer ante el abandono y la desidia. Digamos que es una forma de protesta, de resistencia ante la “deshumanización” que sufre el patrimonio arquitectónico guanabacoense”.