Yulieski Gurriel cumple 39 años. Ha pasado mucho tiempo desde que lo vimos debutar en los clásicos beisboleros cubanos, hace más de dos décadas; aunque parece que fue ayer. Tengo frescas las imágenes de la 41 Serie Nacional, cuando el hijo de Lourdes saltó por primera vez a los diamantes antillanos. Era un chiquillo esbelto, delgado, un “güin”, ¡pero mira que le pegaba duro a la pelota!
Lo conocimos luciendo el 10 de los grandes en la espalda, justo debajo del mítico apellido, Gourriel, (todavía con la “o” en aquellos tiempos). De entrada, quizá no imaginamos lo lejos que llegaría el espirituano, aunque mandó señales desde el estreno.
En su temporada de novato, dio más de 100 jits y alrededor de 40 extrabases, impulsó 50 carreras y anotó 59. Recuerdo que no tenía mucha paciencia, en su naturaleza estaba atacar siempre en los turnos y hacer contacto, detalle que a mí, un hombre de la vieja escuela, me encantaba, porque en la pelota se gana bateando.
Enseguida los rivales empezaron a respetarlo, una reacción natural después de tantos “palos”. En los playoffs de su primer año, por ejemplo, le dieron 10 boletos en 18 partidos, mientras en la temporada regular le habían regalado solo 8 pasaportes gratis en 90 desafíos. El rumor de que era un chico talentoso ya no era tal rumor: estábamos frente a una realidad.
Yulieski demostraba que no estaba ahí solo por ser hijo de Lourdes Gourriel, sino porque tenía todas las condiciones para convertirse en un fenómeno y marcar una época. En aquella postemporada, con solo 18 años, dejó una línea ofensiva (Average/Promedio de embasado/Slugging) de .349/446/.556, con 7 extrabases y 11 remolques, complemento perfecto para el gran Frederich Cepeda en el camino hasta el subtítulo de los Gallos, lo más cerca que estuvo de coronarse campeón de la Serie Nacional.
Lo grandioso es que, más de veinte años después, todavía estamos hablando de Yulieski —ahora Gurriel—, un pelotero que se resiste al paso del tiempo y soporta las exigencias del juego diario en Grandes Ligas. Hace solo días, un estudioso del béisbol como Francys Romero revelaba que el espirituano había bajado de los 12 segundos en la carrera de home a tercera cuando conectó su tercer triple de 2023.
Quizá parezca un dato intrascendente; pero el propio Romero se encargó de mostrarnos la grandeza detrás: los únicos jugadores mayores de 38 años que habían registrado menos de 12 segundos cuando conectaron un triple en la era Statcast (desde 2015) eran Chase Utley, Ichiro Suzuki y Brett Gardner.
Que Yulieski mantenga esta velocidad a los 39 años habla de su atleticismo y de lo celoso y dedicado que ha sido en el cuidado del cuerpo durante su extensa carrera profesional. Solo así ha logrado transitar más de 20 temporadas casi sin lesiones, ubicándose a las puertas de entrar en un club histórico de cubanos en MLB.
De los más de 380 peloteros de la isla que han llegado a Grandes Ligas, solo 15 han jugado después de cumplir los 39 años. Tany Pérez (437 partidos) lidera el listado, seguido por Rafael Palmeiro (268), Adolfo Luque (160), Orestes Miñoso (144), Tony Fossas (118), Conrado Marrero (117), Bert Campaneris (115), Orlando Peña (106), Tony Taylor (105), “El Duque” Hernández (81), José Ariel Contreras (41), Diego Seguí (40), Luis Tiant (40), Mike González (37) y Mike Cuéllar (23).
La próxima vez que Yulieski salte a un terreno se unirá a este selecto grupo y lo hará con la camiseta de los Marlins, un equipo al que intenta inyectarle la ambición para llegar a octubre. A simple vista, la empresa no es sencilla, porque la franquicia floridana solo ha avanzado tres veces a la postemporada en sus treinta años de historia.
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La magnitud del reto no intimida al más mediático de los hermanos Gurriel, quien se ha planteado un nuevo horizonte después de convertirse en protagonista habitual de la Serie Mundial durante su etapa con los Houston Astros. El impacto de su mensaje va calando poco a poco en una novena que ha sufrido múltiples cambios estructurales en los últimos años, pero que ahora cuenta con una mezcla de sangre joven y jugadores de nivel para dar el salto.
Por ejemplo, el dominicano Jesús Sánchez, una de esas promesas de los Marlins, aseguró en una reciente entrevista con El Nuevo Herald que los consejos de Yulieski le habían permitido comenzar a explotar sus herramientas.
“Me dijo una palabra que me voy a reservar; pero me dijo que yo tenía mucho talento, que confíe en mi mano. Que en todo el tiempo que él tiene nunca había visto un pelotero con tanta habilidad como la que yo tengo”, precisó el quisqueyano, quien ha explotado en las últimas semanas.
La influencia de Gurriel alcanza, incluso, a su mánager Skip Schumaker, con quien es casi contemporáneo, pues solo se llevan cuatro años. Se conocen desde hace muchísimo tiempo, porque fueron rivales durante el Preolímpico de las Américas de 2006, cuando Yulieski era una de las estrellas del equipo Cuba y Schumaker integraba las filas del plantel norteño.
En aquel momento, el mentor de los Marlins se percató de la calidad del que sería su pupilo diecisiete años después.
“Creo que la carrera de Yuli pudo haber sido así de buena en el nivel de las Mayores de haber estado una buena cantidad de años. Cuando piensas en 2006 estaba joven, en su prime, y era la figura de aquel equipo cubano. Creo sinceramente que podía haber estado en la conversación de un Salón de la Fama”, aseguró Schumaker a El Nuevo Herald.
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Estas palabras, viniendo de un hombre de béisbol que ha tenido la oportunidad de ver a un montón de las más grandes estrellas del juego en los últimos treinta años, deberían ser sagradas. Sin embargo, muchos cubanos no comparten la visión de Schumaker; de hecho, muchos cubanos podrían llamarle loco por elevar a Yulieski a la categoría de inmortal.
Por triste que parezca, ha sido la postura de un sector nada despreciable de la fanaticada de la isla, que solo ha destilado odio contra Gurriel. Respecto al tema, no hace mucho leí:
No me imagino a un venezolano, a un boricua, a un dominicano o a un mexicano renegando o minimizando los logros de cualquier jugador de su tierra. No me pasa por la cabeza que la afición latina llegue al extremo de decir que un determinado pelotero no lo representa. Todo eso ha sucedido con Yulieski, atrapado en una red de odio que se limita a lincharlo y a compararlo con Omar Linares, con “Pito” Abreu o con la Santísima Trinidad.
Quizá no exista una visión más acertada sobre el comportamiento de muchos aficionados cubanos cuando el nombre de Yulieski Gurriel se coloca sobre la mesa. Por desgracia, esta manera de ver las cosas parece irreversible, a juzgar por el nivel de antipatía que expresan esos fanáticos en redes sociales. Ningún argumento los convence, no ya para admirar la carrera de Yulieski, sino para valorarla.