A Luis Enrique Amador Quiñones pude capturarlo en su oficina después de varios meses tratando de concertar la entrevista. Si digo Kike Quiñones, enseguida lo reconocen. Su labor en los medios opaca la difícil misión de dirigir. Lleva las riendas hace cuatro años del Centro Promotor del Humor y ahora responde unas preguntas para los lectores de Oncuba:
El Centro Promotor del Humor nació en 1994. ¿Cómo pudo sobreponerse el humor cubano a los momentos más álgidos del Periodo Especial?
El Centro Promotor del Humor se crea tres meses después de los sucesos del malecón habanero, el 5 de agosto de 1994. Imagina lo complejo del entorno sociopolítico y económico, pero era una necesidad creativa e institucional fundar una institución que representara a la vanguardia del humor en el país.
El humor pudo sobreponerse a esa etapa por la necesidad del cubano de reírse, de relajarse ante determinados problemas, de reflexionar alrededor del entorno que lo circundaba, de interactuar con los diferentes problemas que había en la sociedad. El humor logró representar todos esos momentos de una manera magistral.
En muchas ocasiones el humor en Cuba ha sido visto como un «género menor». Sin embargo la propia historia lo desmiente…
El hecho de que el humor sea visto como un género menor no es privativo de Cuba, y está demostrado que es un género muy inteligente, a la altura de cualquier otro de las artes escénicas. Nosotros estamos muy ocupados y preocupados porque el género siga teniendo la gran aceptación que ha tenido a lo largo de la historia de este país, y nuestros humoristas son conscientes del protagonismo que tienen en este sentido.
Como director del CPH ¿de qué manera valora Kike Quiñones los intercambios culturales que han llevado a varios humoristas cubanos a presentarse frente al público norteamericano?
Opino que el «intercambio cultural» no es tal. No se ha logrado un verdadero intercambio porque un intercambio supone que yo te doy, tú me das, y no ha sido así. Por lo menos no así en el humor. Nosotros reconocemos esta posibilidad de ir a trabajar al territorio de Estados Unidos, no así para los norteamericanos. Los humoristas cubanos que están yendo trabajan para el público cubano que vive en Miami.
Creo que hay que ampliar esa visión. No solo ir a trabajar a un espacio pequeño, hay que plantearse retos superiores desde el punto de vista artístico, porque desde el punto de vista artístico no son todas las cosas representativas del humor cubano las que se han presentado porque, en la mayoría de los casos, no ha sido manejado de manera mancomunada entre instituciones o personas conocedoras del humor escénico cubano actual.
En la mayoría de los casos no están interesados en un hecho artístico, para que sea un impactante intercambio cultural habría que rediseñarlo para que fuera superior en materia artística, y en materia de intercambio propiamente.
¿Cómo combatir, en estos tiempos y desde el humor, contra las incomprensiones, contra la censura?
No sé si esta frase es de Omar Valiño pero se la escuché a él y se la atribuyo, decía: «en la sociedad el humor tiene que ser arena y no aceite». Si el humor se convierte en aceite no pasa nada, no hay trascendencia ni contrastes ni reflexión. El humor tiene esa honrosa tarea de ser arena y no aceite. El humor siempre va a traer puntos de vista encontrados, polémica, incomprensiones pero también provoca el asedio de los oportunistas. Personas que se aprovechan del humor para encontrar momentos de gloria con una crítica inapropiada casi siempre, o que se aleja de la visión real de lo que el artista propone, esta práctica no es nueva, hablo de algún que otro “crítico” que ataca a nuestros artistas de mayor impacto para buscarle la quinta pata al gato y de esta manera hacerse visibles. Algunos periodistas arremeten contra el género sin poseer la información, sin conocer la obra, sin relacionarse con el gremio emitiendo criterios nada objetivos de manera general.
El humor seguirá siendo contrastante y universal. La sexualidad, la raza, las relaciones entre las parejas, el borracho, son lugares comunes y seguirán siendo lugares comunes. Lo cómo es lo determinante, y todos los lugares son visitables en el humor.
Con respecto a la censura, más que censura hemos encontrado resistencia y hemos tenido debates, reflexiones. Nunca ha sido bajado un humorista de un escenario. He tenido que enfrentar discusiones, intercambios, aclaraciones pero otro tipo de situación con nosotros no se ha dado.
Después de 20 años de trabajo intenso, ¿qué visualiza en lo adelante el Centro Promotor del Humor?
El Centro tiene un objetivo supremo: perpetuar el humor cubano como género identitario de la nación. De ahí se derivan un grupo de acciones que pasan por la superación de su catálogo: concursos, talleres, encuentros, intercambios. La conquista de nuevos creadores para el género. El Centro tiene un catálogo pero no es la única empresa que tiene humoristas. Creemos que es importante atraer gente que sienta la necesidad de cultivar el humor.
Por otra parte seguimos estimulando el proceso investigativo relacionado con el humor, con la ensayística, con el evento teórico en las provincias, con el pago de becas para la investigación. Lo otro es seguir estimulando la creación para el teatro sobre todo. El humor escénico para nosotros es determinante. Hubo un tiempo que nos distanciamos de ese trabajo pero hemos retornado al camino que no debimos perder. De manera general, el Centro está en un buen momento. Estamos en la reconquista de los jóvenes, y de la gente de más talento para que el género siga creciendo y avanzando.