“Cocodrilos” es un caserío ubicado en el extremo oriental de la Ciénaga de Zapata que durante más de tres siglos vivió de fabricar carbón. Ahí habitaron alguna vez más de 400 personas. Hoy no pasan de 100. En 2002, la declaración de la zona como reserva forestal terminó de un plumazo no solo con la economía del pueblo, sino también con su vida espiritual. Una guagua maltrecha va y viene a diario de Playa Girón cuando no está rota. En mal estado también está el camino, para cuyo arreglo las autoridades asignan recursos de vez en vez, recursos que son desviados impunemente frente a los ojos de los cocodrileños.
La escuela primaria fue cerrada porque en el caserío casi no hay niños. Se han llevado sus padres a sitios donde pudieran encontrar trabajo. Apenas quedan los mayores, aferrados a su tierra y a la convicción de que en otro lugar no sabrían vivir de otra manera. A Cocodrilos le queda en el mapa lo que a sus viejos de vida.
Ramiro es la encarnación de Juan Candela, el cuentero de Onelio Jorge Cardoso. En otro lugar su histrionismo le hubiera convertido en un exitoso televangelista o actor. Innato el don de la palabra y el gesto ingeniosos; insiste en que aquella serpiente medía un kilómetro o dos. Abre los brazos para ilustrar el diámetro, pone los ojos como platos, y al final acaba concluyente: “pa que usté lo sepa”. Uno que escucha sus fabulaciones pensaría “eso es mentira… pero es verdad”. Pero más allá del personaje, Ramiro es un hombre sumanente inteligente y un padre que supo encaminar a su hijo mayor hacia licenciarse en economía en Matanzas, y al menor a obtener recién la carrera de Ingeniería Industrial.
Julito pasa las semanas en mar para olvidar sus desgracias. Su mujer se le murió en Cocodrilos porque la pelúa llegó antes que el yipi. Pesca para poner algo en la mesa y comprarle alguna ropita a su hija de 19 años, la única razón -dice- que le queda para vivir. Aquí lo que no te veda el CITMA te lo prohíbe guardafronteras. Tu tiras un cordel al mar y si se tensa lo halas, le das un trastazo en la cabeza a lo que sale y a mañana siguiente te entreras que era una picúa y no un sábalo. Como si la carnada supiera quien va a picar y quien no. Seguro que ninguna de esa gente que pohibe la pesca sabe lo que es vivir de eso.
Dice Tito que no se ve viviendo en otra parte, porque su vida es criar animales y montear. Dice Rigoberto Campos que para sacarlo de su tierra habría que matarlo. Dice el Bolo que en “el pueblo” no tiene nada que hacer. (“El pueblo” para el Bolo es cualquier lugar con contén y acera.) Aquí suelto un cochino y todo el mundo sabe que es mío. Si hago eso en Playa Girón, en media hora no tengo animales. Al Bolo no le preocupa que pase otro ciclón y le tumbe la casa, porque construye otra y ya. Tal vez por eso no le sedujo demasiado el imueble de mampostería y techo de placa en la comunidad de Playa Girón que le ofrecieron las autoridades como damnificado por los huracanes. Quien sí tiene casa de mampostería y placa en Cocodrilos es Luis Amador. Lo que no tiene es a quien dejársela en herencia. Sus hijos hace años que se marcharon del pueblo. Esos dos —asegura Luis— no viran por mucha casa de ladrillo que tengan aquí.
A los cocodrileños no les preocupa tanto la naturaleza como que les conecten al cableado eléctrico nacional. El generador diesel funciona durante 8 horas en el día. Por la vía de la costa, Matanzas tendría que instalar 36 kilómetros de tendido, pero Cocodrilos dista a 7 kilómetros de la provincia de Cienfuegos. Cienfuegos y Matanzas no se ponen de acuerdo sobre quien le pondrá la corriente al pueblo. Dice Raúl, el encargado del generador: …entonces, cuando sacas conclusiones, en un año ésto tiene de gasto una inmensidad. Lo mismo de combustible, que de aceite, que de piezas para estos motores, que el salario de los mecánicos, o el del chofer de la pipa que trae el petróleo. Entonces cuando tú sumas todo eso al final la concusión debería ser conectar el pueblo a la red [eléctrica] nacional. Entonces nosotros no concebimos eso. Somos guajiros, pero no concebimos eso, porque es de otra provincia, pero es un país, es Cuba. Y Cuba es de todos nosotros.
Cuba es de todos nosotros.
*“Gente de Cocodrilos” es una serie fotográfica que consta de diez retratos ambientales. Fue realizada en paralelo al documental “Hombres de Cocodrilos” (Dir. Liván Magdaleno, 2013). Se encuentra expuesta en la boveda C-4 de la fortaleza de la Cabaña, como parte del proyecto curatorial “Zona Franca”, muestra colateral perteneciente a la 12ma Bienal de la Habana.
correcion del articulo, el hijo de Ramiro studio en la voacional, y despues Licenciatura en Economia y se hio Master en Ciencias Economicas, trabajo de profesor en la Universidad de Matanzas
Hermanos muy importante tu articulo estuve hay ese pueblo quedo olvidado solo persona con termor a irse por amor a su terruño felicitaciones
nunca en mi vida me habia impresionado tanto un grupo de fotografia tan INMENZA EN TALENTO
reciba mi modesta CONGRATULATON ese artista maravilloso EL KAKO
Las fotografías logran reflejar parte del alma de esos seres que parece mitológicos…Bravo Kako!!!!!!
Que alegría me ha dado leer esto, hace más de 10 años que no sabía de estas maravillosas personas de Cocodrilo!!!
Tremandas las fotos. La complicidad del espacio y el momento, y un lente perspicaz. La tradición de la vida rural cubana, en este caso cenaguera, se debe salvar. Los pueblos no deberían quedar desiertos. La felicidad es relativa, y lo mismo puede encontrarse en una ciudad que un pueblo. Lo que no debería pasar es la falta de proyectos, la ausencia de autonomía, la dejadez.