Frank Andrés Mora abandonó los estudios de música en su natal Santiago de Cuba para dedicarse a la actuación. El tiempo demostraría que había seguido el camino correcto.
Egresó de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en 2004 y desde entonces se ha movido en todas las facetas de la interpretación, registrando su nombre en importantes obras teatrales y en los dramatizados Tierras de fuego, Más allá del límite, Cuando el amor no alcanza y El derecho de soñar, entre otros.
Estos proyectos, en los que ha irradiado su virtuosismo interpretativo, le han permitido alcanzar, con el tiempo, la maestría en este oficio.
¿Es más difícil para un actor de provincia establecerse y abrirse paso en esta carrera?
Por supuesto. Aquí [en La Habana] es donde están los medios nacionales de comunicación y los principales grupos de teatro; esta es una ciudad cosmopolita que se mueve en torno al arte, a pesar de las situaciones económicas que estamos viviendo.
Residir en la capital es importante porque te permite tener acceso a más oportunidades; ningún director va a hacer castings en las otras provincias, a pesar de que en todos los territorios de esta isla hay muchos colegas talentosos que, desafortunadamente, no tienen tanta visibilidad.
Generalmente no se hacen películas y telenovelas fuera de la capital, por eso hay tanto éxodo para La Habana en busca de oportunidades. Ese fue mi caso, me trasladé de Santiago de Cuba con el objetivo de desarrollar mi carrera.
¿Cómo fue el salto de estar en el escenario a actuar en la televisión?
No pasé mucho trabajo para quitarme el chip del teatro y programarlo en función de la televisión, donde todo es un poco más reducido, más orgánico, y las sensaciones se muestran a través de una cámara en el momento justo.
Eso lo fui aprendiendo, un actor debe ser inteligente y saber en qué lugar y espacio está y a partir de ahí concentrarse y hacer su trabajo en pos de que las cosas salgan con la mayor calidad y sinceridad posible.
Tu primera telenovela llegó de la mano del director Miguel Sosa. ¿Cómo asumiste esa convocatoria?
Recuerdo a Miguel Sosa con mucho cariño, fue de los directores que le dio paso a una nueva generación de actores de nuestro país. Nos dio la oportunidad de crecer y desarrollarnos a muchos de los que formamos parte del elenco de la telenovela Tierras de fuego.
A partir de mi participación en este espacio mi carrera cambió. Yo no estaba convocado al casting; me presenté de “fresco”, motivado por el hecho de que era el día de mi cumpleaños. Salí de allí con el mejor regalo: que me dieran uno de los personajes de la telenovela.
Me eché a llorar, me invadió una felicidad inmensa, llegué a mi casa con una gran alegría, con todos los guiones en mano. Era un gran logro, porque aunque había incursionado en la televisión en un espacio infantil esta sería mi primera gran participación en un dramatizado de este género.
Te reitero el agradecimiento infinito que siento por este director, por la humildad, el cariño y el respeto con los que me supo guiar.
Tienes una presencia constante sobre las tablas. ¿A qué se debe tu fascinación por el teatro?
El teatro se ha convertido en una especie de vicio. Las veces que he estado inmerso en un proyecto de televisión o cine siento un vacío dentro de mi corazón, es algo que tengo que llenar. El teatro es el único espacio en el que un actor verdaderamente exorciza sus demonios.
Las tablas son ese lugar mágico donde desnudas tu alma y dejas que fluyan todas tus emociones, que se complementan con toda la energía del público. A veces es mejor añorarlo y no sufrirlo, porque sufrir el teatro es desgarrador.
El público ha reconocido tus interpretaciones en las telenovelas Tierras de fuego, Más allá del límite, Cuando el amor no alcanza. ¿Cómo te sientes ante este hecho?
Es bonito cuando las personas reconocen tu desempeño; la televisión ha visibilizado mi trabajo y ahora, con las redes sociales, podemos llegar a una mayor cantidad de personas. Me llegan muestras de cariño de cubanos que están diseminados por el mundo y que, aun así, siguen las telenovelas. Es reconfortante que te apoyen y te ofrezcan sus valoraciones sobre el trabajo que realizas con tanta entrega y dedicación. Me recuerdan mucho por el personaje de Víctor de la telenovela Tierras de Fuego.
Cuando el público se me acerca lo hace con mucho cariño. Lo agradezco y trato de retribuir ese afecto con el mismo amor dedicándoles todo el tiempo posible, porque ellos son quienes hacen que nuestro trabajo tenga sentido.
¿Se le da a la telenovela todo el valor que merece?
Cuba es una tierra de telenovelas y radionovelas; fuimos pioneros en este tema. Durante mucho tiempo tuvieron un gran impacto social. No digo que no lo sigan teniendo, pero las condiciones han mermado muchísimo y eso se nota en pantalla.
Se ha relegado no solo el espacio de la telenovela sino el del dramatizado en sentido general, por falta de recursos y de presupuesto. Vale destacar también que en este fenómeno han influido otras razones además de las económicas, porque en el Periodo Especial se hicieron cosas maravillosas en este país con muy pocos recursos, pero creo que los profesionales eran diferentes, el espíritu y la convicción que sentían por el trabajo era diferente.
En la actualidad siento que a las personas les importa un poco menos el resultado de una obra, tanto al personal técnico como al artístico. Hay que abogar por hacer un producto de calidad que haga soñar a todos los que están inmersos y al que lo recibe a través de la pantalla.
¿No has pensado en retomar los estudios musicales?
Lo intenté hace alrededor de 10 años, pero ya era complicado para mí, de todas formas, se me pegaron algunas cosas, pero no es suficiente. No creo que a esta altura se me pegue el solfeo ni que pueda dominar con destreza el piano.
En la ENA aprendí a tocar la guitarra empíricamente, de hecho, he compuesto algunas canciones y tengo proyectos para el próximo año que de cierto modo están relacionados con esta manifestación; de alguna forma me mantengo vinculado a la música.
¿Crees que trabajar en el extranjero es un logro para un actor cubano?
El mayor logro que puede tener un actor es llegar a internacionalizar su trabajo, no solo para un cubano sino para cualquier profesional del mundo. Siento mucho orgullo cuando veo a un colega teniendo éxito en otra nación donde la competencia es mucho mayor porque conviven actores de diferentes latitudes. Que te escojan entre tantas personas es algo que tiene una gran connotación para la carrera de cualquier artista. Cuando un compañero sale de la media y se coloca en una posición privilegiada los otros nos sentimos realizados.
¿Cómo asumes los personajes que tienen poco tiempo en pantalla? ¿Genera presión?
No estoy de acuerdo con esa frase que dice que no hay personajes pequeños sino actores pequeños. Sí existen los personajes de este tipo, lo que tienes que lograr es la coherencia en el trabajo, prepararte para tu escena; eso también lo da la experiencia. Tienes que aprender a que quede orgánico, no importa el tiempo que te otorguen, tienes que ir con tus herramientas, ubicarte en la situación y ponerte en función de que la obra quede con la calidad requerida.
¿Se puede vivir del arte en Cuba o se requiere tener otros trabajos para poder subsistir?
No creo que muchos actores vivan de nuestra profesión exclusivamente, de hecho creo que es un fenómeno global. En este país no hay una industria del arte que te ofrezca garantías para poder vivir de tu trabajo.
En mi caso, ante la escasez de oportunidades en mi profesión he tenido que trabajar durante varios años en restaurantes y en algunas ocasiones laborar como técnico de refrigeración.
¿Eres de los actores que prefiere tener todo previsto o improvisas si el director te lo permite?
Me gusta fluir en escena, crear empatía tanto en el ámbito personal como en el profesional. A mí me gusta improvisar, no lo hago tanto en la televisión y en el cine, pero sí en el teatro; este último medio te da una especie de libertad y poder de improvisación que otros no dan.
Tuve la suerte de que el director Alberto Luberta me diera la oportunidad de aportar a las escenas durante el rodaje de El derecho de soñar. Cuando un director está seguro de los actores que tiene delante y les brinda esa posibilidad, las cosas salen diferentes.
Te puedo decir que la mitad de las cosas de Pipo y Muñeca fueron improvisadas: los dicharachos, los chistes; fueron surgiendo durante las grabaciones.
Hablemos del personaje de Pascual en la telenovela El derecho de soñar. ¿Por qué asumiste este reto?
Pascual ha sido un dulce viaje y una oportunidad única que he tenido en la vida; quizás sea el personaje más importante de mi carrera, aunque eso no lo decido yo, lo decide el público. Ciertamente es un personaje complicado, y que roza una línea en la que te puedes salvar o hundir.
Creo que los comentarios de las personas han valorado a Pascual y me reconforta darles voz a muchos discapacitados. Fue un logro para mi carrera asumir esta responsabilidad que me confiaron Alberto Luberta y Ernesto Fiallo.
¿Pensaron en ti desde el primer momento para interpretarlo?
Había trabajado previamente con Alberto Luberta en la serie policiaca Unidad Nacional Operativa (UNO), pero nunca pensé que me llamaría para un personaje tan complicado como este.
Nos convocaron a Ray Cruz y a mí, hicimos el casting y dos semanas después, mientras me trasladaba en un ómnibus, me llaman para darme la noticia de que se habían decidido por mí para encarnar a Pascual. Pegué un grito, me bajé de la guagua y me fui caminando por toda Vía Blanca hasta mi casa. Caminé casi un kilómetro, y lo celebré junto a mi esposa, que me ha apoyado en todos los aspectos de mi carrera.
¿Cuál fue tu primera impresión cuando te entregaron los guiones?
Cuando me dieron los guiones fue que concienticé la responsabilidad que tenía y supe que si no lo realizaba bien podía afectar mi trayectoria. Afortunadamente, hice un gran equipo con la actriz Yaité Ruiz y todo el sacrificio y el empeño que pusimos se vio reflejado en el resultado final de este dramatizado.
¿El éxito es cuestión de talento o de oportunidades?
En mi experiencia, en el éxito influyen más las oportunidades. Conozco a muchos actores talentosos que no han tenido posibilidades de demostrar su potencial. Está la otra cara de la historia: gente con poco talento que, sin embargo, ha sabido aprovechar el momento y los vemos en los planos estelares, protagonizando telenovelas y largometrajes. Influyen en este tema las oportunidades y la suerte, pero si el talento va acompañado de estos aspectos, mucho mejor.
¿Qué te hace falta experimentar en el campo de la actuación?
Los actores debemos conocer nuestros límites y a partir de ahí trabajar en las fortalezas. Si no soy un hombre atractivo no puedo aspirar a hacer un galán. Me gustaría hacer teatro musical al estilo Brodway, e incursionar en la comedia para poder disfrutar todo el tiempo en escena.
Estoy siempre en función del trabajo porque me apasiona actuar. Mi mayor ambición es que me sigan llegando oportunidades para demostrar mi potencial en esta profesión.