No pasaron 24 horas desde el nombramiento de Dani Hernández al frente de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso para que, amablemente, accediera a conversar telefónicamente con OnCuba. Halaga saber que es una primicia y su primer contacto con la prensa.
El dato no es fatuo. Entrega señales de un espíritu colaborador, de un carácter diáfano y diligente y de unas ganas tremendas de comunicar sus intenciones al frente de las reservas estratégicas del Ballet Nacional de Cuba y de otras agrupaciones que ejecutan la danza clásica.
Con esas virtudes, y otras supuestas pero menos ostensibles en un diálogo telefónico, Hernández (Remedios 1989), deberá enfrentar una misión a la altura de las circunstancias.
Siempre retadoras por difíciles, deberá moverse entre realidades volubles y tendrá que garantizar, pese o gracias a ello, la renovación a mediano y largo plazos de la más mítica y universal de las instituciones culturales de la isla.
Los tiempos en que dos personajes del siglo XX: la diva de la danza, Alicia Alonso, y el líder de la Revolución, Fidel Castro, hablaban de tú a tú y resolvían los problemas por teléfono o en persona han quedado atrás.
Fundada por la legendaria bailarina y coreógrafa en 1948, la compañía es la única entidad en funciones que es un activo protegido al máximo nivel al ser declarado en 2018 patrimonio de la nación cubana.
Las realezas y la jet set de sociedades conspicuas y obreros y campesinos cubanos o latinoamericanos que nunca han conocido el sobrecogimiento refrigerado de un teatro, han quedado prendados por las vibrantes coreografías y el talento de los bailarines cubanos a lo largo de décadas.
En el profuso listado de tales membresías despunta el nombre de Dani Hernández, primer bailarín solista del BNC y consagrado por la revista especializada Dance Europa como el decimoséptimo mejor bailarín del mundo en un grupo de cien seleccionados en la temporada 2010-2011.
Formado por maestros que definieron la hechura y el profundo alcance de la academia cubana, como Fernando Alonso, Ramona de Saá y Mirta Hermida, Hernández se erige como un “gran referente para la escuela cubana de ballet”, dado su “rigor técnico y estilístico, así como su experiencia como maestro”.
En 22 minutos de conversación, el flamante director de la máxima academia cubana de ballet, una de las instituciones cimeras de la tradición danzaria de la isla y de Latinoamérica, pone las cartas sobre la mesa.
Un hombre clave para un futuro clave
En primer lugar, muchas felicidades por tu nombramiento. Una responsabilidad enorme, ¿no? Tienes en tus manos el futuro del ballet de este país. ¿Cómo asimilas este cambio en tu vida?
Como bien dices, es una gran responsabilidad la que estoy asumiendo en estos momentos, porque no solo es el futuro de todas las generaciones de bailarines que irán formándose a partir de mi nombramiento, sino también sobre el futuro del ballet en Cuba, sobre el futuro de la escuela cubana de ballet y eso es algo que asumo con el mayor compromiso. Hasta este momento he defendido siempre la escuela cubana de ballet como bailarín y como cubano; pero desde esta posición como director también lo asumo como pedagogo, como continuidad del legado del gran maestro Fernando Alonso.
Tradición y modernidad
¿Qué te ha pedido que hagas al frente de la Escuela la directora del Ballet Nacional, la prima ballerina Viengsay Valdés? Ella está llevando una agenda muy interesante, manejando equilibrios entre la tradición y la modernidad. ¿Ese espíritu de renovación va a llegar a la Escuela Nacional de Ballet bajo tu mando?
¡Claro que sí! Es algo que el ballet cubano va necesitando ya, es parte de la misma dialéctica que entendían nuestros fundadores, Fernando, Alicia y Alberto Alonso, de que el ballet fuera desarrollándose a la par de los tiempos que corrían.
Hoy la danza se ve desde otra perspectiva, otra mirada, otras maneras de hacer y otras formas de interpretar, y para que la escuela cubana de ballet siga perdurando y manteniéndose a nivel mundial, tenemos que mirar hacia estas nuevas tendencias y formas de danzar que tiene el mundo.
¿Implicaría que la Escuela se abrirá a métodos experimentales de pedagogía danzaria, por ejemplo?
Sobre la pedagogía tenemos una buena estructura de base, normada con su metodología y sus planes de estudio. No quita que siempre tenemos que ir adecuando, mejorando y desarrollando esos planes de estudio para llevar nuestra metodología a otros niveles.
Es que todo está fluyendo sin cesar, sobre todo las artes, las ciencias…
Es un hecho que la manera de hacer, de bailar, de interpretar de hace diez o veinte años, no es la misma de hoy. Estas nuevas formas de hacer y estas nuevas tendencias de bailar, sobre las cuales los coreógrafos están experimentado, hacen que de alguna manera la Escuela se replantee su metodología; no es cambiar, sino adecuar e incorporar, a partir del prisma académico que tiene la Escuela, que como principio es la cubanía, la identidad que define al bailarín cubano.
Identidades
Ahora que lo nombras, ¿cómo comparas la escuela cubana de ballet en relación con otras similares del mundo? Por ejemplo, la rusa o la danesa… ¿Qué rasgos definirían el perfil de la cubana?
El elemento principal que define a todas las escuelas es la esencia de su cultura; la esencia del país, de ese lugar en el que se desarrolla. Nosotros no estamos exentos de tal relación. Justamente fue eso lo que hizo distinguir a los bailarines cubanos cuando se presentaron en el concurso de Varna, y Arnold Haskell, el crítico inglés, definió aquel momento de los 60 como el milagro cubano.
Fue algo que nadie se imaginaba que pasaría, ya que existían estas otras cinco escuelas bien definidas [escuelas italiana, rusa, inglesa, danesa y francesa]. Y que la escuela cubana de ballet apareciera y aportara ese definitorio elemento distintivo de una nueva manera de hacer, de interpretar, de afrontar la danza, hace que nos distingamos de las demás, hace que el bailarín cubano sea incluso cotizado en todos los lugares del mundo, donde se aprecia por su elegancia, su proyección y por una de nuestras características principales que es el baile en pareja, por esa fuerza interna que le impone tanto el bailarín como la bailarina a la manera de hacer cualquier obra.
Carrera de obstáculos
La Escuela no está en una burbuja, de modo que lamentablemente está de cara a un país que padece muchísimas dificultades de todo tipo. ¿Cómo lidiarás con el día a día de estas dificultades en la Escuela Nacional de Ballet?
Bueno, creo que si hay algo muy importante es que la Escuela cuenta con todo el apoyo de la máxima dirección de este país. Obviamente, no estamos exentos de las dificultades que presenta el país, pero sí tenemos el capital humano y la disposición de ayudar, colaborar y de contribuir al desarrollo del ballet en Cuba, ya que es la bandera de la cultura nacional.
Y en cuando a lidiar, se trata de contribuir entre todos. Cuento con el apoyo de los maestros, de los padres, de los alumnos, cuento con el apoyo de las mismas personas que durante tantos años han seguido echando pa´lante la Escuela, y eso es muy importante. Sobre todo que exista unidad de propósitos, que todos los trabajadores se sientan identificados y haya un sentido de pertenencia por este inmueble, por lo que representa el ballet en Cuba y el peso y el prestigio de la escuela cubana a nivel mundial.
Mano de hierro o guante de seda
¿Cómo te ves como director? ¿Tendrás mano de hierro o te pondrás un guante de seda en esa mano de hierro?, porque la carrera de ballet es sumamente exigente, sumamente dura, si quieres, por supuesto, conseguir resultados admirables. Tú mismo, hasta no hace mucho, eras estudiante de la Escuela. ¿Cómo manejarás ese juego dialéctico entre institución y alumnado?
Si algo va a ayudar en mi proyección, en mi proyecto de Escuela, es justamente el hecho de haber pasado por esta, de haber contado con excelentes maestros, excelentes pedagogos que me formaron. Todo ello hace que mi visión parta de esa perspectiva, de la perspectiva de la disciplina, de la entrega. Ciertamente es una carrera de mucho sacrificio, que requiere mucha exigencia, desde el maestro como formador y exigencias del alumno como bailarín.
Te enfrentas a estudiantes adolescentes…
Son edades complicadas. Es una realidad. En estos momentos, la Escuela tiene los dos niveles, elemental y medio, dentro del mismo inmueble y son edades difíciles, pero la pedagogía que se utiliza, esa forma que tienen los maestros de enseñar, hace que el alumno entienda y contribuya a que las cosas funcionen de la manera correcta.
No pienso que haya que tener mano dura o mano blanda. En el respeto mutuo y la disciplina (algo fundamental en el estudio y el desarrollo del ballet) está la clave del resultado de aquello que quiero proyectar como director. Y espero que los resultados se vean pronto; es algo que está clamando ahora mismo el ballet cubano.
Tengo que reconocer que la labor que ha desempeñado durante tantos años la maestra Ramona de Saá, la querida Cheri, como la conocemos todos; la labor que han hecho y han continuado todos los maestros de las primeras generaciones formadoras, que incluso hoy muchos se están sumando en la misión de mejorar y perfeccionar, hace que me sienta me sienta acompañado y seguro en cualquier paso que quiera dar.
El Maestro
Recordando al maestro Fernando Alonso, toda una inspiración para cualquiera por su constancia y disciplina, fue un modelo para ti… ¿Es cierto que te llamaba “príncipe”?
Yo le debo mi carrera al maestro Fernando Alonso. Es una realidad. Todos los conocimientos que tengo, toda la manera de hacer, de bailar, de entender se lo debo a él.
En mi segundo año de estudio aquí (porque soy remediano y en Villa Clara estudié mis cinco años de nivel elemental) en la ENA, donde me incorporé a nivel medio, tuve la dicha de trabajar directamente con el padre del ballet en Cuba y eso también hace que me sienta comprometido con la labor pedagógica, con la semilla que tal vez en aquel momento no entendía, o tal vez no sabía cómo germinaría, y creo que el resultado es hoy.
En muchas ocasiones, aunque no quedó escrito, personas que estaban cerca del maestro le escucharon decir varias veces de que sí, que yo fui su último príncipe.
¿Detrás o delante del buró?
La pregunta puede ser tan mía como de tus muchísimos fans o amantes del ballet y también de lectores que se asoman a este vuelco de tu vida. Siendo aún un bailarín joven, lleno de facultades, ¿esta nueva y gran responsabilidad supondrá el fin de tu carrera sobre los escenarios?
Como dices, es una responsabilidad que requiere mucho tiempo y dedicación, porque es una labor compleja. No es solo la parte artística, es además la administrativa, la docente. Es el trabajo no solo en la Habana, aquí en la Escuela Nacional de Ballet, sino el trabajo metodológico, pedagógico en todas las escuelas de arte en las que se imparte ballet.
Claro, la Escuela Nacional es la rectora de todo el proceso de enseñanza…
Así es, es rectora tanto dentro como fuera de Cuba y eso lleva un arduo trabajo que me tomará mucho tiempo como director; pero no pienso renunciar de inmediato a mi carrera. Todo lo contrario. Cuento con un claustro de maestros, con un equipo de colaboradores a mi alrededor que me están apoyando y brindando esa posibilidad de continuar con mi carrera de bailarín.
La directora de la compañía nacional, Viengsay Valdés, también aboga por eso; porque de alguna manera siendo primer bailarín soy un referente, no solo para mis compañeros de la compañía, sino que soy un referente para los alumnos que voy a formar. Y eso es necesario, es necesario que me sigan viendo activo en el escenario.
Yo me siento con la salud y la capacidad de poder afrontar las dos tareas. Tengo el apoyo de muchas personas, de mi familia, que es un apoyo incondicional y fundamental, porque saben del sacrificio y lo que conlleva esas horas fuera de casa; esas horas en las que tengo que pasar mucho tiempo en los salones; dedicarme no solo a la Escuela, sino tiempo a mí, como bailarín, para no perder mi entrenamiento y seguir estando al nivel de un primer bailarín y mantenerme entre las primeras figuras del Ballet Nacional de Cuba.
De todos, un torero
Has hecho el Albrecht, de Giselle, el solo de La muerte del cisne, el Basilio, de Don Quijote, en fin… ¿Cuál es tu personaje favorito de los interpretados a lo largo de tu carrera?
Todos los bailarines decimos que nos gustan todos los personajes y es una realidad, porque cada personaje tiene algo especial. Aparte del toque distintivo que le otorga el bailarín —que es propio de su personalidad, de su manera de ser e interpretar—, hay algunos personajes que siempre salen como preferidos.
En el caso mío, el Escamillo de Carmen es el preferido. Es una realidad que admito. Si me dieran a escoger entre todos los personajes que me gustaría interpretar en algún momento, siempre escogería al Escamillo.
¿Por qué?
Por las características que tiene, porque fue un personaje que tuve que trabajar mucho, por mi condición como bailarín, por mi biotipo. Siempre me caracterizaron como un danseur noble, ese bailarín que solo interpreta príncipes, y cuando tuve la oportunidad, el gran reto de asumir ese personaje me obligó a estudiar y trabajar mucho para encontrar su esencia; no solo en lo que yo quería proyectar, sino en todas esas generaciones de grandes Escamillos que han pasado por la historia del ballet cubano; en especial, el de Jorge Esquivel, uno de mis referentes principales en la danza masculina.
Me entregué al estudio individual para entender cómo es un torero dentro de un ruedo, y cómo yo podría adquirir y asimilar todo ese conocimiento para proyectarlo en el escenario. De ahí han surgido otros muchos personajes.
Cada vez me intereso más por la parte artística, por la parte histriónica dentro de la compañía. No solo interpreto los papeles de primer bailarín, sino que he comenzado a indagar y experimentar dentro de los personajes de carácter, que son muy, muy complejos; sin ser principales, llevan un gran peso dentro de la obra y una caracterización y un estudio más profundos. Y sí, el Escamillo, de Carmen: es ese personaje icónico que siempre me gustaría interpretar.
Un parrandero remediano
Un chico de Remedios, pueblo que ha dado lumbreras para la cultura cubana (Alejandro García Caturla, Zaida del Río, Carlos Enríquez), ¿cómo te ves si miras hacia el fondo de tu vida, saliendo de tu terruño natal, viniendo para La Habana, la gran ciudad, y después viajando por el mundo, en los teatros más rutilantes, siendo aplaudido por gente muy conocedora del ballet? ¿Tienes un par de palabras para encerrar esta magnífica experiencia de vida?
¡Me lo dices y el cuerpo entero me vibra! Nunca imaginé realmente que llegaría a donde estoy. Es algo que agradezco y que hay que agradecer a la formación y al desarrollo del ballet en Cuba; a la visión que se tuvo, que tuvieron personas como el comandante en jefe Fidel y Alicia y Fernando sobre masificar y llevar la cultura a todos los rincones de esta isla. Yo soy producto de ese gran proyecto y de esa idea.
Nunca he renunciado a Remedios, a dondequiera que llego digo que soy remediano, que vengo de un pueblito de tierra colorá, del norte de Villa Clara; que a pesar de estudiar una carrera que de alguna manera se ve como elitista y perfeccionista, sigo siendo ese guajirito de campo, ese parrandero remediado que extraña su tierra, pero a la vez está agradecido por el gran apoyo que me han brindado siempre las personas que me vieron nacer, las personas que han visto desarrollarse mi carrera y sí, alcanzar ser primer bailarín, lo máximo en mi carrera, y poder estudiar en esta magnífica escuela, y después llegar al Ballet Nacional de Cuba, poder viajar prácticamente el mundo entero, llevar a todos los rincones en los que nos hemos presentado el arte cubano y la escuela cubana de ballet, ser abanderado, ser representante de nuestra Escuela…, pues hace que me sienta honrado de ser remediano y de ser cubano.
Me has conmovido, realmente, con esas palabras… Solo un pequeño dato importante. No encuentro en las redes el año de tu nacimiento por ninguna parte. ¿Lo estás escondiendo?
No, ¡qué va! (Risas). Nací el 2 de enero de 1989 en una etapa bastante complicada para nuestro país, entrábamos prácticamente en el Período Especial; pero para nada escondo esos datos. Todo lo contrario. Soy una persona muy sencilla, me considero una persona muy simple, muy asequible en todos los aspectos y creo que es parte de la idiosincrasia que tiene el cubano. Poder ser uno mismo sin tener que aparentar nada; querer seguir siendo parte del pueblo, de contribuir con el pueblo, de no sumar cosas que no son necesarias en la vida. Creo que el contacto con todos y el ser asequible a todas las personas ha permitido tener todo el apoyo que tengo hoy día.
No se te subirán los humos a la cabeza…
No creo, no creo. Es muy difícil, porque mi familia es una familia muy humilde, que siempre me enseñó que todo lo que hagas con sacrificio, con tesón, la vida te lo retribuirá y creo que ahí está el resultado de todas las cosas. Me han enseñado a ser una persona sencilla, honesta, directa; a no esconderme detrás de falsas apariencias.
APUNTES BIOGRAFICOS DEL PRIMER BAILARÍN DANI HERNÁNDEZ, recién nombrado director de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso.
Nació en Remedios, Villa Clara. Inició sus estudios de ballet en 1997 en la Escuela Vocacional de Arte “Olga Alonso”, en Santa Clara y los continuó en la Escuela Nacional de Arte. En su formación contribuyeron destacados profesores y corógrafos, entre ellos, Fernando Alonso, Ramona de Sáa y Mirta Hermida.
Durante su etapa escolar obtuvo la medalla de plata en el Concurso Internacional para Estudiantes de Ballet, celebrado en La Habana en 2006.
Tras graduarse en 2006, pasó a integrar el elenco del Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección artístico-técnica de Alicia Alonso. En 2009 fue promovido al rango de Primer Solista y en 2011 al de Primer bailarín. Su repertorio incluye los roles protagonistas de la gran tradición romántico-clásica así como creaciones contemporáneas de coreógrafos cubanos y extranjeros.
Con el Ballet Nacional de Cuba ha actuado en países de América, Europa y Asia. Ha sido artista invitado en importantes galas y festivales a escala mundial. En 2012 participó en la Gala por el aniversario 20 de la creación de la Cátedra de Danza Alicia Alonso en la Universidad Complutense de Madrid, raíz del actual Instituto Universitario de Danza Alicia Alonso, adscripto a la Universidad Rey Juan Carlos, España.
En el periodo 2011-2014, fue proclamado por la revista Danza Europa, como uno de los más destacados bailarines del mundo.
En 2017 recibió el Título de Hijo Ilustre, otorgado por la Asamblea del Poder Popular de la ciudad de Remedios.
En 2019 fue galardonado con el Premio Lorna Burdsall, otorgado por la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y en 2023, recibió el galardón “Al legado artístico”, del Festival Internacional de Ballet Clásico de México.
En 2020, obtuvo la Licenciatura en Ballet, por la Facultad de Arte Danzario, de la Universidad de las Artes, de Cuba (ISA).
Es considerado uno de los más valiosos exponentes masculinos de la escuela cubana de ballet.