En ocasiones se compara la política en Oriente Medio con el ajedrez, lo cual es erróneo. El ajedrez es un juego, no un rosario de tragedias, se juega siempre con las mismas fichas, figuras y jerarquías; es exacto, combinativo y predecible. En él predomina el orden, mientras en aquella región lo hace la anarquía y el caos.
A los factores endógenos asociados al tribalismo, al caudillismo, el despotismo, se sumó la entronización de las religiones universales (cristianismo, judaísmo e islam). Si hay un centro de la fe, es Jerusalén donde conviven las Sagradas escrituras, la Biblia, el Corán y el Tanaj (Mikrá) y se venera a Jesucristo, Mahoma y Moisés, figuras históricas transformadas en deidades.
Occidente no fue siempre cristiano ni católico, como Oriente Medio no fue siempre islámico entre otras cosas porque las religiones no existieron siempre. Los procesos de transculturación a partir de los cuales se impone una fe y una liturgia religiosa, se perciben mejor en el Nuevo Mundo donde comenzó en 1492 con la llegada de Colón a las Américas. Hasta entonces los pueblos originarios ignoraban la existencia del Dios de los cristianos, aunque tal vez Dios no los ignoraba ellos.
Tampoco Gaza se rigió por las reglas del islam fundamentalista hasta que Hamas, liderado por Ismael Haniyeh, mediante dudosas maniobras se hizo con el poder y desplazó a las autoridades que debían administrar todos los territorios adscriptos a la Autoridad Nacional. Afortunadamente, la otra parte del territorio palestino se salvó de aquella imposición que ha resultado trágica. La instalación en Gaza del islam político y de elementos de la sharía significó el abandono del laicismo que es parte del legado de Arafat.
A estos procesos que pudieran considerarse endógenos, habría que sumar las incalificables deformaciones estructurales y los vicios importados e impuestos por el colonialismo, comenzando por Roma, continuado por las Cruzadas y acentuado por el reparto del mundo que tuvo lugar cuando las potencias europeas, se repartieron los despojos del Imperio Otomano derrotado en la Primera Guerra Mundial, y la Sociedad de Naciones entregó Palestina a Gran Bretaña que, andando el tiempo, auspició la partición y propició la creación de Israel.
No debemos aceptar que en Oriente Medio ningún algoritmo o regularidad sacra o profana funciona. Hay claves que regulan y definen la mayoría de los procesos. Ellas son Estados Unidos e Israel, a los cuales desde 1979 se sumó Irán.
Por una curiosa paradoja, Estados Unidos era aliado de Irán antes de que Israel existiera y cuando el estado judío apareció no era necesariamente incompatible con Irán que en 1950 (cuando ya se había desarrollado la primera guerra árabe-israelí de 1948), le extendió el reconocimiento diplomático. Entonces ambos eran aliados de Estados Unidos.
Con la aparición de Israel y la guerra de 1948, debutó en Oriente Medio la llamada “causa árabe” que, técnicamente se reforzó con las sucesivas guerras entre Israel y varios países árabes y durante más de dos décadas rigió los horizontes ideológicos de la región, disolviéndose con los acuerdos de Camp David en virtud de los cuales, comenzando por Egipto y concluyendo con Arabia Saudita y la propia Palestina, se ha reconocido el “derecho de Israel a Existir”.
La llamada “causa árabe” no fue nunca asumida por Irán, que no es árabe, sino persa y, por su condición de chiita es opuesto a Arabia Saudita, la otra potencia religiosa de confesión sunita. A diferencia de otros países de la región, durante la Guerra Fría, Irán no tomó partido por las corrientes propuestas por la Unión Soviética ni echó rodilla en tierra por la causa palestina, la cual apoyó después.
Lo más curioso es que no existen razones estructurales que obren con fuerza de ley que expliquen la confrontación entre Estados Unidos e Irán, que son circunstanciales. En ellas no intervienen artículos de fe, no son irreconciliables, como tampoco son eternas las lealtades derivadas de los acercamientos a otras potencias. El acuerdo nuclear 5+1 que Irán defiende, es un precedente y un ejemplo de las posibilidades de entendimiento.
La propagación transnacional del terrorismo islámico que debutó aparatosamente el 9/11 cuando puso a Estados Unidos bajo ataque, creció en Oriente Medio y ha operado con soltura en Argentina, España, Francia y más recientemente en Moscú. Son peligrosas tendencias que requieren actuaciones globales.
Las autoridades rusas, por sus propias razones, se esfuerzan por probar que en el atentado de Crocus City Hall, cuya autoría ha sido reconocida por ISIS(K) una rama extremadamente agresiva del Estado Islámico, contó con el respaldo del gobierno de Ucrania.
Al respecto surge la pregunta acerca de qué pudiera significar que se probara que un gobierno europeo es aliado del Estado Islámico. Seria la consumación del yihadismo y del terrorismo islámico. Volveré sobre el tema. Allá nos vemos.
*Este texto fue publicado originalmente en el diaro ¡Por esto!. Se reproduce con la autorización expresa de su autor.