Es un hecho comprobado que el alcohol ha acompañado a los seres humanos a lo largo de su evolución. Hace más de 10 millones de años los antecesores del Homo sapiens, así como los del gorila y el chimpancé, con los que compartimos origen, consumían alcohol gracias a que una mutación dio lugar a la Alcohol Deshidrogenasa Clase IV (ADHn4), una enzima presente en el sistema digestivo, capaz de metabolizar el etanol, según un artículo de BBC.
Por supuesto, aquellos primates no iban a una licorería a comprar sus bebidas. En lugar de eso, la tomaban directamente del suelo, es decir, de las frutas fermentadas que se encontraban a su paso cuando comenzaron a bajar de los árboles. Esto se conoce con el simpático nombre de “la teoría del mono borracho” y fue establecida por el biólogo de la Universidad de Berkeley Robert Dudley en 2014, de acuerdo con la misma fuente.
Estas frutas podían contener hasta un 7 % de su peso en forma de alcohol, el doble de una cerveza clara. Sin embargo, los expertos consideran que, difícilmente, nuestros ancestros se embriagarían, puesto que antes de llegar a ese punto ya estarían saciados.
Lo anterior se considera una ventaja adaptativa de aquellos primates, que pudieron acceder a una fuente de energía alternativa (frutas fermentadas) para sobrevivir. Así, en el gusto por las frutas medio podridas o “pasaditas”, como decimos en Cuba, pudiera estar la génesis la pandemia de alcoholismo que sufre la humanidad.
El primer registro de una bebida alcohólica fermentada intencionalmente tiene 9 mil años. Se hizo en el centro-este de China, específicamente, en el yacimiento arqueológico de Jiahu. Se trataba de una no tan extraña mezcla de arroz, uvas y miel, algo en un punto intermedio entre el vino y el saque, y su descubrimiento se debe al arqueólogo de la Universidad del Estado de Pensilvania, Patrick McGovern, de acuerdo con un artículo de la revista Pesquisa.
Este descubrimiento sitúa la relación del alcohol con la humanidad en el período neolítico. Al parecer, la vida sedentaria, el inicio de la agricultura y el surgimiento de un excedente se relacionan estrechamente con el uso de las bebidas alcohólicas, inicialmente, para conservar los granos fermentados y, luego, para utilizarlas en ceremonias religiosas, como una droga psicoactiva.
Hace seis mil años ya se bebía vino en Mesopotamia y Egipto, donde era la bebida de la clase alta, mientras que los pobres consumían cerveza. De Grecia y Roma, nos viene la enorme influencia de este tipo de bebidas en Occidente. De hecho, el término “simposio”, con el que se denominan distintas reuniones científicas, en una traducción directa del griego significa “beber juntos” y, por supuesto, no se refiere al agua.
Impacto del alcohol sobre la salud
De acuerdo con un artículo de 2022 aparecido en el sitio de la OMS, “el uso nocivo del alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos”. Según la agencia de la ONU, cada año se contabilizan en el mundo 3 millones de muertes por este motivo, lo que representa 1 de cada 20 personas fallecidas en el planeta en igual período.
El consumo de alcohol se asocia al riesgo de desarrollar múltiples problemas de salud como trastornos mentales, enfermedades no transmisibles como la cirrosis hepática, diversos tipos de cáncer y cardiopatías. Se considera, además, un factor fundamental en los traumatismos, intencionales o no, sobre todo, causados por accidentes de tránsito, violencia y suicidios.
Los traumatismos tienen la particularidad de ser altamente incidentes en personas jóvenes, lo cual suma a la cuenta de años de vida potencialmente perdidos de las personas afectadas por los efectos nocivos del alcohol. De hecho, el 13.5 % de las muertes de jóvenes entre 20 a 39 años, de acuerdo con la OMS, son atribuibles al alcohol.
Por si todo lo anterior fuera poco, el consumo nocivo y descontrolado de esta sustancia implica una carga importante para las personas, familias y países en términos económicos. El alcoholismo se asocia a un aumento de la mortalidad por tuberculosis y VIH/Sida. Así como a distintas alteraciones prenatales y congénitas.
¿Por qué es dañino el alcohol?
De acuerdo con un artículo especializado, el etanol es una molécula bastante simple, constituida por dos átomos de carbono y un grupo oxihidrilo (OH). Entre sus características está ser altamente soluble en agua y capaz de atravesar la barrera hematoencefálica. Esta estructura protege al cerebro de múltiples sustancias que pueden circular por la sangre, limitando su paso. No así en el caso del etanol, lamentablemente.
Algunas personas suelen decir que el alcohol los desinhibe, cuando en realidad es todo lo contrario. Esta droga tiene un efecto sedante y anestésico, es decir, produce sueño, disminuye nuestra capacidad para sentir dolor y, adicionalmente, afecta la memoria. Además, tiene variados efectos: altera el sueño y aumenta la temperatura corporal y la frecuencia cardíaca.
En necropsias a pacientes alcohólicos se han encontrado zonas de hipoxia cerebral debido a microhemorragias, pequeños sangramientos, y al enlentecimiento del flujo sanguíneo derivado del consumo excesivo. Por otro lado, la ingesta crónica de alcohol genera un cuadro de demencia, caracterizado por la pérdida de neuronas.
Otro de sus sitios favoritos para actuar es el hígado, debido a que el 95 % del alcohol que se consume pasa directamente a este órgano para ser metabolizado, es decir, procesado. Allí se convierte en el combustible fundamental del organismo, que deja de metabolizar las grasas. Es por eso que los alcohólicos tienen, paradójicamente, sensación de saciedad e hipoglicemia, altos niveles de grasa en sangre y en el hígado y una marcada disminución del peso corporal.
El daño al hígado en estos enfermos pasa por distintas etapas y puede dar lugar a la cirrosis hepática si la persona sigue bebiendo. En mi experiencia clínica he visto muchas veces que este último cuadro antecede a una muerte muy dolorosa en la que pacientes relativamente jóvenes no solo se han deteriorado físicamente, sino también han perdido el respeto y el afecto de sus familiares.
Hasta aquí solo me he referido, muy someramente, a dos de los sitios donde actúa el alcohol y los daños que produce. Por motivos de espacio no puedo extenderme más en este particular. Basta decir que este tóxico puede provocar daño en casi todos los sistemas y órganos, y está asociado, como se sabe, a diversos tipos de cáncer.
Consumo de alcohol en Cuba
Desde el punto de vista médico, sin dudas, en Cuba el consumo de alcohol a nivel colectivo es grande. De acuerdo con datos relativos al comercio interno de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei), previa a la pandemia, se comercializaban en la isla, anualmente, alrededor de 4 500 Mhl 1 de bebidas alcohólicas, distribuido en casi 3 200 Mhl de cerveza, 150 Mhl de vino y 1 200 Mhl de otras bebidas alcohólicas como ron, whisky, entre otros espirituosos.
Para que se tenga una idea, a una piscina olímpica le caben entre 2 500 y 4 mil hl 2 de líquido, en dependencia de su tamaño. Eso quiere decir que en en un año en Cuba se comercializa el equivalente a 800 mil y 1 280 mil piscinas olímpicas de cerveza, así como una cifra entre las 300 mil y 480 mil piscinas de ron y otras bebidas alcohólicas distintas al vino. Una cantidad descomunal.
Según cifras del Banco Mundial, en 2019 en Cuba las personas mayores de 15 años consumían un equivalente a 6 litros de alcohol puro per cápita al año. Esta cifra supera la media mundial. Países como Arabia Saudita, Afganistán o Bangladesh tienen un consumo de cero alcohol. Sin embargo, Francia, Inglaterra, Polonia, Portugal y España superan el consumo de 10 litros de alcohol puro per cápita, siendo Europa la región donde más se bebe alcohol en el mundo.
Sin embargo, el hecho de que haya otros países peores es un pobre consuelo, cuando en términos de salud el impacto es tan grande. Se podría decir que el alcoholismo es un factor determinante o, al menos, asociado, en todas y cada una de las diez primeras causas de muerte en el país.
Juega un papel decisivo en la propensión a desarrollar cardiopatías, cáncer, enfermedades cerebrovasculares, accidentes, enfermedades de arterias, arteriolas y vasos capilares, diabetes mellitus, cirrosis y lesiones autoinflingidas, ocho de las diez primeras causas de fallecimiento en el país.
De acuerdo al Anuario Estadístico de Salud de 2023, estas causas sumaron, en el caso de los hombres, 86.7 años de vida potencialmente perdidos por cada mil habitantes, y entre las mujeres, 54.2 años. ¿Cuántos de estos son consecuencia directa del alcohol? Una parte importante sin duda. Adicionalmente, los trastornos mentales debido al uso del alcohol provocaron 409 muertes en 2022.
Lo peor es que el panorama no parece estar mejorando. De acuerdo con el Ministro de Salud Pública, Dr. José Ángel Portal, la Encuesta Nacional de Salud del año 2020 arrojó que en los 30 días previos a su realización el 73 % de los encuestados había consumido bebidas alcohólicas, 6 % más que en 2010. Además, el 68 % inició el consumo entre los 18 y 19 años.
Consumo moderado
¿No se debe beber nada de alcohol? Idealmente, no, porque cualquier consumo de esta sustancia implica riesgos, pero se considera relativamente seguro y socialmente aceptado beber ciertas cantidades. De ahí surge el concepto de “consumo moderado de alcohol”. Como tal se entiende la ingestión diaria máxima de 10 a 12 g en las mujeres y de 20 a 24 g en los hombres o lo que es lo mismo, beber dos bebidas estándar para los hombres y una en caso de las mujeres.
¿Qué es una bebida estándar? Pues una cerveza, una copa de vino o una línea de ron, por ejemplo. El siguiente gráfico lo ilustra:
Trastornos por consumo de alcohol
Lamentablemente, muchas personas no siguen estas pautas. El trastorno por consumo de alcohol (TCA), que de acuerdo con un artículo del Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo de los Estados Unidos (NIAAA, por sus siglas en inglés), es una condición médica que se caracteriza por la disminución de la capacidad para detener o controlar el consumo de alcohol a pesar de las negativas consecuencias sociales, ocupacionales y de salud que esto acarrea.
El TCA, que comúnmente se conoce como “alcoholismo”, puede ser leve, moderado o intenso. El riesgo de una persona de desarrollar TCA se deriva de la cantidad, frecuencia y rapidez con que consume esta droga e incluye, de acuerdo con el NIAAA, las siguientes categorías:
- Consumo excesivo y peligroso de alcohol (binge drinking):
- 4 o más bebidas en el caso de las mujeres 5 o más para los hombres en 2 horas,
- Si esto se ha hecho al menos una vez en el transcurso del mes anterior.
- Bebedor de riesgo (heavy drinking)
- El hombre que consume 5 o más bebidas cualquier día o 15 o más por semana.
- Para las mujeres: consumir 4 o más bebidas cualquier día u 8 o más por semana.
Otros factores de riesgo a tener en cuenta son beber alcohol a edad temprana. Por ejemplo, aquellas personas que iniciaron el consumo antes de los 15 años tienen 3 veces mayor riesgo de padecer TCA que los que comenzaron a los 21, siendo los riesgo más altos en las mujeres que en los hombres.
La genética también juega un papel importante en muchos casos, sin embargo, los patrones de consumo en los padres suelen ser determinantes, lo mismo que las afecciones de salud mental y los antecedentes de traumas.
Si usted o una persona que conoce tiene problemas con el alcohol no dude en buscar ayuda especializada en la red de policlínicos del país, donde existen expertos que los pueden orientar. Además, se cuenta con tratamientos para el TCA, tanto ambulatorios como con hospitalización en la red de hospitales psiquiátricos, ya sea de día o con internamiento.
Estos incluyen diversas formas de psicoterapia, grupos de apoyo mutuo, la Línea de Ayuda Antidrogas, que en el caso de Cuba es la 103, y organizaciones sin fines de lucro, como Alcohólicos Anónimos (AA), presente en el país desde hace más de dos décadas y que funcionan, habitualmente, en las iglesias.
El TCA se considera una enfermedad crónica, sin embargo, muchas personas que se tratan logran mejorar y mantenerse sobrias por décadas.
¿Quiénes no deberían beber nada de alcohol?
Aún cuando el consumo de alcohol, a diferencia de otras drogas, es legal y generalmente aceptado en Occidente, algunas personas no deberían ingerir ninguna cantidad de esta sustancia, de acuerdo con un artículo de divulgación del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, (CDC, por sus siglas en inglés). Ellos son:
- Todos los menores de 21 años.
- Mujeres embarazadas.
- Quienes están manejando, planean manejar o participar en actividades que requieran destreza, coordinación y estar alerta.
- Las personas que están tomando medicamentos recetados o sin receta médica que pueden causar reacciones adversas si se mezclan con el alcohol.
- Las personas que sufren afecciones que pueden empeorar si se consume alcohol.
- Las personas que se están recuperando del alcoholismo o que no pueden controlar la cantidad que beben.
Debemos estar alertas
Sobre el alcohol y sus efectos nocivos en la salud podríamos estar hablando mucho más tiempo. Entre aquel antecesor del ser humano moderno que al bajar de un árbol tomó una fruta semi podrida y sintió que le daba energía, hasta esas personas que todos conocemos o hemos visto que han tirado sus vida por esta enfermedad, hay un gran trecho.
Evitar el consumo excesivo de alcohol es siempre una decisión inteligente. En nuestro país los patrones culturales, la crisis económica y la falta de opciones recreativas podrían inducir a algunas personas, especialmente jóvenes, hacia esta droga.
Todos debemos estar alertas: se pierden muchas vidas por esta causa.
Notas:
1 Mhl: Millones de hectolitros
2 hl: hectolitros
Trastornos del espectro alcohólico fetal
De acuerdo con una hoja informativa del CDC, se entiende por trastornos del espectro alcohólico fetal (TEAF) a “un grupo de afecciones que pueden presentarse en una persona cuya madre bebió alcohol durante el embarazo”. Estos incluyen problemas físicos, del comportamiento y del aprendizaje, y por lo general aparecen como una combinación de estos problemas.
Los TEAF tienen varias formas de presentación, entre ellas tenemos:
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- Síndrome alcohólico fetal (SAF): Su forma más grave. Incluye rasgos faciales anormales, así como problemas del crecimiento y de su sistema nervioso central.
- Trastorno del neurodesarrollo relacionado con el alcohol: estas personas presentan discapacidades intelectuales y problemas de conducta y aprendizaje.
- Defectos de nacimiento relacionados con el alcohol: se trata de pacientes con defectos congénitos en el corazón, riñones, huesos y audición o una combinación de varios de estos.
- Trastorno neuroconductual asociado a la exposición prenatal al alcohol: incluye trastornos del pensamiento y memoria; problemas de conducta y dificultades en la vida cotidiana.
Si está embarazada o puede estarlo, no beba alcohol. Las consecuencias a largo plazo pueden ser irreversibles.