Podría estar ejerciendo como arquitecto, sin embargo, haciendo honor al espíritu inquieto que lo caracteriza y decidido a no temerle a su destino, escogió el tortuoso camino de vivir por la música, su sueño, y quedarse en esta isla.
Yo no conocía a Adolfo del Río Vega, su nombre de pila, y tampoco a su proyecto musical La Granja. Durante la conversación que sostuvimos aprendí a querer su música y sostengo —pues viví la experiencia de escucharlo en vivo— que ha de llegar lejos. Hay fuerza en el sonido y en el corazón de este joven.
La resiliencia lo ha hecho mantenerse en el camino. Quizás otros, a falta de recursos y de poder insertar su música en espacios que les generen ingresos, lo habrían abandonado.
Este joven músico tiene un empuje personal extraordinario, quizás es eso lo que ha hecho que, aún frente a grandes inconvenientes, el público llene los espacios en sus presentaciones y coree sus canciones, como si las hubieran escuchado siempre.
Yo mismo pude verlo durante su estreno del disco Sacrificio en la sala de conciertos del Museo Nacional de Bellas Artes. Además, Fito tiene en Cuba su mayor referente musical, Silvio Rodríguez, su artista más endiosado, según sus palabras.
En nuestro diálogo indagué sobre su forma de hacer arte en tiempos en que la desidia y las carencias nublan la existencia aquí, en nuestra Cuba bella. Fito piensa y responde:
“Es una pregunta compleja, mira que he tenido esta conversación con amistades. A veces es mucho más simple decir lo que no es arte que explicar lo que es. Yo hago lo que hago, en primer lugar, para mí. Es decir, mi arte, antes que todo, me alivia a mí, que le suceda lo mismo a otros me produce mucha alegría, pero no es el objetivo fundamental. No sé si lo que yo hago sea necesario para otras personas; para mí obvio que lo es, o de lo contrario estaría haciendo otra cosa”, apuntó.
¿Cuál ha sido tu mayor motivación en esta carrera?
Mira, uno se encuentra con personas que te animan, que te dicen que lo que haces es necesario. Uno termina creyéndoselo y empieza a trabajar con esa motivación, pero en primer lugar trabajo por mí, porque necesito hablar sobre ciertos temas, es como narrarme a mí mismo y quizás dentro de algunos años decirme: “este era el yo del 2020, 2022, 2024”, es un ejercicio bonito, de retrospectiva; pero no niego ese efecto que mi obra puede tener en otros.
¿Cómo fue tu relación con la música desde niño? Háblanos un poco sobre tus recuerdos de la infancia, ¿cuando te picó el bichito de la música?
Soy el primer músico en mi familia, en mi casa incluso no hay ningún universitario, no tuvieron nunca esa ambición. Eran oriundos de Ciego de Ávila y se establecieron aquí en la capital, pero, hay un detalle muy importante: siempre hubo música por todos lados, la que fuera.
En mi casa se escuchaba todo tipo de sonido, sobre todo la música popular, la que ponían mucho en la radio, las canciones románticas. Precisamente lo que más me gusta es lo que menos se escuchaba en mi casa. Pero fue un lugar donde fluía la música, veinticuatro horas, nunca se apagaba, siempre había algo sonando.
De hecho, si ahora llamamos a mi mamá vas a escuchar música sonando en el fondo. La banda sonora de mi infancia fueron los cantantes favoritos de mi mamá: Roberto Carlos, Emmanuel… Así fue hasta que luego fui encontrando los propios, descubriendo mis artistas favoritos.
Mis inicios en la música fueron gracias a mi mamá, a la que considero una persona muy refinada. Fue ella quien nos presentó a mi hermano y a mí en el coro musical de la iglesia católica de Guanabo y allí tuve mis primeros acercamientos con el arte. Me gustaba participar en obras de teatro, en musicales, allí comencé a cantar y tuve el primer contacto con la música y los instrumentos. La primera guitarra que tuve en mis manos me la dieron en la iglesia.
Cuando tuve entre las manos ese instrumento y me dijeron “esto se llama arpegio”, “rasgas aquí, aprietas acá” y “así se hace música”, me dije: yo no voy a hacer más nada que esto. Y así fue.
Entré luego a la Lenin y comencé a tener amigos con un pensamiento similar, que sentían que la música los llevaba a otros lugares, así sucedió, y yo seguí siendo consciente de que podía hacer cualquier otra cosa, pero abandonar la música, jamás.
¿Cómo fue ese tiempo de la Lenin?
La vida de la Lenin era bastante “culturosa”. Yo llego de Guanabo, donde lo que más se escuchaba era reggaetón; yo lo escuchaba también, aunque no me gustaba. En parte por eso decido coger la Lenin, para salir de Guanabo, ver otras cosas. Sentía que aquello no era lo mío. Cuando llegué encontré allí a gente que hizo lo mismo que yo: salir de su barrio para buscar otras influencias, con las mismas preguntas e inquietudes, gente con la que compartía gustos. Fui creando un círculo de amistades por afinidad.
¿Qué hacían?
Creé allí mi primer proyecto. Lindísimo, porque justo estás comenzando a soñar. Compuse mis primeras canciones, sobre temas diversos, por amor, pensamientos efímeros, sensaciones que volvería a tener, muchachas a las que nunca les dije nada y por lo tanto nunca se enteraron que fueron motivo de mi inspiración.
Salí de la Lenin con más de ochenta canciones escritas. Ninguna figura en mi repertorio actual, pero fueron la base de algo, de conciliar el ejercicio de la composición, un aprendizaje.
No sabíamos de acordes y tampoco había forma de aprenderlos. Era 2010, no había internet. Descubríamos los acordes porque un amigo te lo presentaba, y a esa hora buscábamos donde ponerlo; todo se basaba en la improvisación. Creo que por eso no le di tanta importancia a la composición musical como a los textos, luego descubrí que con una buena armonía y una serie de acordes en conjunto puedes quitar la letra y comunicar igual.
Cuando comienzas a descubrir la música instrumental, dices, “¡me gusta esto y no sé por qué!”, te preguntas “¿cómo lo lograron?”, comienzas a meterte en ese mundo y te das cuenta que si mezclas eso con una buena letra puede salir un resultado tremendo.
Estudiaste arquitectura…
Cuando termino en la Lenin escogí Ingeniería Automática, pero cambié para Arquitectura, justamente porque parte de la banda que había formado en la Lenin había cogido esa segunda opción y me cambié, como un impulso, sin tener el mínimo de noción de lo que era la Arquitectura. La idea era estar cerca de los músicos para que no abandonaran el proyecto, cosa que al final no sucedió; el grupo se disolvió y decidí emprender camino en solitario.
En esa etapa fui al Festival de Trova Longina, en Santa Clara. Allí descubrí a muchísimos trovadores que desconocía y tuve contacto con sus obras musicales. El movimiento de la trova de esos momentos me encantaba. Compartí con muchos de esos músicos, pero pasado un tiempo comencé a desligarme.
¿Por qué?
Descubro en la canción de autor el modo perfecto para expresarme líricamente, no así artísticamente. La canción de autor es la que lleva el mensaje en términos líricos, si uno la logra colocar artísticamente con otro sentido rompe las fronteras de la trova. La gente le teme a la trova, porque está enmarcada, salirse de ese marco no se considera trova.
Explícame eso.
Sí, es complejísimo, porque la trova tiene atornillado en una placa de metal cómo debe ser y eso encierra una serie de cuestiones que a la gente no le sirve. No es funcional para este tiempo, y menos para un artista que quiere llegar a un público con otros estándares.
Sinceramente, creo que la trova tal y como la conocemos está o bien en decadencia o en meseta alargada y profunda. Creo que hay que escalar, avanzar hacia otro lado.
Sigue habiendo músicos defensores de los dogmas de la nueva trova. Yo avancé, me fui y ha sido bonito, realmente probé que hay que abrirse a otros parámetros. Buscar que haya una evolución no sólo de géneros, sino de la música en general. Uno se tiene que ver como parte de un contexto y mantenerse ligado a eso.
Siguiendo el hilo de tu análisis me permito un comentario. Alguna vez leí en un artículo de Leonardo Acosta que precisamente llegamos a un Movimiento de la Nueva Trova porque hubo una ruptura con la vieja. Hay quienes tienen la idea errónea de que preservar una tradición implica repetir mecánicamente una costumbre hasta el cansancio, y eso, para mí, es un disparate, es la ruina lenta de una tradición, porque los jóvenes que son los encargados de mantener esos estilos terminan por declararse enemigos, no aprenden a querer y preservar esa tradición. Ahí está la trampa, no hay una evolución, sino una ruptura; es una paradoja, porque a eso es lo que temen los censores, al cambio, a la ruptura.
Lanzarse a hacer cualquier proyecto en estos tiempos de crisis profunda requiere de una tenacidad a veces sobrehumana, para un artista independiente como tú, un poco distante de los circuitos promocionales de las instituciones de cultura ¿cómo observas el panorama musical cubano, sobre todo de la música alternativa, que es donde te mueves?
Creo que está en un estado de migración.
¿Por qué?
Hay buenos artistas que están saliendo de las escuelas de arte y no duran nada en Cuba. Se quieren ir, quieren crecer y aquí no están viendo la forma de hacerlo. Está pasando mucho con músicos que tienen un perfil jazzístico, al igual que los de la escena alternativa. No tienen espacio, más allá de dos o tres lugares.
Los músicos se quieren ir, quieren vivir de su arte, cuestión complejísima no solo aquí, sino en cualquier parte, pero justamente aquí no se están viendo con un futuro posible. Y te hablo de cómo yo lo veo desde dentro, quizás me pierdo algunas cosas que pasan, alguna evolución, no sé, pero, en lo más cercano, entiendo que la gente quiere irse, vivir de la música, pero no en Cuba, porque no se puede. Muchos fundan su proyecto para irse, buscando fuera un nivel de reconocimiento y bienestar que aquí no pueden lograr.
¿Qué se podría hacer para mejorar esta situación y que la música alternativa recobre un poco el protagonismo que alcanzó hace algunos años?
Tendría primeramente que consolidarse una industria. Cuando alguien crea su proyecto lo hace luchando, haciéndolo todo por sí mismo, no hay una industria que te enseñe, un lugar que te guíe en base a cómo funciona la música más allá de crearla.
En las escuelas de música solo se enseña a hacer música. Desde hace algún tiempo han surgido proyectos privados que han intentado e intentan que esa industria exista, pero es complejo, porque sin presupuesto es muy difícil.
Lo otro es la difusión de está música: no hay escenarios donde tocar. Sin un lugar donde se pueda mostrar, la música es estéril. Te pongo un ejemplo: el caso de los reggaetoneros, tienen todo eso, las plataformas para difundir el género y los escenarios para tocar su música. No necesitan estar en los medios nacionales, de hecho, la gran mayoría logra ser conocida sin haber pasado por ellos. La música alternativa no tiene nada de esto.
¿Pero el Estado cubano tiene instituciones creadas para los jóvenes artistas que se inclinan por la música alternativa?
Creo que ese apoyo no es suficiente. Hay otras cosas que tienen que ver con lo que te hablé de consolidar una industria. Cuando alguien gana una beca y le dan un presupuesto para hacer un concierto, un vídeoclip, ¿qué pasa después? Esa no es la forma, eso es pan para hoy y hambre para mañana.
Lo que hay que hacer es darle seguimiento a la carrera de los artistas. Eso no se hace. Sinceramente, creo que hay desorganización. Hay buenos proyectos, gente con mucho talento, pero nadie los busca. Es el artista quien tiene que ir y decirles: “existo”. Para que ellos decidan qué pueden hacer por ti, si te dan o no un espacio para que toques y, cuando te lo dan, ¿quién va? Si a ti nadie te conoce.
Te dicen, “bueno, vamos a sacarte en un programa del Canal Habana”, por ponerte un ejemplo, pero ¿realmente la gente que consumió ese programa va a ir a un concierto tuyo? ¿Ese es tu público? Las cosas así no funcionan.
No se hace un estudio del artista ni de su obra y se termina haciendo lo que no se debe hacer. Ahí se pierde todo el potencial. Entonces no va de eso. Cada artista es diferente, tiene un mensaje nuevo que ofrecer, vamos a ubicarlo en algo que realmente sea factible y, si no, crear un espacio nuevo.
Se necesitaría construir un diseño más eficiente, que sea funcional en los tiempos actuales de difusión y consumo de la música.
Exacto, además de dinero y público. Por ejemplo, una casa productora, que se encarga de todo el encadenamiento productivo de la música —difusión, discos, conciertos etc.— tiene que velar por la carrera del artista desde que nace hasta que se logra consolidar y comienza a recaudar dinero. Para eso, esa casa productora necesita, antes que todo, dinero, presupuesto, y luego para sostener ese proyecto se necesita un público. Y bueno, dinero no hay y público va quedando cada vez menos. Porque el público estándar promedio que consume música alternativa se está marchando de Cuba. Los universitarios que son consumidores en potencia de la música alternativa se van del país, y los que recién se han graduado, también se van. Es complejísimo, podríamos hacer una tesis sobre esto.
¿En qué momento decides crear tu banda?
En 2020. Hasta 2019 estaba haciendo conciertos solo, acompañado casi siempre con uno de mis amigos de la Lenin. Ya en 2020 sentí que necesitaba crecer musicalmente. Mi música ya la estaba pensando con una orquestación diferente, alejada del trovador.
Para ese entonces estaba influenciado por el Grupo Experimentación Sonora del Icaic, el rock argentino, las bandas inglesas clásicas de los 70, el rock progresivo y una serie de músicos de los cuales me gustaba mucho la sonoridad.
Entonces me surge la idea de la banda. Con la banda conformada grabamos el primer disco, que fue en vivo y que se llamó así mismo, En Vivo. Contiene 5 canciones, entre ellas “Isla Adentro”, una canción que la gente conoció hace poco porque salió en la serie Calendario.
Con este trabajo no estuvimos satisfechos, justamente porque fue en vivo y faltaban muchas cosas, no estábamos sólidos y la infraestructura, por ser en la etapa de la COVID-19, no nos permitió grabar con la banda completa, solo con cinco músicos. Después de ese disco me propuse hacer uno completo.
¿En qué año sucedió eso?
Eso fue a finales de 2021. El disco se iba a llamar Isla adentro; iba a incluir las cinco canciones del que grabamos en vivo y otras cinco, pero no se dio, nos dilatamos mucho por cuestión de presupuesto. Pero aproveché y seguí creando canciones.
La falta de presupuesto es un tema recurrente. ¿Qué hacen para sortear este problema?
No teníamos dinero. Eso ha sido siempre lo más difícil. Por ejemplo, para el primer disco, En Vivo, lo que hicimos fue una campaña de crowdfunding nacional.
Háblame de eso
Nada, me pongo a buscar y doy con lo que es el crowdfunding a nivel internacional y me propongo aplicarlo, pero hacerlo real era muy difícil; demoraría mucho para tener el dinero en mano y decidí hacerlo a nivel local. Inventamos una serie de conciertos en el bar La Bombilla Verde, hablamos con el dueño, le propusimos también crear un trago y venderlo y que un porciento de las ventas de ese trago fueran para la banda. A ese trago le pusimos “Isla adentro”.
Luego seguimos ampliando la idea, tocamos en otro lugar y volvimos a crear un trago, que se llamó “Espiral”. Así fuimos ganando algo de dinero, entre los conciertos y la venta de los tragos. Resultado: dos meses después teníamos el presupuesto para grabar el primer disco.
Ese disco sale en julio de 2021, y yo tenía la idea de arrancar en septiembre con la grabación del otro; no tenía el dinero, pero tenía ya la idea de cómo buscarlo, lo que el país cerró nuevamente las fronteras por el tema de la pandemia y todo se fue dilatando en el tiempo.
Se acabó 2021 y en 2022 lanzamos dos temas solamente, fue lo que pudimos hacer, gracias a un dinero que me envió un amigo desde España, recolectado entre amistades que querían apoyarme.
A pesar de esto no abandoné la idea de crear el disco. Entonces a finales de 2022 le pido a un amigo un préstamo. Nos metimos de lleno en la producción. Tenía en mi cabeza la visualidad; lo concebí como una película en la que una persona formaba parte de un rebaño y atravesaba varias etapas. Cada canción es una etapa, un viaje.
Entramos al estudio ya tarde, porque los arreglos los pensamos muy bien, fue un trabajo minucioso entre Marlon Castro, productor y arreglista del disco, y yo. Además de que justo antes de comenzar a grabar se nos fue el bajista y tuvimos que ingeniarnos para mantener el formato musical. Bastante orquestal, rock progresivo, instrumentación, solos; la idea era que los instrumentos aportaran individualmente al significado general en todo el producto.
¿Cómo se terminó llamando el disco?
Sacrificio, ya te podrás imaginar por qué (risas). Realmente aprendí muchísimo en el proceso, es un disco inmensamente sufrido, porque ninguno de los músicos que grabó va a tocar en el lanzamiento; migraron, se fueron de Cuba, ha sido un gran sacrificio.
La mitad del disco está compuesta por canciones en las que yo me veo en personajes que son protagonistas y que sufren el país, tragados por todas las situaciones difíciles.
Me sentí muy libre expresando todo lo que sentía. Mucha gente me ha escrito y lo ha sentido así también. Canciones como “El viaje del peregrino”, que habla justamente de ese tránsito del migrante por toda Latinoamérica hasta llegar a Estados Unidos, hablan de los muchos que emprendieron ese largo viaje. “Rebaño”, es una canción al miedo a expresarnos, a gritar lo que sentimos.
¿Cuántas canciones contiene el disco?
Nueve.
¿Eres el compositor de todas ellas?
Sí
¿Por qué La Granja?
La Granja es mi forma de rebeldía. Soy de un ambiente bastante rural, aunque luego me inserté en la ciudad; pero mi raíz guajira no me la quita nadie. Además de que sentí que el nombre me pegaba mucho, tanto a mi como a los músicos. Esa era la forma bajo la cual podíamos darnos a conocer. Aparte de eso, la obra de George Orwell me marcó significativamente. Sentí que ese nombre iba con mi propósito.
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Al momento de componer eres muy exigente, necesitas aislarte, concentración?
Siempre tuve necesidad de comunicarme. Cuando aprendí a escribir, en la primaria, yo recuerdo que le hacía poesías a mi mamá, malas, por supuesto, de lunas, cielos y estrellas, pero era algo. Era fijo en los matutinos recitando poemas, o sea, así ha sido siempre. Tuve esa inquietud artística, la búsqueda por comunicar, desde mi infancia.
Y con respecto al proceso creativo, he pasado por varias etapas en la composición, pero he procurado mezclar buena música con una buena letra. Buscando que ambos elementos se correspondan, de ahí que cuando compongo no lo haga por separado, trato de que toda vaya de la mano: “esta letra, ¿qué música me está pidiendo?”, “¿Esta emoción cómo la puedo comunicar con esta música?”, esta música que me viene a la cabeza, ¿qué letra puede ir con ella? Y la verdad es que no soy un compositor prolífico, porque me cuesta trabajo mezclar ambas cuestiones. Si logro hacerlo, ahí es cuando tengo canción, de lo contrario solo es un cadáver exquisito.
¿Te gustaría cantar junto al maestro Silvio Rodríguez, tener una colaboración?
Una parte de mí me dice que respete, que mantenga esa distancia y sin embargo otra parte me dice, “¿Cómo tener una canción con Silvio Rodríguez?” De lograrlo, tendría que ser una gran canción. Pero sobre todas las cosas me gustaría conocerlo.
¿Dónde se ve Fito del Río en un futuro cercano?
En Cuba, creo que debo hacer muchas cosas más aquí. Creo que las personas que más pueden entender y sentir mi música están aquí. Pienso en algún momento poder viajar y llevar mi música a otras regiones, y regresar.
¿Cómo se encuentra La Granja en estos momentos?
La Granja es nueva, de apenas un mes. Creo que nos falta muchísimo. Tengo grandes ambiciones con la música, quisiera que nuestra obra llegara a más lugares y que mucha gente conectara con nosotros. Sé que hay potencial para eso.
A nivel personal estoy pasando por una etapa muy bonita, me estoy reencontrando. La nueva banda está compuesta por músicos excepcionales y talentosos. Me siento muy afortunado.
Ser no solo músico, cualquier cosa en Cuba es realmente difícil. Pero ya los que están y deciden hacerlo, respeto y admiración.
Buena entrevista
Excelente entrevista Fito
Buen músico. Tuve la oportunidad de escucharlo en vivo y tiene mucha fuerza. Muy buena entrevista. Gracias!
Se aprecia en este músico como imponer un ritmo q mezcle la nueva trova con las tendencias actuales q se denominan alternativa; anque no soy musicólogo ni nada q se le paresca su consagración a triunfar en su patio y la capacidad de preservar lo autóctono auguran en el un gran éxito.Solo falta q lo promocionen con el marcado interes de quienes arriesgan para trinfar.Excelente entrevista y felicidades para Fito y su Banda.