Durante décadas los camagüeyanos disfrutaron los licores, vinagres y gaseosas producidos por una empresa creada por inmigrantes catalanes. Su marca más conocida fue el refresco Piñita Pijuán, “que competía hasta con la Coca Cola. En el dispensador de mi escuela de esa ciudad, Hermanos Maristas, era la preferida”, me contaba recientemente el colega Aurelio Pedroso.
También a esta compañía se debe la existencia de una de las fábricas de fósforos más reconocidas en la mayor de las Antillas y de otra dedicada a producir “jabón de todas clases”, según la Guía directorio comercial de la Isla de Cuba, editado en Barcelona por la revista Mercurio, en 1916.
Los orígenes de la firma se remontan a fines del siglo XIX cuando los hermanos Ramón y José Pijuán Ventura comenzaron sus negocios en Baracoa, luego se trasladaron a Guantánamo y posteriormente a Santiago de Cuba. Hasta que, finalmente, decidieron probar fortuna en la provincia de Camagüey.
En un número monográfico de Cuba contemporánea, publicado en 1942, y dedicado a esa región del país, se informa acerca de la etapa fundacional del negocio:
“Pero fue en el mencionado año de 1880 que el Puerto Príncipe de antaño tuvo su primera Fábrica de Gaseosas por obra de Don José Pijuán Ventura, que se estableció en la calle de Los Pobres (hoy padre Olallo), en la casa marcada entonces con el número 143 y cuarto, casa que aún existe en la actualidad; y en la parte que da al zaguán, en aquel entonces destinada a cochera, se instalaron las primeras máquinas, rudimentarias ahora, pero de las más modernas importadas en aquella época, de donde surgió la marca registrada, que todavía ostenta en la actualidad con el nombre de La Moderna”.
Hay otra versión sobre la fecha de inauguración de la fábrica. En el libro El progreso catalán en América, tomo IV, editado en 1927, se afirma que el hecho ocurrió en 1884. Para saber a ciencia cierta la verdad, habrá que “sumergirse” en los protocolos notariales de la época.
Despegue rápido
Es evidente que el emprendimiento avanzó con prontitud. Nos dice el historiador y periodista Eduardo Labrada Rodríguez, en la crónica Estar “apijuanado”:
“Con el negocio en ascenso, el alambique fue trasladado a la calle de La Candelaria esquina Cuerno (Independencia y Manuel de Quesada) donde posteriormente existió una farmacia. A partir de allí la gaseosa Pijuán comenzó a competir con otros refrescos naturales que por entonces se fabricaban en la ciudad, pues aparte de estar bien embotellado, introducía algunas técnicas ideadas para su elaboración y las que Don José ocultaba hasta de sus propios hijos.
De La Candelaria la floreciente empresa se trasladó a la calle Mayor (Cisneros) frente al parque Agramonte, y que es la vivienda que hoy ocupa la Casa de La Trova, y como ya en 1892 la fabricaba disfrutaba de solvencia económica, se mudó para un local mayor, ahora en un edificio situado en la esquina de San Esteban y La Merced (Oscar Primelles y Lope Recio) que es el lugar donde se encuentra enclavada la tienda La Lonja”.
Los Pijuán siempre estaban innovando
En 1900 enviaron ron y aguardiente de marañón a la Exposición de París. Poseían en las primeras décadas del siglo XX, en la ciudad de Camagüey, un tostadero de café, almacén de mieles y ceras. Además, agencias de sus bebidas en Nuevitas y Ciego de Ávila. Algunas fuentes, como el Diario de la Marina, informan que en Nuevitas establecieron una fábrica de refrescos. La razón social también tenía almacenes, para la venta al por mayor, de víveres, vinos y aceites que importaba desde España.
Ramón Pijuán Ventura, al fallecer en 1909, mientras se encontraba en Barcelona, España, era el gerente de la empresa. Su participación en el negocio había sido muy relevante, en especial por sus conocimientos sobre química.
Al respecto nos dice Camagüey contemporáneo: “Merece párrafo aparte la gran importancia que adquirieron de manera rápida, y por su calidad, los licores elaborados por esta casa particularmente el ron conocido por PIJUAN, que fue famoso en toda la Isla, gracias a la gran competencia de su maestro licorero D. Ramón Pijuán.”
Por cierto, existe una anécdota curiosa relacionada con las bebidas alcohólicas que producían los catalanes. Se cuenta que fue muy popular en la Ciudad de los Tinajones la frase “¡estar apijuanado!”, para referirse a quien se le iba la mano a la hora de consumir aquellos rones y aguardientes.
La Compañía continuó su crecimiento bajo el mando de José y Hermenegildo Pijuán Ventura.
En 1910, el periódico Las dos Repúblicas divulgaba: “Los señores Pijuán Hermanos han empezado ya a establecer una gran fábrica de fósforos que se proponen montar a la altura de las mejores de su clase y en la que proporcionarán trabajo a más de cien mujeres”.
En 1911 ya la industria funcionaba. Entonces José Pijuán fungía como gerente de la empresa Pijuán, Hermano y Compañía.
En 1911 había otra licorería en Camagüey perteneciente a Buenaventura Vallvey, Rovirosa e Hijos. Los fundadores eran originarios de Cataluña. Al año siguiente Buenaventura Vallvey fue uno de los creadores de la Compañía Licorera y Jabonera de Camagüey, a la que se asociaron los Pijuán, según Camagüey contemporáneo.
Resultó una decisión acertada. En su libro De Cataluña a Cuba…¡Hacer las Américas!, la investigadora Idania Esther Rodríguez Ortega refiere:
“Esta Sociedad llegó al alcanzar un alto grado de perfección y adelanto por los procedimientos que empleaba en la elaboración de licores, jabones y aguardientes, así como también de su destilería de alcoholes y de los depósitos de vinos importados con sus correspondientes secciones de embotellamiento, en esas operaciones se empleaban una cifra superior a ciento setenta y cinco personas.”
Nuevos y magníficos productos
En 1915, los industriales de la empresa Pijuán, Hermano y Compañía, decía un cronista del Diario de la Marina “que tantos beneficios reportan a Camagüey, pues derraman en nuestra ciudad el dinero a manos llenas han llevado al mercado nuevos y magníficos productos”.
Mencionaba la publicación, entre las novedades, refrescos de piña, naranja, graf-soda, vainilla, melocotón, pera, fresa, limón y cola champagne.
Un certificado expedido en ese año por Oliverio Agramonte Duque Estrada, funcionario de la Zona Fiscal de Camagüey, informaba que en el período comprendido entre el 1ro. de agosto de 1914 y el 31 de julio de 1915 la Compañía había aportado al fisco 85 617 pesos por la compra de sellos para la fábrica de fósforos.
He mencionado a los hermanos Ramón, José y Hermenegildo Pijuán Ventura como participantes en el emprendimiento. Fuentes de la época también identifican a otro integrante de la familia nombrado Joaquín Pijuán Ventura, sin dudas hermano de los anteriores, quien en 1917 era el gerente de la firma. Su hijo Joaquín Pijuán García y Buenaventura Pijuán Real, como directivos, contribuyeron al sostenimiento de la Compañía cuando fallecieron los fundadores.
Francisco Pijuán Teviades, sobrino de los creadores, fue otro integrante de la sociedad mercantil. Además, en calidad de accionistas se desempeñaron la cubana Isabel García Calleja, viuda de Joaquín y Martina Lacambra, viuda de Rumayor.
Al triunfar la Revolución, en 1959, la firma Pijuán Hermano y Compañía S. en C. poseía dos fábricas; una de refrescos, nombrada La Moderna, con 60 empleados y otra de fósforos, con 80 trabajadores y valorada en 760 mil pesos. Ambas industrias usaban entonces la marca Pijuán para sus productos. Era una mediana empresa cuando fue intervenida por el Estado que puso fin a aquel negocio iniciado por una familia de catalanes y continuado por sus descendientes cubanos, quienes dejaron una impronta perdurable y aleccionadora.
Fuentes:
Idania Esther Rodríguez Ortega: De Cataluña a Cuba…¡Hacer las Américas!, Grupo de Comunicación Galicia en el Mundo, Vigo, España, 2011.
Guillermo Jiménez Soler: Las empresas de Cuba 1958, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008.
- Giralt y Co: El progreso catalán en América, tomo IV, Santiago de Chile Imprenta. La ilustración, 1927.
Diario de la Marina
Mercurio
Archivos de Idania Esther Rodríguez Ortega, Pavel Alberto García y Walter Moro Machín.
Siempre hay algo muy interesante q leer y aprender aquí. Pues entonces seguiremos esperando tus escritos. Siento, a veces, pena de no haber vivido en esos años pero estás ahí para movernos en el tiempo. Muchas gracias José Antonio.
Soy nacido en Camaguey y a pesar de mis 80 aún recuerdo la refrescante y deliciosa piñita Pijuan. Se vendía más que la Coca Cola y nunca mas he probado un refresco igual . La más parecida era la Materva. Agradezco este artículo que tantos gratos recuerdos nos trae .
Es decir llegó el comandante y mando a parar. Para joder todo. Ni lo de antes ni lo de ahora