Una nota escueta, publicada el domingo 12 de mayo de 1889 por el Diario de la Marina, anunciaba la trascendente noticia: “Ha llegado a Cárdenas Mr. Waterman, ingeniero de la Tonson Houston Internacional Company, de Boston, para el establecimiento de la luz eléctrica en dicha ciudad”.
Digo trascendente porque la urbe conocida como “la ciudad de las primicias”, llamada “La Barcelona de Cuba” por el catalán Eduardo Asquerino, director del periódico español La América, en 1866, iba a convertirse en el primer poblado de Cuba que disfrutaría del alumbrado por corriente eléctrica.
El especialista estadounidense arribaba en un mes lluvioso, de fuertes aguaceros, después de un período de intensa sequía. El 14 de mayo puso manos a la obra, en coordinación con José Menéndez Ordóñez, encargado de la construcción del edificio. La parte técnica del proyecto le correspondía dirigirla a Waterman.
Una iniciativa del empresariado
Gumersindo Lanza, un hombre emprendedor, concibió este proyecto, respaldado por otros comerciantes, según Matanzas contemporánea. Guía provincial, en 1887. Las gestiones comenzaron de inmediato, sobre todo el estudio de factibilidad. Para conocer cómo funcionaba el nuevo sistema de alumbrado, una comisión viajó a Estados Unidos. En una carta dirigida al alcalde Francisco Comas Fuster, el 24 de enero de 1889, le expresaban:
“Los que abajo firman, vecinos y comerciantes de esta ciudad, con sus cédulas personales correspondientes expresan: Que han estudiado con atención diversos sistemas de alumbrado eléctrico, y los datos, memorias, presupuestos é (sic) informes que han recogido, resulta. Que ninguno otro a su juicio reúne más perfeccionamientos y que proporcione más economía en su producción que el sistema de Thompson and Hoston, de Boston, USA. Y lo que prueban en su número de premios que dicho sistema ha obtenido en los principales concursos que sobre electricidad han celebrado en Europa y América. Deseoso los que suscriben de contribuir para que la ciudad de Cárdenas cuente con adelantos que hacen grandes progresos en todas las poblaciones de importancia y ser útiles a la población, el Ayuntamiento que usted preside lo tome en consideración, formaremos una Compañía que se titulará Compañía de Electricidad de Cárdenas”.
Como el viejo sistema de iluminación por gas, establecido en Cárdenas en 1857, provocaba continuas quejas en la población, debido a sus altos precios e inestabilidad, el funcionario y los demás integrantes del gobierno municipal no titubearon en apoyar la iniciativa.
El 14 de marzo de 1889 quedó constituida la Compañía de Electricidad de Cárdenas S.A. con un capital de 75 mil pesos y se contrató a la empresa Thomson and Houston, de Boston, para ejecutar la obra.
Esta compañía ofertaba una cartera de cuatro sistemas de alumbrado público, proveía motores eléctricos desde medio hasta 30 caballos de fuerza (22 Kw) y tenía instalados ferrocarriles eléctricos en 19 vías en los Estados Unidos, en 1888.
La empresa ganó en buena lid frente a la Western Eléctrica Co., que se disputaba el mercado cubano y en ese año de 1889 se vanagloriaba de haber instalado el alumbrado en los ingenios San Vicente, Senado, Dos Hermanos, la fábrica de fósforos Remeneu, el Teatro Terry y la refinería de azúcar y mieles, de Salvador Vidal, en Cárdenas.
En ese tiempo fue novedad la instalación del sistema de alumbrado eléctrico en teatros y parques habaneros y en algunos establecimientos comerciales. Los barcos comenzaban a usar también la nueva tecnología para su iluminación.
Inauguración
Al paradero del ultramarino poblado de Regla llegó el sábado 7 de septiembre de 1889 la comitiva encabezada por el general Manuel de Salamanca Negrete, Gobernador de Cuba desde el 13 de marzo de ese año. Subió el numeroso grupo, integrado por militares, funcionarios públicos y representantes de la prensa, a un tren extraordinario que partió a las siete y quince minutos rumbo a Cárdenas.
A las once y veinte minutos llegaron a la ciudad, donde fueron recibidos por las máximas personalidades civiles y militares de la villa, y el empresario Gumersindo Lanza, quien, junto con el alcalde, había invitado al mandatario a la inauguración del alumbrado eléctrico de la urbe.
Testifonte Gallego García, abogado, antiguo periodista de la Corte, en Madrid, entonces se desempeñaba como secretario particular del Gobernador; quedó impresionado por la belleza del poblado. Luego escribiría en su libro Cuba por fuera, apuntes al natural:
“Cárdenas, ciudad importantísima, es sin disputa la población de la isla que se revela más artística y más grandiosa. Es inmensa por la población que tiene; sus calles anchas y cuidadas con especial esmero, sus edificios hermosos y bien proporcionados, están demostrando la existencia de grandes elementos”.
¿Cómo adornaron las calles para la celebración?
Un reporte del corresponsal del Diario de la Marina informaba:
“La población está vistosamente engalanada, y las calles presentan un aspecto animadísimo. Hay levantados varios arcos en honor del ilustre huésped, algunos muy bonitos. Los principales se encuentran en la calle Real, una de las vías más anchas y mejor trazadas de cuantas existen en los pueblos todos de esta isla. Los arcos de la calle Real han sido levantados: uno, por el Comercio; otro, por el Ejército, Marina y Voluntarios, y otro, por las sociedades Casino y Club. En la calle Coronel Verdugo hay uno levantado por el Ayuntamiento, amén de otros en varios puntos de la ciudad (…)”.
Se organizó un amplio programa para la celebración que incluyó un juego de béisbol, retreta, cena en los salones de Casino y baile en el Club. Después de un breve descanso, en la sede del Ayuntamiento, el general Salamanca presenció el desfile de las tropas, más tarde disfrutó un banquete con sus compañeros de viaje y visitó el Cuartel de Infantería, la Cárcel, el Hospital y otros edificios.
Y llegó la noche, y con ella el esperado acto fundacional. A. Caro, redactor del Diario de la Marina, presente en el histórico evento, relató lo ocurrido:
“A la hora señalada de la noche para presenciar el suministro del fluido a toda la ciudad, lo mismo a los edificios públicos que a las casas particulares, nos trasladamos con el Sr. Lanza a la Planta o edificio de donde debía salir el sutil fluido que en aquella ciudad, la primera en esta Isla que se alumbra con él, estaba excitando el más vivo interés y una curiosidad como se ha probado con todas las aplicaciones de ese poderoso agente en el soberano laboratorio de la naturaleza, donde se forja el rayo y se elabora el trueno, según hemos manifestado más de una vez.
Apenas se pusieron en marcha los aparatos, dada la oportuna señal, y como si se hubiera condensado un relámpago, la Planta o edificio de la Empresa, todos los ámbitos de la ciudad, la casa Ayuntamiento, el Casino, los establecimientos públicos y los edificios particulares, se vieron brillantemente iluminados.”
La planta, bendecida por el General Salamanca y la esposa del alcalde, tenía capacidad para suministrar luz de arco a 320 lámparas de 1200 bujías mediante dos dinamos, e incandescente a mil lámparas de 16 bujías, también con el uso de otros dos dinamos. Se establecieron 84 focos de arco, a una distancia de 200 metros, y en las calles transversales, a 133 metros.
Según crónicas de la época, la luz de arco eléctrico emitía una luz intensa y desprendía mucho de calor, pero era, entonces, lo más adelantado para el alumbrado público desde que el inventor y empresario estadounidense Thomas Edison, en 1879, patentara su diseño de la bombilla con filamento de carbono.
Mientras bailaban en el Casino de Cárdenas esa noche, Gumersindo Lanza disfrutaba su momento de gloria, pues era tratado como un héroe popular. Había hecho un buen negocio; en las oficinas de la Compañía, que él administraba, tenía numerosas solicitudes de casas particulares y establecimientos comerciales para contratar el servicio eléctrico. El Ayuntamiento pagaría 19 mil pesos anuales divididos en trimestres vencidos, a la empresa. A los privados se les cobraría 2 pesos por cada foco, aunque luego bajaron el precio a 1.40 oro español.
Desde lejos, escribió un cronista del Diario de la Marina, “los salones del Casino parecían ascua de oro, con una claridad que semejaba el día”.
Fuentes:
Testifonte Gallego García: Cuba por fuera, apuntes al natural, La Propaganda Literaria, La Habana, 1892.
Matanzas contemporánea. Guía provincial 1942, Editorial Panamericana S.A.
Diario de la Marina
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