El cineasta independiente cubano Miguel Coyula (La Habana, 1977), también autor de novelas como La isla vertical, ganó el premio a Mejor película en el International Documentary Film Festival Ámsterdam (IDFA), uno de los festivales de documentales más importantes del mundo.
El premio lo deba a su último trabajo Crónicas de lo absurdo (2024), un relato de “cómo hacer una película independiente en Cuba sin apoyo institucional ninguno y todos los obstáculos que te suceden a partir de tomar esa decisión de actuar completamente fuera del radar”, comentó esta semana a la agencia española Efe.
El documental recoge grabaciones clandestinas de distintas situaciones e interrogatorios a él y a su equipo, por parte de las fuerzas de Seguridad del Estado durante la grabación de su película anterior, Corazón Azul (2021).
“Son situaciones que se hubieran canalizado dentro del reino de lo absurdo […], que si no se hubieran grabado de forma clandestina tampoco existirían porque en el momento en que sacas una cámara ya se precondiciona la situación”, manifiesta.
A pesar de que su trabajo está prohibido en Cuba, el cineasta sigue viviendo en La Habana y filmando en su país porque es “la única manera de contar todas estas realidades”.
“A mí siempre me han interesado protagonistas inadaptados, de una forma u otra”, contó el también realizador de Cucarachas rojas (2003) y documentales como Nadie (2016), proyectado el pasado 26 en Casa América Madrid.
Coyula y su esposa, la actriz Lynn Cruz, han sufrido varios episodios de censura en la isla, pero el cineasta asegura que “seguir al margen” de la regulación del cine en su país por parte del Estado “es la única forma de tener libertad” y poder hacer las películas que quiere.
“Yo siempre he estado por fuera porque me ha parecido que es la mejor forma de trabajar sin que se sepa lo que uno está haciendo, para poder tener una libertad total de contenido”, dijo en una entrevista desde Madrid para la agencia española.
En 2019, recuerda, el Estado estableció que “los contenidos deben estar dentro de las libertades que permite la revolución cubana”, legislación que Coyula califica como “una camisa de fuerza”.
Director también de Memorias del Desarrollo (2010), Coyula ha relatado que puede producir y filmar películas en su país, pero no exhibirlas allí.
Reconoce que “se complica bastante trabajar de forma independiente” en Cuba, pero sostiene que es la única forma de hacerlo porque se trabaja con libertad cuando no hay que rendir cuentas a nadie.
“Si vas a hacer cine independiente tienes que ver todo lo que está mal en la sociedad. Una posibilidad que no te brindan desde el momento en que empiezas a pedir fondos. Esos fondos condicionan de alguna manera una visión del mundo”, considera y agrega tajante: “Yo no podría dormir tranquilo si tengo que hacer un compromiso de contenido o de forma en mis películas”.
Según puede leerse en las redes de IDFA, Crónicas de lo absurdo se llevó el premio, entre otras virtudes, por encarnar “el espíritu radical de los artistas que se niegan a ser silenciados”.