Por Francisco J. Pérez Latre, Universidad de Navarra
Las elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos, con el protagonismo de Elon Musk y X (desde 2022 Musk es dueño de X, la antigua Twitter), han vuelto a poner las redes sociales sobre la mesa. Hay personas que se replantean en qué redes deben estar.
Podríamos comparar las redes sociales con grandes plazas públicas. A partir de 2003 estas plazas empezaron a tener audiencias masivas. A las más tradicionales, como Facebook, Instagram, X o LinkedIn, se han ido sumando plataformas como WhatsApp, TikTok, Twitch, Telegram, Threads o, ahora, Bluesky, que crece a razón de un millón de usuarios nuevos al día. Con el tiempo hemos ido cambiando nuestras redes para adaptarnos a los cambios en su imagen, en su narrativa o en las tendencias políticas y sociales.
Reflexionar sobre la propia identidad
Muchas personas se plantean mejorar su presencia en ellas para compartir textos e imágenes en el ámbito personal y profesional. En medio de las transformaciones de esta realidad cambiante, hay algo que permanece: la necesidad imprescindible de reflexionar sobre la propia identidad que proyectan sus perfiles y acertar.
En las redes a veces se dicen cosas de las que luego uno se arrepiente, e incluso hay personas que se inician en conductas peligrosas (a veces hasta delictivas): a veces son simplemente cuestión de narcisismo o vanidad, y como ha recordado Jonathan Haidt en su excelente libro La generación ansiosa, pueden convertirse en fuente de ansiedad.
Pero las redes también son un reflejo de la necesidad de establecer vínculos con otras personas, la sed típicamente humana de amistad, cercanía y comunidad.
10 ideas para ser relevantes… con conciencia
Aquí comparto diez ideas para mejorar nuestros perfiles en las redes, o simplemente orientarse en su mapa, a veces desordenado y confuso:
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Diferenciarse. No debemos hablar de todo o dedicarnos a cualquier cosa. Es necesario apostar por un perfil, por ser el tipo de persona que decimos ser. La diferenciación y la consistencia son vitales.
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Aprender de los que destacan. Hay que hacer un poco de estudio sobre los “competidores”, sobre la actividad en redes sociales de marcas, personas e instituciones que lo hacen bien.
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Contar hasta diez. Es necesario investigar sobre el tema a tratar, reflexionar y tener sentido de la medida. La adicción a la conexión y a la “popularidad” pueden volvernos ineficaces e improductivos. Lo importante no es cuántos nos siguen, sino a cuántos podemos ayudar. Sumar seguidores está bien, pero tener credibilidad es mucho mejor.
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Una cuestión de constancia. Construir una audiencia es tarea que no se improvisa. Por eso, hay que estar en las redes con constancia. No conviene ser omnipresente en unos momentos y desaparecer en otros: aunque no es necesario generar contenido continuamente, el silencio prolongado resulta letal. Para tener protagonismo en los “momentos de la verdad” hay que estar presentes en el día a día.
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Fuentes de información excelentes para evitar la desinformación. Es necesario buscar fuentes que sirvan de inspiración y aporten valor. La comunicación no es cuestión de medios, sino de tener cosas que decir. Para lograrlo necesitamos fuentes que nos ayudarán a sortear el peligro de una de las patologías que más amenaza el ecosistema digital: la desinformación. Nuestro perfil no puede difundir noticias falsas.
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Ser rápido (sin olvidar la necesidad de reflexión). Es verdad que hay que contar hasta 10 y no conviene improvisar, pero en entornos digitales la velocidad y la oportunidad son cruciales. Hay ciclos de noticias y conversaciones en marcha que debemos atender y que incrementan la eficacia y el potencial de difusión de los mensajes. La vida de un post es muy corta. Los mensajes y los públicos tienen su momento.
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Sonrisa y amabilidad. Nuestro timeline debe ser impecable. Hay que cuidar la calidad. Somos lo que decimos y hacemos; en cierta manera, somos nuestro perfil. Es bueno preguntarse: ¿aporto luz, comprensión o conocimiento? ¿Sirve lo que digo? ¿Voy a arrancar alguna sonrisa? ¿Ayudo a pensar? Y recuerde: no está siempre en contra, está a favor.
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Imágenes de calidad. En la redes manda lo visual. Hay que recuperar la palabra y el pensamiento, pero sin imágenes no se comunica. Además de buenos textos, es necesario encontrar fotos, vídeos y otros recursos gráficos que estén a la altura.
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Comunicar hacia fuera es comunicar hacia dentro. Los medios sociales ayudan a la “comunicación interna”. Sirven para apoyarse y sostenerse mutuamente, de modo que todos se sepan parte de un equipo. Los medios sociales entusiasman, provocan movimientos y llevan a la acción fuera de los redes. Tal vez somos capaces de ilusionar, movilizar energías que estaban dormidas o contribuir a causas que hacen que el mundo sea un lugar mucho mejor.
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Puntos de partida, no puntos de llegada. Las redes son medios poderosos, pero solo medios, no un fin en sí mismas. Son solo el comienzo. En realidad, no constituyen lo importante, sino un complemento; lo importante es comunicar con personas, aportando sentido, significado y relevancia. Las redes no deben llevarnos al anonimato, sino a conocer y admirar a muchas más personas.
Las redes sociales son herramientas poderosas para construir conexiones y comunicar con propósito. Usarlas conscientemente, evitando desinformación y enfocándonos en aportar valor, nos permite crear perfiles auténticos y significativos.
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Francisco J. Pérez Latre, Profesor. Director Académico de Posgrados de la Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.