Las réplicas de los terremotos del pasado 10 de noviembre en el oriente de Cuba sobrepasaron ya las 8 mil, de acuerdo con fuentes oficiales.
Esa cifra se alcanzó este fin de semana, y hasta el amanecer del domingo las réplicas ascendían a 8051, de ellas 133 “probablemente perceptibles”.
“Decimos probablemente porque los sismos de magnitud mayor a 2.5 (grados) deben de haberse sentido en las zonas cercanas al epicentro, pero no tenemos confirmación de su perceptibilidad”, explicó en Facebook el Dr. Enrique Arango Arias, Jefe del Servicio Sismológico Nacional.
De acuerdo con el experto, “este comportamiento es normal después de dos sismos de esas magnitudes”, en referencia a los movimientos telúricos de 6.0 y 6.7 grados en la escala de Richter, con epicentros cercanos a la localidad de Pilón en Granma.
“Mientras mayor es la magnitud de un terremoto mayor es el tiempo réplicas”, añadió.
Con anterioridad, el propio Arango Arias ha asegurado que este elevado número de réplicas no resulta una anomalía y ha explicado que “las réplicas se deben al reajuste de la zona de ruptura” y “siempre son menores que el sismo principal”.
También el Dr. Bladimir Moreno Toirán, presidente del Consejo Científico del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (CENAIS), apuntó tras ambos terremotos que esos eventos sísmicos podrían tener réplicas “durante los próximos meses”.
Estas réplicas, dijo entonces, “deben disminuir en la medida que pase el tiempo”.
No obstante, no descartó entonces “la ocurrencia de un sismo de mayor magnitud”, por lo que, dijo, se mantiene una “vigilancia permanente” desde el punto de vista sismológico.
El último temblor perceptible en el oriente cubano ocurrió en la mañana del pasado viernes y tuvo una magnitud de 4.1 grados.
Su epicentro se localizó a una profundidad de 8.8 kilómetros y a 34 al suroeste de la localidad de Bartolomé Masó, en Granma. Varias localidades de esa provincia reportaron su perceptibilidad, al igual que los municipios santiagueros de Guamá y Santiago de Cuba.
Los dos fuertes sismos del 10 de noviembre fueron perceptibles en toda la región oriental de Cuba y también en provincias del centro de la isla. Estos eventos dejaron varios heridos e importantes daños materiales, sobre todo en las provincias de Granma y Santiago de Cuba.
Según un reporte oficial, solo en el territorio granmense ambos terremotos dejaron más de 8 mil edificaciones afectadas. De ellas, unos 130 derrumbes totales, más de 700 parciales y miles de daños en cubiertas, paredes y pisos, principalmente en el municipio de Pilón, el más golpeado por estos eventos.