Desde niña, Yulaysi Miranda Ferrer conocía con claridad su vocación. Heredó de su abuelo su amor por el arte, en particular la música.
Nacida en La Habana el 11 de octubre de 1990, Yulaysi nunca le ha puesto límites a sus sueños en el mundo artístico.
Sus ojos aún conservan la ilusión de cuando debutó profesionalmente con el Septeto Habanero, donde comenzó a forjar una carrera que ha estado llena de retos y aprendizajes.
No hay dudas de que es una artista versátil. Lo demostró durante la segunda edición del concurso Sonando en Cuba, en 2016. En este espacio encontró una plataforma para promoverse profesionalmente como cantante en solitario.
La pasión, el carisma y calidad interpretativa que la caracterizan la han llevado a mantenerse en constante ascenso profesional y alcanzar metas como el segundo lugar en la versión húngara del popular programa Quiero ser una estrella, en 2022.
¿Se te conoce por tus canciones?
La gente me conoce más por ser la ganadora de la segunda temporada de Sonando en Cuba. Es algo por lo que me siento realmente agradecida. He logrado llegar a los corazones de las personas. Siempre digo que mis seguidores son reales, me apoyan por mi talento y reconocen que soy buena cantante. Eso para mí es algo grandioso. Tengo el compromiso de no fallarles.
¿Con qué tipo de música y artistas educaste tu oído?
Mi familia en general, pero específicamente mi abuelo, me educó en la música tradicional cubana. Él es tresero, y en la actualidad dirige el emblemático Septeto Habanero. Escuché desde pequeña música netamente cubana. El artista que más escuchaba en esa época, que admiraba y al que me gustaría conocer, es el venezolano Oscar de León.
Mucha gente se pregunta qué ha sido de los participantes de las tres ediciones de Sonando en Cuba, en cuyo elenco estuviste. ¿Esta plataforma cumplió el objetivo de impulsar y posicionar sus carreras?
Como cualquier otro concurso en el mundo, Sonando… fue una plataforma importante. Lo primero que tiene que tener un artista es el reconocimiento del público. La aprobación y visibilidad que te dan los shows de televisión es algo grandioso. Un minuto en pantalla significa mucho, imagina tres meses.
A veces pagamos la novatada de no aprovecharlo lo suficiente para hacer canciones y comenzar tu carrera de verdad. Yo no tuve ni la experiencia, ni la inteligencia, ni la guía que tenía que tener en ese momento para comenzar a trabajar. No se trata de llegar, sino de mantenerse.
Uno se da cuenta de eso a medida que la carrera y la vida van pasando. La gente no me ha olvidado, porque fui la ganadora de Sonando en Cuba, pero realmente creo que pude haber aprovechado más la cobertura y visibilidad que me dio el concurso.
Si pudieras elegir a uno de los colegas de ese programa, ¿con quién te reencontrarías?
Logré hacer lazos de amistad y de hermandad durante el rodaje. Cuando cantábamos juntos se lograba un empaste espectacular, no sólo vocalmente sino también en términos de energía y espiritualidad. Me gustaría reencontrarme de nuevo con todos en general, pero en especial con mi equipo de Occidente, liderado por Mayito Rivera. Sería maravilloso poder unirnos y hacer una canción entre todos.
También me gustaría ver a la gente de las regiones del Centro y del Oriente. Hicimos una amistad hermosa, de hecho tenemos un grupo en WhatsApp. Desearía encontrarme con todos; sería volver a vivir esos momentos mágicos.
¿Hasta qué punto la creación se ve afectada por la falta de difusión?
A veces, cuando queremos llegar hasta un nivel y percibimos que no es tan fácil, perdemos la esperanza. Darte a conocer demanda trabajo, por eso hay que aprovechar los momentos y las plataformas en las que puedas hacerlo.
Uno puede crear, pero si no apuestas por ti, y no te sacrificas, ahorras y haces una inversión en ti mismo, nada avanza. Para que las cosas lleguen al nivel que quieres, muchas veces deberás abdicar de algunas cosas. Después regresan a ti.
No importa cuánto hayas apostado o arriesgado, aunque no hayas visto los resultados, tienes que seguir intentándolo. Esto afecta la creatividad, pero hay que ser fuerte y aprovechar esa misma desesperanza para entrarle con más fuerza a los proyectos.
¿De qué depende un artista para salir adelante en esta profesión?
Primero que todo se gana espíritu de superación y de trabajo, positividad, mucha fe y fuerza para seguir adelante y enfocarse en lo positivo. Lo otro se guarda en el librito de las enseñanzas. Hay que ver las barreras y las personas que te dijeron que no como elementos positivos de la trayectoria. Nunca son experiencias negativas, son la señal de que vas por buen camino. Te hacen aprender para que en un momento determinado nadie pueda hacerte un cuento. Estarás preparado para enfrentar cualquier tipo de situaciones. Hay que superarse y ser competitivo con uno mismo.
Uno de los premios del concurso era participar en una gira con Olga Tañón. ¿Se materializó esta gira?
Lastimosamente la gira que me habían prometido con ella no se hizo; tampoco me dieron una explicación. No domino la verdad sobre lo que aconteció. Esto no afectó en nada cómo la veo a ella. A pesar de la frustración, sigo creyendo que es una gran cantante, grandiosa en lo que hace.
¿Qué agrupaciones o intérpretes consideras que tienen propuestas destacables o deberían tener más visibilidad?
Hace tres años no voy a Cuba. Cuando me fui estábamos en la etapa de la pandemia. Desde ese momento no estoy al tanto de lo nuevo que ha salido, solo he seguido lo que ha tenido visibilidad.
Dentro de las orquestas que están en la palestra aportando algo grandioso está la de Alain Pérez, El Niño y la Verdad y Havana D’ Primera. Considero que han sido innovadoras dentro de la música cubana y han llegado a los corazones de todo el mundo.
¿Los músicos que componen sus propias canciones transmiten mejor lo que quieren decir?
Compongo canciones para mí, no con el objetivo de que se hagan famosas. Me veo más como una intérprete y no como una compositora. No creo que los cantautores sean mejores intérpretes que las personas que no componen sus letras. Un cantante-intérprete es quien de verdad siente lo que está diciendo y trata de llegar a las personas desde sus sentimientos. Hay muchos cantautores que no transmiten igual. Tiene que ver con la interpretación, el sentimiento y el profesionalismo de cada uno.
La música se está consumiendo a un ritmo vertiginoso y en función de eso algunos artistas lanzan temas semanalmente. ¿Considera que es una buena estrategia?
Creo que sí, porque aunque no cantes bien y no tengas la gran voz, la gente te sigue porque conectó con algo. Te ganaste a ese espectador a través de esa canción, y así vas creando un anzuelo para atrapar al público. Es una buena estrategia, más ahora con las redes sociales.
¿Existe presión en el gremio por producir música constantemente?
Por supuesto. O preparas tu bolsillo y vas con un productor que te haga ese trabajo, o lo haces tú, pero pagas el tiempo. Ser tu propio productor musical, tú propio todo, no es fácil.
La presión existe, si no es en el bolsillo es en ti, porque te desgastas, y esto mata la creatividad.
¿La música debería tener más de pasión que de negocio?
Este es un tema difícil. La respuesta depende de si eres cantante aficionado o de si la música te da de comer. Aunque las canciones tienen que tener todo el sentimiento, creo que hay que pensar en un porcentaje bastante grande en la parte comercial del trabajo. Si quieres vivir de la música tienes que vender el producto.
Eso solo se logra estando al nivel del mercado. Hay canciones que no tienen nada de pasión; son puro marketing. Como artista, le dedicaría un cincuenta por ciento de tiempo y energía a cada elemento (creatividad y trabajo comercial); depende del momento. La imagen que quiero proyectar es la de una cantante que siente la música en toda la extensión de la palabra.
Están muy de moda las colaboraciones, sin embargo, no son muy frecuentes entre las intérpretes cubanas. ¿No se dan más colaboraciones entre ustedes por rivalidad?
No sé si se hacen poco por rivalidad o porque una quiere brillar más que las otras. Tal vez sea por egoísmo o autosuficiencia. En todas partes y profesiones hay rivalidad. Es humano. A mí me encanta cantar con todas mis colegas, pero tengo que enfocarme más en mi carrera y en mi música.
¿Qué opinas de las tendencias musicales contemporáneas? ¿Ves la música urbana como una oportunidad o como competencia?
Ni como una cosa ni como la otra, simplemente es un género que le gusta a los jóvenes. Si un día me invitan a cantar un reggaetón, siempre y cuando no tenga que estar diciendo malas palabras voy y lo hago. Lo mío es cantar. Me gusta entregarle mi garganta a la gente que me escucha.
No la veo como oportunidad porque no quiero hacer música urbana, ni como competencia, porque yo tengo mi público. Si eres auténtico la gente te va a querer; ya la vida me lo ha demostrado.
Voy a seguir haciendo la música que me gusta. Nunca dejaré de cantar grandes canciones. Si llego a los corazones de la gente, será genial.
Muchos artistas han manifestado las sensaciones que experimentan cuando se bajan de los escenarios y se apagan las luces. ¿Cómo vives esos momentos?
Las noches en las que canto, no puedo dormir. Me quedo en esa adrenalina; a veces son las tres de la mañana y todavía me veo cantando en el escenario. Llego a la casa y sigo muy arriba, activa. De hecho, hay gente que se me acerca después de los conciertos y me preguntan si me acuerdo de ellos y tengo que aclararles que me cuesta bajarme de la nube, salir de la excitación que experimento cuando canto. Sigo montada en el personaje. No está lejos de quien soy, pero sin dudas no es el mismo que vive en la casa, con la familia.
¿Te interesa que en tu música estén reflejadas tus influencias artísticas?
Sí, de hecho compuse “Sabor”, un tema que habla de mis influencias artísticas y personales. Esa canción me describe como mujer y como cubana. La seguridad que tengo se debe al ambiente en el que me crié. Siempre estuve rodeada de amor y positividad. Ese contexto me ha convertido en una mujer alegre, segura de sí y con mucha fe en Dios. Quiero que eso se vea reflejado en mi música y en las canciones que escribo.
¿Sonando en Cuba te preparó para Quiero ser una estrella, en Hungría?
Sonando en Cuba me dio la experiencia, la resistencia y el rigor para poder llegar a este concurso en el que alcancé la segunda posición. Me preparó como persona, emocionalmente también. Aprendí a competir conmigo misma, nunca con mis compañeros.
En los concursos llega un punto en el que no te interesa nada. Te centras en lo que estás haciendo, en estudiar y prepararte para poder avanzar. Eso psicológicamente me preparó para la nueva oportunidad que llegaría en Hungría.
¿El mundo artístico no es tan bonito como parece?
No lo es. Lo supe cuando gané Sonando en Cuba. Me di cuenta que tiene muchos sinsabores, sacrificios, apariencias. Muchas veces la vida en el arte no es lo que parece. Hay que estar preparado para vivirlo. Mientras más subes, más difícil es.
¿Divulgas tu música a través de las redes sociales?
Entre todas las cosas que hago en el día, tanto en el ámbito personal como profesional, siempre dedico un momento para postear lo que hago musicalmente. Las redes sociales son la única herramienta que tengo para que el mundo me vea. No trabajo con una disquera, así que las aprovecho para que la gente vea que todavía estoy activa y con deseos de seguir trabajando.
¿Qué te hace falta para internacionalizar tu carrera en la música?
Lo único que me hace falta es ser cada día más cubana. Mientras más me aferre a mis raíces, costumbres y cultura, más internacional voy a ser.
Lo otro es que me llegue una buena oportunidad. Que una disquera me ayude a vender el producto que soy, que solo quiere mostrarse como cubana y como una artista talentosa.
¿Qué te han enseñado los años fuera de Cuba?
Mucho. Primero a crecer como mujer, persona y madre. Segundo, a crecer ante cualquier dificultad. Lo más importante que me han enseñado estos tiempos es que, aunque nacemos en un país, pertenecemos al mundo. Dondequiera que uno llegue con ganas puede lograr cumplir sus sueños y objetivos, siempre y cuando tenga la inteligencia y el deseo para materializarlos.