Hay algo de música en las paredes del convento de San Francisco de Asís. Los ojos recorren sus muros y columnas como buscando el detalle que quiebre la estabilidad de sus líneas, el orden de sus campanas que ya no dan la hora. Más que mera quietud de museo, todavía sus pasillos transmiten la paz de los templos religiosos. Y como pocos sitios en la bulliciosa Habana más antigua, pareciera concebido para la ascensión, entre las luces y penumbras de su estilo barroco.
Su construcción fue iniciativa de los primeros frailes franciscanos asentados en el occidente de Cuba, y se inició en el año 1548. Al inaugurarse, en 1575, el sitio se convirtió en el elemento distintivo de la presencia de la Orden Franciscana en el continente americano, quienes tenían como encargo la evangelización de los pobladores de América.
En los siglos siguientes, el sitio fue camposanto de figuras célebres, escuela de monjes franciscanos, almacén y oficina de aduanas, Dirección de Correos y Telégrafos. Hoy es un museo de arte religioso, que acoge conciertos de música clásica y exposiciones de artes plásticas.
Desde su torre de 42 metros, la más alta de la ciudad en su época, se observa la Fuente de Los Leones, una obra de gran simbolismo, realizada por el escultor italiano Guiseppe Gaginni en 1836; la Terminal Sierra Maestra, desde donde parten barcos repletos de turistas; la Lonja del Comercio y el puerto de La Habana.
A veces, si hay suerte, se puede alimentar allí alguna paloma.
fotos muy buenas, felicidades a la fotografa