Lo primero que hacían los anfitriones en el vestíbulo del centro cultural Padre Félix Varela era entregar a cada visitante un suelto con las minutas del suceso y un abanico de cartón.
¿Solo memorabilia? Para nada.
En medio de un verano que se estrenaba con más de 30 grados y con una brisa marina casi ausente, el detalle hablaba otra vez de la capacidad previsora de una institución que ha sobrevivido más de 2 mil años, pese a las turbulencias propias y ajenas. Al final de la jornada, el abanico terminó siendo el héroe de celulosa que puso alivio a una muchedumbre ávida y compacta en el patio central y otros claustros del barroco edificio del siglo XVII. Aquí, donde germinó la intelligentsia que perfiló la nacionalidad cubana en pleno régimen colonial, durante un par de días tuvo lugar la feria de expositores del sector no estatal que celebró el aniversario 13 del proyecto CubaEmprende, arropado por la Iglesia católica.

Una herramienta de alfabetización empresarial
“Los expositores están muy satisfechos porque han podido dar a conocer sus productos, aumentar seguidores en redes sociales y testear sus ofertas en el mercado”, resumió a OnCuba Arlen Martínez, coordinadora de comunicación de CubaEmprende.
Este año la convocatoria reunió 75 stands expositores y 10 negocios presentando productos. El evento, según Martínez, “ha movido una convocatoria que ha calado” y que se refleja en la multitud de visitantes.
Muchos de los expositores han pasado por los cursos de CubaEmprende, aunque la feria incluyó a quienes no han participado antes, convirtiéndose en “una puerta de entrada para que empiecen a consumir los servicios de capacitación y asesoría”.
Sobre los talleres, Martínez explicó el curso Emprende: “Es básico, pero con una metodología didáctica que sirve tanto para personas sin conocimientos previos como para quienes tienen maestrías o doctorados”. Incluye módulos de desarrollo humano, marketing, administración, contabilidad, aspectos legales y ventas, con un fuerte énfasis en que “el emprendedor debe conocer sus potencialidades y actuar en concordancia con las leyes”.
El papel de la Iglesia se explica, según la comunicadora, porque a la institución “no les es ajeno nada humano”, siendo su acompañamiento una acción que va más allá del asistencialismo. “La Iglesia tuvo una vista aguda y anticipó lo que al final pasó”, afirmó, destacando que muchos emprendedores que comenzaron hace 13 años “deben a CubaEmprende y al acompañamiento recibido una buena parte de sus logros”.
CubaEmprende tiene sedes en La Habana, Camagüey y Cienfuegos, todas con programas similares y eventos de networking para fomentar la colaboración entre emprendedores, porque “cuando trabajan juntos, pueden llegar más lejos”, aseguró Martínez.

Un tallerista y su mipyme llave en mano
Ángel Manuel Colás es el director de operaciones de Nemexo S.R.L, una mipyme que se ocupa de montar esquemas digitales de racionalización energética, seguridad informática y flujo de información en redes, entre otras prestaciones.
“¡Excelente!”, exclama, cuando se le pregunta por la calidad del taller de CubaEmprende.
“Primeramente, te enfoca en lo que necesitas hacer como emprendedor. Luego, la asesoría legal fue muy buena y la estrategia de negocio también. Ahora estamos en el taller de Economía y ya nos han soltado ciertas cositas que nos ha llamado la atención”, cuenta, junto a Enier Maceo, director general de Nemexo y graduado de ingeniería en ciencias informáticas.
Explicando a partir de gráficos en laptops y disertando de transformación digital como quien habla del porvenir, ambos aseguraron que este negocio, que se mueve en la modalidad de ciclo completo, es para todo aquel que desee “mejorar sus consumos energéticos”.
“Nemexo sirve lo mismo para la bodega de la esquina, la empresa estatal, la pyme que apenas arranca”, explican. “¿Qué hacemos?”, pregunta uno, y el otro responde: “¡Todo! Evaluamos, diagnosticamos, digitalizamos, escalamos, ¡lo que haga falta!”.
El cliente pide, ellos entregan, llave en mano, software y hardware. Nada de pirateo, todo a medida con programas diseñados por los propios desarrolladores de la empresa. De modo que prevalece la soberanía tecnológica garantizada, con el respaldo de una ética profesional que ellos defienden con “palabra de ingenieros”.
“El trabajo nuestro es que el cliente nos diga qué necesita y nosotros le damos el resultado que desea”, promete Maceo, aunque suene a eslogan.
Pero todo hay que ponerlo en contexto y no uno estándar, sino el cubano, una montaña rusa de contingencias. El drama de los recursos, la burocracia estatal, las divisas que suben y bajan en el mercado informal.
“Aquí todo es por etapas”, explica Enier, “el cliente paga solo lo que avanza, puede abortar si no le convence, sin perderlo todo.” Transparencia, flexibilidad, acuerdos de servicio con tiempos de respuesta cronometrados: cinco horas, tres, una, según lo que pague el cliente.
Y mientras tanto, ahí están, aprendiendo en talleres, absorbiendo asesoría legal, económica, estratégica. “Esto nos hace más robustos”, confiesa Enier, “nos fortalece”, agrega con un rictus que le presta aires de triunfador.
¿Y la falta de un mercado cambiario formalizado, cómo golpea?
Es un hándicap hoy para todo el mundo, además porque al final los precios están anclados principalmente al valor del dólar y por tanto se mueven constantemente. Eso nos obliga a estar monitoreando como fluctúa la tasa de cambio y, en el caso de los servicios, buscar una tasa promedio.

Una limitación que atraviesa el emprendimiento
“El hecho de que no exista un mercado cambiario en Cuba dificulta mucho las operaciones. Claro que afecta, afecta bastante”, reconoce por su parte Javier Lobaina, líder de la mipyme Noven, Soluciones Energéticas, otro botón de muestra de las prioridades del sector privado en medio de apagones paralizantes.
La empresa se enfoca en trabajar “desde el metro contador hacia el interior de las viviendas, todo este tema de modernización de la infraestructura eléctrica”.
En ese arco de servicios, siempre buscando el ahorro energético doméstico, cabe la panelería solar con tarifas que el propio Lobaina reconoce como un “poco altas”, dado que los insumos “a conseguir” están por las nubes.
Con tratamientos personalizados (para algunos clientes se extienden facilidades de pago) el mercado de Noven “se expande un poco lento”, y hablar de retorno del capital invertido es prematuro. Los proveedores de la firma son chinos, pero también domésticos y ahora el superobjetivo del emprendimiento es una campaña para concienciar el cambio de la infraestructura eléctrica en viviendas construidas en los “años 30, 40 y 50”.
“¿De qué te sirve tener en casa aparatos supermodernos si la infraestructura eléctrica que los va a soportar prácticamente no te permite hacerlo?”, se preguntó Lobaina. “Al final el país sufre con todas estas cosas”, resumió.
La crisis energética también atrajo a la feria a firmas extranjeras, como Tulip Power, de Países Bajos. La intención fue promocionar generadores eléctricos para cobertura a pequeños negocios o a las propias familias que puedan pagarlo en dólares.
“Queremos que la gente lo perciba como un estilo de vida, como una forma de salir con las amistades, de poder escuchar música donde sea, de poder cargarse donde sea. Ese es el objetivo principal de Tulip. Y para eso estamos tratando de insertarnos en el mercado cubano con estas propuestas donde incluso hasta los paneles son portátiles”, explicó a OnCuba Raciel Sayú, promotor de ventas de la empresa holandesa, que comercializa un sinfín de artefactos domésticos energizados.
“Nuestras ofertas no son para el salario medio cubano, como muchas otras tantas cosas no son para los salarios promedio en Cuba”, equiparó Sayú a modo, tal vez, de disculpa.

Cuando la basura se convierte en papel
En el corazón palpitante de La Habana Vieja, Mercedes Muñoz, asistente de comunicación de Ciclo Ecopapel, desveló el alma artesanal de un emprendimiento que transforma desechos de papel y cartón en objetos utilitarios y papelería empresarial.
“Hacemos agendas, llaveros, tarjetas de presentación… todo con una filosofía de reciclaje, ahorro y reutilización”, dijo esta chica con talante de vendedora.
A más de 20 siglos de que los chinos inventaran el papel mediante sobras y corteza de árboles, Mercedes habla con la pasión de quien ha visto crecer este proyecto durante siete años, navegando entre la tradición y la innovación. “El proceso es muy clásico, muy antiguo… totalmente manufacturado. Logramos hacer el papel a mano, como bien dices”.
Pero no todo es artesanía pura. Con ingenio cubano, han creado una batidora más grande, hecha con materiales reciclados, un tanque de agua en desuso y un motor de taladro, que les permite producir en mayor escala sin perder la esencia manual. Todo el proceso de encuadernación e ilustración también es manufacturado.
La red de Ciclo Ecopapel se extiende, dice Mercedes, con donadores que no solo entregan sus descartes, sino que también se convierten en clientes. “Trabajamos con Caribbean Tour, Unicef, otras agencias de Naciones Unidas… organizaciones que comparten nuestra filosofía, y así cerramos el ciclo”.
Cuando se le pregunta por la rentabilidad, Mercedes no esquiva un asunto espinoso: “Sí, hemos tenido desafíos, como la pandemia y las restricciones al turismo, que afectaron, porque muchos clientes son turistas”. Sin embargo, el negocio se mantiene con una visión clara de sostenibilidad. “Reciclamos agua de lluvia y usamos paneles solares para cubrir al menos el 21 % de nuestra energía eléctrica… procesos que ayudan tanto a la sostenibilidad medioambiental como económica”.
Moda victoriana en la Cuba de 2025
¿Viajamos en el túnel del tiempo? Todo es posible con los chicos de Ucronía 19, que pusieron la nota excéntrica en esta kermés del emprendimiento.
En un stand tapizado de biblioteca clásica y entre vestuarios, sombreros, engranajes de fantasía, artilugios y relojes de bolsillo que marcan horas que nunca existieron, los tres integrantes de Ucronía 19, Deyamel Valdés Borbón, Mabel Cuenca y Joel Salazar, se mueven con la calma de quienes han elegido vivir fuera del tiempo. La tienda, aún sin espacio físico definitivo, es ya un refugio para los nostálgicos del futuro y los románticos del pasado, una rareza que desafía la lógica de la ciudad y, lo más osado, la lógica del mercado.
“El steampunk surge como un subgénero literario que es retrofuturismo victoriano, o sea, el futuro, pero estancado en la época victoriana, explica un tautológico Deyamel, él mismo ataviado a la usanza del período imperial británico que va de 1837 a 1901, año de la muerte de la reina Victoria.

“Hay consumidores… góticos, victorianos, también muy vinculados a la parte de la literatura que quieren plasmar en la vida real”, responde el joven que parece un personaje salido de la saga de Harry Potter.
Joel Salazar, director del proyecto cultural Echando Humo y pieza clave en la creación de Ucronía 19, es el estratega, el que ve el negocio como una experiencia total. “No vendemos el producto como tal, vendemos la experiencia de la compra”, afirma, con una sonrisa que parece invitar a cruzar un umbral invisible. “Somos una rara avis y nos gusta serlo”, repite, como si la excentricidad fuera una medalla de honor. Joel sueña con un espacio físico frente al Capitolio, en Balcón Cero, donde los clientes no solo compren, sino que vivan la fantasía de otra época.
Por su parte, Mabel Cuenca, la artesana y creadora, es la que aterriza los sueños de Ucronía 19. “Todos somos creadores”, dijo, con el empeño de elevar la calidad de los productos, alejándose de las aleaciones baratas hacia el acero inoxidable, “por una cuestión de durabilidad”.
Personalizan cofres, relojes y accesorios, colaborando con carpinteros locales y soñando con una red más amplia de artesanos. “Estamos tratando de salir de lo que es la importación y llegando al punto donde nosotros diseñemos y fabriquemos todos los productos que vendemos”, ambiciona Mabel.
La música, el electro swing, los rituales esotéricos y la estética steampunk son parte del ambiente que Mabel y sus socios cultivan con esmero. “La parte más mágica de nosotros es que trabajamos mucho dentro del género de la fantasía… más específicamente a Harry Potter, que es la temática más comercial ahora mismo”, revela, y en sus palabras vibra la esperanza de que un día J.K. Rowling visite Cuba y vea que la magia, sí, existe en la isla caribeña.
“Y sin que falten las sesiones ocultistas!”, suelta Joel.
“Con Conan Doyle incluido”, respondo ucrónico antes de darnos la mano en una despedida en la frontera del tiempo, pero no del espacio.

Bombix mori y otras novedades
¡Permacultura, meliponicultura, sericultura! En el kilómetro 22 de la carretera central, la naturaleza no es solo paisaje: es filosofía, es economía, es vida circular, parece decirnos una radiante Ivón Moreno, coordinadora del proyecto Macultura Finca La Luisa, en el municipio capitalino del Cotorro.
Allí, el cuidado de la biodiversidad y la producción sostenible se entrelazan con nuevas apuestas: la meliponicultura (cultivo de abejas meliponas, “abejas de la tierra”) y, más recientemente, la sericultura, el arte milenario de criar gusanos de seda.
“La única limitación para criar orugas de seda es tener plantas de moras. Y aquí, la mora se da fácil, casi sola”, contó Moreno con una sonrisa que la hace especialmente segura de su proyecto.
La sericultura, liberada en Cuba apenas en mayo de 2024 tras estudios sanitarios, promete ser una revolución rural: mínima dificultad técnica (solo se necesita morera), rápido ciclo productivo (55 días) y una cadena de valor que va desde la venta de capullos hasta la artesanía textil, cosmética y bisutería.
“Ahora mismo en Trinidad ya los artesanos están bordando con hilos de seda”, revela Moreno, con la mirada puesta en exportaciones y en la mejora de la economía campesina familiar.
“Un capullo te da 1500 metros de hilo. Una polilla, 500 huevos. ¡Multiplique usted mismo!”, invitó para certificar el éxito expedito de su negocio.
El proceso es casi mágico: de unas pocas plantas de mora, cientos de orugas, cada una produciendo un capullo con metros y metros de hilo, y cada polilla generando cientos de nuevos huevos.
El kilo de seda, a nivel mundial, ronda los 150 euros. “Algo que se podría llegar a comercializar”, sueña Ivón, mientras describe el potencial para crear redes de emprendimientos locales.
Ante la preocupación de que estemos ante una especie invasora, la agricultora tiene un mensaje que tranquiliza: “Estos gusanos no se escapan. Después de 4500 años de domesticación, la mariposa ni vuela. Son absolutamente domésticos”.
La domesticación extrema del Bombix mori garantiza que no sean invasivos ni tampoco un riesgo ambiental. Además, la morera, planta base de la sericultura, tiene múltiples usos: alimento animal, infusiones medicinales, fruta con alto valor nutricional y materia prima para textiles y cosméticos. “Cuando usted pone esto a nivel local, pone alimento, medicamento, fruta y textilería en el mismo terreno”, resume Ivón con entusiasmo a prueba de cualquier burocracia y zarpazo climático.
“Esto puede darle vida a las localidades rurales, incluso a quienes tienen limitaciones físicas o mentales. No hay que ser universitario, ni saber leer o escribir para criar gusanos de seda”, dijo la coordinadora del proyecto Macultura Finca La Luisa, en la que producen, además, artículos apícolas y toda suerte de frutas mediante una economía circular.
Una señal de humo… precolombina
¿Cuál es el secreto de esto?
“Más de 5 siglos haciendo lo mismo”, contestó sin más Reinaldo Blanco Martín, de 60 años, natural de Bayamo y perteneciente a una familia entregada a la tradición del casabe. “Aprendí de mis padres, mis tíos, mis abuelos”, recordó con ufanía.
“Primero, le voy a decir que desde sus inicios este alimento no ha perdido la forma de elaboración. Todavía se mantiene el rayado, el lanzado y el horneado de él”, explica el experto, invitado al stand del proyecto Casabe, sostenido por Yucasabi SRL.

La pequeña empresa privada con dos restaurantes que elaboran y comercializan casabe, el llamado pan de los indios hecho a partir de la harina de yuca, recibió el premio al Mejor Emprendedor del Año 2024 otorgado, en su primera edición, por OnCuba, su división OnCuba Business, junto a la Embajada Británica en La Habana.
“En sí, el casabe es insípido. Sabe a lo que se le agregue y por eso podemos hacer muchos platos”, diserta Blanco Martín, delante de una pancarta que reproduce una escena alegórica al cocido del alimento en una comunidad indígena precolombina. Mientras habla, el calor del burén (hornillo y plancha de hierro utilizado en países como Cuba, República Dominicana y Colombia para cocinar las tortas de casabe) se expande, sumándose al vapor imperante.
El burén de Reinaldo es un legado familiar. Le calcula entre 100 y 120 años. Apenas si se distingue la marca del fabricante en una de sus asas manoseadas por generaciones. Aún quedan dos ejemplares más en poder de la familia y Reinaldo promete continuar con la tradición hasta el final de sus días.
Los colores de la vida con MFR
Michel Fernández es el dueño de MFR Vida Color, una mipyme que nació en la primera ola de la empresa privada cubana. “¡Tres años y medio ya!”, exclama victorioso y resiliente, como alguien que se ha propuesto pintar el país entero, aunque la economía le decore la cara a diario con los colores de la crisis (tonos fáusticos).
“Lo principal, el obstáculo mayor, es la moneda dura. El USD. Ese es el obstáculo mayor que tienen nuestras empresas hoy día”, suelta Michel, sin anestesia retórica, a la manera de quien sacude una brocha contra la pared y deja que la salpicadura cuente la verdad.
Pero la ausencia de un mercado cambiario no es suficiente desastre para que Michel tire la toalla. “Mi emprendimiento subsiste apoyándose en la línea natural, una pintura con un 90 % de productos nacionales”, dijo con orgullo de alquimista tropical.
Se trata de pintura ecológica, inodora, buena para cuartos de bebés y para bolsillos apretados. “Es natural”, repite para invocar un mantra que conjure la adversidad.

De momento, han podido armar algo de publicidad, con la ayuda del presentador Marino Luzardo y están presentes en más de una decena de tiendas y varios puntos de venta en municipios capitalinos.
¿Y la logística? Responde directo al grano: “Tenemos el camión, tenemos rastra. Si no es con eso, no puede existir el negocio. Pagar transporte… ¡ni loco! Te quiebra. No es rentable”. Y ahí están las carreteras, muchas en mal estado, para trasladar la mercancía de Guane, en el occidente, a Ciego de Ávila, en el centro de la isla. Pronto abrirán una tienda en Santiago de Cuba con botes de pintura ecológica natural. “Para subsistir y luego para ser rentables no agredimos a las personas y tampoco al ambiente”, aprecia este entusiasta empresario, con el optimismo tan fresco como una pared recién pintada.
SMG: Una hacedora de branding
Aclaremos antes de continuar. Branding es un término del marketing y la comunicación que se refiere al proceso estratégico y creativo de construir, gestionar y posicionar una marca en el mercado. No se trata solo de un logotipo o un nombre, sino de un conjunto integral de acciones y elementos que incluyen la identidad visual, los valores, el propósito y la personalidad de la marca, con el fin de crear una conexión emocional y consciente con el público.
¿Qué significan las siglas SMG?
Son mis iniciales. Suselmis Martín Guilarte. Parece sencillo, pero después de tres sesiones arduas de naming, llegamos a la conclusión de que era el mejor nombre. Cumplía con todo: era registrable, sonaba bien en inglés y en español. Además, una de las características de las marcas es que pueden ser acrónimos.
¿Y eso no las hace muy personalistas?
Aunque la gente piensa que es solo mi nombre, en realidad fue el resultado de un proceso de búsqueda. Hoy, ya con un equipo, le hemos dado el significado de “Seamos Marcas Geniales”.

¿Cuál fue el origen de este proyecto?
Llevo 10 años en la consultoría privada en Cuba, en otra empresa que fundé junto a mi esposo y otros colegas. Después de cinco años, me apasioné por el mundo de las marcas, entendiendo que no son solo un logo, sino que representan a los negocios y conectan con los consumidores. Hice una maestría en gestión de marcas y desarrollé un modelo para gestionar marcas en el sector mipyme en Cuba, cuando aún no se hablaba de ellas legalmente. Luego creé SMG, que hoy se dedica a la gestión de marcas, conectando negocios, servicios y productos con sus consumidores a través del marketing y el branding.
¿Cómo ves el mercado actualmente en Cuba?
Ahora mismo Cuba es un mercado de expansión, especialmente para el sector privado. Es un mercado de oportunidades, aunque el contexto es desafiante por factores como la inflación y un marco legal no siempre claro. Por eso, empresas como la nuestra tienen grandes oportunidades, porque en mercados monopólicos no se presta atención al marketing y branding, pero en el sector privado sí hay diferenciación y competencia.
¿Pensando en el largo plazo, habrá necesidad de una ley antimonopolio en Cuba?
No lo sé. En marketing siempre se habla de estrategia a largo plazo, pero en Cuba eso es una utopía. La estrategia más a largo plazo que hago es a un año. Organizamos estrategias para SMG y para nuestros clientes a un año vista y cada tres meses hacemos reportes y evaluamos si mantenemos la estrategia o la cambiamos. A veces en un año hemos tenido que cambiar varias veces, siempre adaptándonos para ayudar a nuestros clientes a sobrevivir y crecer.
¿Cuáles son las variables que más utilizas para analizar un caso?
Analizo mucho al cliente y al consumidor. Necesito saber por qué el consumidor compra hoy, qué atributos valora y cuál es su “dolor”, es decir, el motivo real de compra. Depende de la marca, pero siempre buscamos entender ese “dolor” para conectar la marca con el consumidor. También analizamos la competencia y el contexto.
¿Cómo manejan la necesidad de adelantarse al marco regulatorio y los cambios legales?
Monitoreamos constantemente el entorno.
¿Manejan información privilegiada?
No manejamos información privilegiada. Cuando el país publica algo en la Gaceta, analizamos cómo afecta a la marca, identificando oportunidades y amenazas. Así ajustamos nuestras estrategias. No tenemos acceso a información privilegiada; todo lo que manejamos es público y lo analizamos en función de cada cliente.
¿Tienen conexiones o intercambios con empresas similares extranjeras?
Siempre tenemos relaciones, pero no de intercambio de información, sino de maneras de hacer. Nos hemos dado cuenta de que la gestión del branding es muy similar en entornos como España y que incluso tienen problemas similares a los nuestros. Eso nos hace sentir que nuestro modelo está validado internacionalmente.

¿Practican la confidencialidad?
La información de nuestros clientes es completamente confidencial, y eso limita lo que podemos mostrar en redes sociales. Somos muy cuidadosos con la confidencialidad.
¿Se enfrentan a casos de clientes que no observan la ley?
No. Somos muy cuidadosos porque como empresa tenemos una responsabilidad. No manejamos marcas que estén al margen de la ley. Hemos sido estrictos incluso con clientes que han pedido campañas sexistas o que van en contra de nuestros valores; preferimos no trabajar con ellos. Defendemos trabajar con marcas valiosas, que aporten valor al país.
¿Crees que en algún momento podrán acceder a los grandes medios para promoverse y no quedarse solo en las redes?
Espero que sí. Teníamos expectativas con la Ley de Comunicación, pero no fue así para el sector privado. Como empresa privada, no puedo manejar la publicidad de un cliente en medios como la televisión, lo cual nos limita. Espero que eso cambie en algún momento. Mientras tanto, seguimos trabajando en los escenarios posibles y haciendo cosas como el ranking de notoriedad de marcas privadas en Cuba, que ya va por su tercera edición y pronto tendrá nuevas categorías.
¿En materia de branding, cuán singular puede comportarse el entorno cubano?
Te comentaba que hay puntos de contacto y paralelismos entre el escenario cubano y el español, pero Cuba es singular por su sistema económico que privilegia al Estado.
Y a pesar de ello, apuestas por estar acá…
Yo quiero mantenerme positiva y pensando que, insisto, es un mercado de oportunidades. Yo creo que a lo mejor en España tendría otros desafíos, porque entonces estaría entrando, por ejemplo, a hacer una agencia, donde ya hay muchas agencias, que se dedican a lo mismo.
¿Tienes pares en Cuba?
Igual en lo que es gestión de marcas, no. Servicios similares, sí, evidentemente.
Entonces, aceptas las reglas del juego imperantes…
Nosotros tenemos nuestros propios desafíos que a veces te agobian un poquito, pero nada, tienes que mantenerte positivo. Decir: okay, de esto que está, cómo encaro sus reglas de juego y salir adelante. O sea, yo prefiero mantenerme con una visión positiva de las oportunidades que puede haber en mi país.
¿Templo para mercaderes?
Después de interesarse por los relojes de leontina expuestos en Ucronía 19, el padre Yosvany Carvajal Sureda (La Habana, 1975) intercambió unas palabras con OnCuba.
Visiblemente impactado por todo lo que acontecía dentro de los muros del Centro Cultural Padre Félix Varela, del cual es rector, el sacerdote evaluó que este año “es más fuerte que el pasado”.
“Pensé que iba a estar más deprimido por las cuestiones que todos conocemos, pero el sector empresarial no quiere dejarse morir y por eso hay esperanza, como dije en mi discurso de inauguración”.

¿Qué simbolismo aporta este recinto a la feria?, le pregunto.
“La Iglesia acompaña como acompañó desde esta casa. Desde esta casa Cuba se fundó, porque esta es la casa donde nació el pensamiento cubano de la mano del padre Varela. Y entonces lo pensó desde la filosofía, desde la ciencia política, desde las ciencias exactas. Hoy lo pensamos también desde la parte de la economía, del emprendimiento, porque hacer esto también es pensar en Cuba”.
Para el también presidente de la Fundación Cardenal Jaime Ortega y párroco de la Catedral de La Habana, el sector no estatal o privado no es una panacea que “resuelve todos los problemas de Cuba, pero es lo que hay que hacer para buscar soluciones a esos problemas”.
Según el prelado, se trata de un actor para la economía de Cuba, del cual no se puede prescindir. “No es un mal que hay que aceptar. Es un bien que tiene mucho que aportar”.
Considerado el emprendimiento como un “generador de esperanza”, porque “en medio de tantas dificultades”, como la expansión del consumo de drogas, es un aporte que existan “jóvenes por llevar adelante sus negocios y que con sus empresas quieran optar por quedarse en Cuba, por estar en Cuba, por soñar en Cuba, eso ya es un signo de esperanza. Entonces, lo que hay es que incentivar la esperanza y no cortarle nunca las alas a la esperanza. De lo contrario, el país no avanza”, opinó.
Estos no son los mercaderes que Jesús echó del templo, ¿cierto?
No. Estas son personas que de sus propios recursos, de sus propias iniciativas están aportando al bien común. Por lo tanto, no están usurpando ni están robando, sino que están dando empleo, están produciendo riqueza y están aportando al país y por lo tanto eso es el bien común.
¿Cómo ve el futuro de esta iniciativa?
Bueno, este es el futuro. Sí, lo es. Es el futuro lo que estás viendo hoy aquí.

Post scriptum
A ratos, más que un espacio de oportunidades para hombres y mujeres de negocios, la feria por el aniversario 13 del proyecto CubaEmprende derivó hacia una reunión de familias, uno de los paradigmas de la iglesia.
Los organizadores del evento propiciaron un ambiente lúdico y de socialización para niños que descargaron sus incombustibles energías en juegos didácticos, pero también de expansión, corretajes y expectativas que burlaron el sofocante verano ya omnipresente.
Muchos de esos pequeños, luego de un par de décadas, eventualmente serán los empresarios del mañana. Toda una generación que deberá sostener la viabilidad de Cuba, sea desde lo privado o de lo público o lo estatal, bajo la hasta ahora utopía martiana de una casa común para todos.
Pero 20 años más es demasiado tiempo para prever nada, cuando solo uno, tratándose de Cuba y también del mundo, es suficiente para desbancar el mejor de los sortilegios.
Una de las iniciativas que más pasiones y alegrías levantó fue atrapar las burbujas que una de las animadoras de la feria hacía elevar sobre ansias y manos infantiles. Fue un juego, pero también una metáfora del porvenir.
¿Esa generación podrá atrapar la bienaventuranza o solo será una ilusión en forma de una pompa de jabón que desaparece al pretender poseerla?
Todo mi reino por la respuesta.