El Gobierno del Reino Unido, junto a los de otros cuatro países occidentales, anunció este martes sanciones contra dos ministros de extrema derecha de Israel por la postura y los comentarios de ambos políticos sobre Gaza.
Los sancionados son los ultranacionalistas Bezalel Smotrich, titular israelí de Finanzas, e Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, según informó el ministerio de Exteriores británico, en una declaración conjunta con Australia, Canadá, Noruega y Nueva Zelanda.
La decisión responde a los reiterados comentarios de ambos funcionarios sobre la guerra de exterminio y la ocupación de Gaza y a la preocupación creciente por el desprecio de Israel al derecho internacional.
Los cancilleres de los cinco países occidentales consideraron que la retórica extremista de Ben Gvir y Smotrich “es atroz y peligrosa” y denunciaron que sigan incitando “a la violencia extremista y a graves abusos contra los derechos humanos de los palestinos”, apunta la agencia EFE.
Desde el inicio de la actual ofensiva israelí en Gaza, ambos ministros han abogado abiertamente porque Israel se apodere del enclave y expulse a su población. Además, han defendido el bloqueo de alimentos a la franja y han impulsado la creación de colonias en la vecina Cisjordania.
Las sanciones a los miembros del gabinete israelí, de acuerdo con despachos de prensa, implicarán la prohibición de entrada al Reino Unido y los otros países firmantes, y también la congelación de sus activos y la imposibilidad de tratar con instituciones financieras radicadas en esas naciones.
Se trata de medidas similares a las ya impuestas a altos cargos rusos vinculados con la guerra en Ucrania, de acuerdo con el diario británico The Times.
EEUU e Israel critican las sanciones, y la ONU señala crímenes de exterminio
Mientras el Reino Unido y los otros países occidentales elevan el tono contra Tel Aviv y sancionan a ministros israelíes, Estados Unidos mantiene su respaldo sin fisuras al Gobierno de Benjamín Netanyahu y manifiesta su oposición a la medida concertada de sus aliados.
La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, calificó las sanciones anunciadas ayer como “extremadamente de poca ayuda” y sugirió que el foco debería estar en Hamás, no en el gabinete israelí.
“No hará nada para acercarnos a un alto el fuego en Gaza”, afirmó Bruce, con lo que reiteró la postura tradicional de Washington de proteger a Israel incluso frente a críticas de otros socios.
Por su parte, Tel Aviv también enfiló los cañones contra las sanciones a dos de sus ministros. El canciller israelí, Gideon Saar, mostró abiertamente su oposición y consideró “escandaloso que representantes electos y miembros del gobierno estén sujetos a este tipo de medidas”.
En paralelo, un informe de la Comisión Independiente de Investigación de la ONU, presidida por la exjueza Navi Pillay, acusó formalmente a Israel de cometer crímenes de guerra y de exterminio en el enclave palestino.
El documento detalla ataques sistemáticos contra escuelas, universidades, mezquitas y otros edificios culturales y religiosos con el objetivo de “acabar con la vida en Gaza” y dañar a generaciones presentes y futuras.
El informe señala que el 90% de las escuelas y universidades de la franja han sido atacadas, la mitad de los lugares religiosos y culturales destruidos, y al menos 742 personas asesinadas en refugios gestionados por la ONU hasta febrero de 2025.
Además, denuncia la pasividad de Israel ante la violencia de colonos en Cisjordania y la represión contra palestinos y ciudadanos israelíes críticos con la guerra.
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Respaldo estadounidense a Tel Aviv y presiones británicas
El respaldo de Estados Unidos a Israel y su ofensiva en Gaza, sostenido por la Administración Bidem, se ha profundizado tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
El Gobierno republicano ha aprobado paquetes de asistencia militar a Tel Aviv por más de 3 000 millones de dólares, cantidad que se suma al acuerdo ya vigente hasta 2028, que garantiza 38 000 millones de dólares en ayuda, principalmente para la compra de armamento y sistemas de defensa antimisiles como la Cúpula de Hierro.
Este flujo de armas incluye bombas de alta precisión, maquinaria táctica pesada y tecnología avanzada, suministrada por empresas estadounidenses como Raytheon.
Por demás, Trump ha llegado incluso a proponer que Estados Unidos “tome el control temporal” de Gaza para garantizar la reconstrucción y la estabilidad, una idea valorada por Israel pero rechazada por organismos multilaterales y otros países, que la ven como otra forma de ocupación.
Más allá de lo simbólico, el alineamiento entre Trump y Netanyahu ha consolidado un patrón de impunidad diplomática, con Estados Unidos bloqueando resoluciones de condena en el Consejo de Seguridad de la ONU y blindando a Israel frente a la presión internacional.
Así sucedió el pasado 5 de junio en el Consejo de Seguridad, donde Washington vetó un borrador de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía un alto el fuego inmediato en Gaza, la liberación de rehenes y el levantamiento de las restricciones a la ayuda humanitaria.
Esta postura ha generado tensiones incluso dentro de sus principales aliados como el Reino Unido. Londres, aunque suspendió algunas licencias de exportación de armas a Israel, sigue enfrentando presiones internas y externas para endurecer su postura frente a Tel Aviv.
Más de 300 funcionarios del ministerio británico de Exteriores firmaron una carta cuestionando la política oficial hacia Israel y advirtieron sobre la “posible complicidad” británica en las violaciones del derecho internacional.
En mayo, el Gobierno del primer ministro laborista Keir Starmer suspendió las negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio con Tel Aviv, convocó a la embajadora israelí en Londres, Tzipi Hotovely, y anunció nuevas sanciones contra los colonos de Cisjordania, en respuesta a las renovadas hostilidades del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu en Gaza.
“No es posible avanzar en discusiones sobre un nuevo TLC con un Gobierno israelí que está aplicando políticas atroces en Gaza”, señaló entonces la cancillería británica, mientras su titular, David Lammu, describió entonces la situación en en el enclave palestino como “abominable”.