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He aquí el relato del surgimiento y desarrollo de una pasión. El hombre encuentra en el artilugio mecánico la prolongación de la mirada, en su empeño por atrapar y compartir lo inapresable: el flujo del tiempo. Roger comparte con nosotros su historia incipiente y un conjunto de excelentes imágenes, capturadas en el pasado inmediato. Está en el bloque de arrancada en un arte-oficio de gran competitividad que, no obstante, ocasiona una alegría profunda, la del hombre que se ve y se encuentra en el prójimo. Ahí les va su testimonio de viva voz, como quien dice. Y sus fotos estupendas.
Mi nombre es Roger Trabas Mesa. Nací en la Habana, el 18 de septiembre de 1974. Mi afición por la fotografía comenzó cuando era muy niño, aunque de eso me di cuenta muchos años después. Tenía un tío que atesoraba una veintena de ejemplares de revistas LIFE y National Geographic, y cuando iba a su casa se las pedía y pasaba largos ratos hojeándolas, extasiado con las fotografías.
Con el tiempo el asunto fue tomando forma, pero no es hasta inicios de 2020, cuando comenzó la pandemia de COVID-19, que por fin pude comprarme una cámara. Aunque debo decir que hubo un paso previo en mi camino hacia la fotografía que luego influyó mucho en uno de los temas que más me gustan, que es la vida de las personas que habitan los lugares más intrincados de Cuba; me refiero al excursionismo. Tengo un grupo de amigos con los que salgo al monte, he estado en muchos lugares de Cuba, sobre todo de difícil acceso, y eso me ha dado la posibilidad de conocer y fotografiar personas que habitan allí. Ahora en mi mochila de viajes nunca falta mi cámara.
El Velorio de Pachencho es una festividad popular que se realiza cada 5 de febrero en Santiago de las Vegas. Es la representación de una antigua obra de teatro donde Pachencho, un viejo borrachín, muere en plena fiesta y resucita en el momento del entierro cuando le es brindado un último sorbo de ron, entonces sale de la tumba y se une a la arrolladora conga que se pasea por todo el pueblo.

Soy de formación autodidacta en muchas facetas de mi vida, y la fotografía no es una excepción, aunque en esos tiempos iniciales de la pandemia me matriculé en un par de cursos online que se impartían en la Escuela de Fotografía Creativa de la Habana (EFCH). Me sirvieron de mucho.
En diciembre de 2022 participé en el primer taller realizado en Cuba por la agencia Witness, donde tuve la gran oportunidad de conocer a maestros de la fotografía documental como Erika Balestra, Alain Pantaleón, Rikky Azarcoya y Raúl Cañibano, quienes más que fotógrafos, son personas excelentes que comparten su conocimiento con la mayor humildad, y eso se agradece grandemente.

Además de las conferencias impartidas por los fotógrafos mencionados, hicimos un ejercicio muy interesante y que de alguna manera ha marcado mi incipiente carrera como fotógrafo: documentar la peregrinación al santuario de San Lázaro, en la localidad del Rincón, en las afueras de La Habana. De allí salió una pequeña serie que titulé Milagroso, a la que le tengo un cariño especial porque fue mi primera serie fotográfica y porque una de esas fotos fue escogida para el cartel promocional de la exposición que se realizó en 2023, en la cual se mostraron los mejores trabajos de dicho encuentro.

Caminaba entre el caos que había alrededor, buscando algo que llamase mi atención, de pronto veo a este hombre algo mayor, que se arrastraba por el suelo en una escena realmente dantesca. Sus amigos le limpiaban el camino con pencas de arecas ya roídas de tanto barrer, saciaban su sed con ron del malo, gesticulaban con grandes movimientos de manos, más ron, y otro buche, y otro. Nunca lo vi llegar.
Prefiero trabajar la fotografía documental, el entorno en el que mejor me siento es en el campo, en los montes, en las zonas más alejadas de toda civilización. Gracias al excursionismo he conocido personas muy buenas que comparten todo lo que tienen con el forastero, y he podido, a través de la fotografía, narrar sus vidas, su entorno, sus historias.

Durante los últimos años me he adentrado en una pequeña comunidad en la Sierra del Rosario llamada Cinco Pesos, municipio San Cristóbal de la provincia de Artemisa. En ese lugar he conocido excelentes personas a las que ahora me atan fuertes lazos de amistad.
Aquí surgió la serie Manos de Montaña. Las manos son una ventana, hablan de quiénes somos y a qué nos dedicamos. Cuando estoy allí o en cualquier otra zona alejada de los artilugios tecnológicos, mi mirada detalla, mientras la cámara enfoca, las manos de los hombres que trabajan en el campo. Hombres humildes, de manos fuertes y ásperas que el tiempo y el trabajo duro han esculpido.
Desde que me dedico a la fotografía este es uno de los temas que más he disfrutado hacer. He tenido la grandísima oportunidad de registrar estas manos que cuentan historias; pero, sobre todo, después de compartir varias jornadas, estrecharlas y sentir a través de su aspereza el latir del corazón del hombre que tengo delante.
En mi andar por montañas y ríos del Oriente del país, en julio de 2023 llegué, junto con mi grupo de amigos, a un lugar llamado Boca de Jaguaní, donde se unen el río de mismo nombre y el Toa, un lugar precioso. Allí nos acogió por un par de días una familia integrada por Pepe, Ada y el nieto de estos, un niño de 12 años que es la representación más genuina de la libertad, Yuri. Entonces surgió la serie “El lugar más lindo del mundo”, en la que fotografié a esta familia y a otros habitantes de la zona. Al año siguiente, en abril de 2024, volvimos y les llevé las fotos impresas, fue un momento muy lindo y cargado de emoción. Ahora está en mis planes volver este año y llevarles las fotos que hice el año pasado. Creo que será un ciclo infinito, pues cada vez que voy capturo con mi cámara los momentos allí vividos y eso me hace volver al año siguiente. Es una serie que no quiero terminar nunca, pues en ella convergen perfectamente dos de mis grandes pasiones, la fotografía y el excursionismo.
Una de las fotos de esta serie fue seleccionada por los editores de la prestigiosa plataforma LensCulture para aparecer en la galería online del concurso Black & White Photography Awards 2023.
Además, y esto se lo debo en gran medida a mi paso por Witness, disfruto mucho documentar las fiestas populares o religiosas; es como estar dentro de un torbellino donde siempre está sucediendo algo interesante a tu alrededor y que merece la pena ser captado.
Otro de los temas que me gusta tratar es el retrato callejero. Voy buscando rostros que llamen mi atención, que sobresalgan del resto por alguna razón, que incluso a veces no puedo identificar cuál es, pero me hacen detenerme y pedirle a la persona que me deje hacer un retrato suyo. Por lo general, la gente es amable y accede a mi pedido.
Siento que la fotografía ha estado en mí desde que era un niño, siempre he buscado la manera de estar cerca de ella, me gusta mucho ver fotos de familias, de las de antes. Cuando decidí dejar los estudios, quería trabajar como camarógrafo en la televisión, algo que nunca sucedió. Hasta que por fin me di cuenta que necesitaba una cámara fotográfica y esa idea me rondó durante varios años. Entonces comencé concienzudamente a indagar sobre los fotógrafos cubanos más importantes, luego extendí mis búsquedas hacia el extranjero y conocí entonces a otros grandes de quienes también me he inspirado.
El arte de capturar la luz es para mí una manera de expresarme, de decir a los demás quién y cómo soy, la forma en que mi alma ve lo que está alrededor, y mi opinión al respecto.