Tras un inicio relativamente calmo, la temporada de huracanes en el Atlántico comienza a intensificarse en agosto, como es habitual en esta época del año. Meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes (CNH) y del Centro de Predicción Climática de Estados Unidos han advertido que se abre una segunda fase del ciclo ciclónico, mucho más activa, con varios sistemas en vigilancia en la cuenca atlántica.
Según reportó Prensa Latina, actualmente se monitorean tres eventos en desarrollo.
Entre ellos destaca la tormenta tropical Dexter, la cuarta de esta temporada, cuyo centro se ubicaba recientemente en la latitud 37.3 Norte y longitud 64.4 Oeste. Aunque no representa una amenaza directa para tierra firme, su evolución marca el inicio de un repunte en la actividad tropical. El CNH señala que Dexter se desplaza hacia el noreste a unos 19 km/h, con vientos sostenidos de 65 km/h, y podría transformarse en un ciclón extratropical en los próximos días.
Tropical Storm #Dexter Advisory 7: Dexter Remains a Bit Weaker But Forecast to Re-Intensify as A Post-Tropical Cyclone in a Couple of Days. https://t.co/tW4KeGdBFb
— National Hurricane Center (@NHC_Atlantic) August 5, 2025
Además, se ha detectado una débil vaguada superficial frente a la costa sureste de Estados Unidos, que podría derivar en una zona de baja presión en el transcurso de un día. Las condiciones ambientales actuales sugieren que este sistema tiene potencial para convertirse en una depresión tropical a finales de la semana o durante el fin de semana.
En paralelo, una onda tropical ubicada en el extremo oriental del Atlántico también muestra signos de organización. Aunque por ahora solo produce lluvias y tormentas eléctricas desorganizadas, las previsiones apuntan a un posible desarrollo conforme se desplace hacia el oeste-noroeste.
Desde el punto de vista meteorológico, varios factores refuerzan la idea de una segunda mitad de agosto más agitada. Según el modelo de conjunto del Centro Europeo de Pronóstico Meteorológico a Medio Plazo (ECMWF), los vientos en altura –habitualmente responsables de dificultar la formación de ciclones– comenzarán a debilitarse. Esta disminución de la cizalladura del viento facilitaría la organización de tormentas tropicales y huracanes.
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A ello se suma el índice de Energía Ciclónica Acumulada (ACE), una métrica clave para medir la fuerza y duración de los ciclones. Según el modelo ECMWF citado por Prensa Latina, se espera un aumento notable del ACE a partir de mediados de agosto, lo que coincide con el patrón histórico de este mes, que suele ser el más activo del año en cuanto a fenómenos tropicales.
Aunque factores como el polvo del Sahara y los vientos hostiles limitaron el desarrollo de tormentas en julio e inicios de agosto, expertos advierten que esto no debe interpretarse como una temporada de huracanes en el Atlántico benigna. Por el contrario, como apuntó Prensa Latina, la calma inicial podría dar paso a una segunda mitad mucho más turbulenta.