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Daisy Sánchez Lezcano irradia un encanto especial. Su carrera es prueba de que, con dedicación, preparación y constancia, los sueños pueden hacerse realidad. Desde aquel primer contacto con la interpretación en la Escuela Nacional de Instructores de Arte (ENIA), hasta su ingreso, en 1988, a la agrupación teatral Pinos Nuevos, fue trazando un camino que no ha dejado de expandirse.
En más de cuatro décadas de trayectoria, ha acumulado experiencias que nutren cada personaje que interpreta, dotándolos de una humanidad que traspasa las tablas, la pantalla grande y la televisión. Verla actuar es entrar en un universo que pocas artistas logran construir, porque para ella este oficio no es solo un trabajo, sino una pasión.
Más allá del talento evidente, destaca su conexión con el público, que la reconoce y la acompaña desde hace cuarenta años, siempre fiel a su compromiso y entrega.
En este viaje artístico, lleno de desafíos, Daisy ha dado vida a personajes memorables en las telenovelas Cuando el amor no alcanza (2015), En tiempos de amar (2017) y Regreso al corazón (2025); en el largometraje Nido de mantis (2018); y en obras de teatro como La casa vieja, La edad de la ciruela, Federico y delantal todo sucio de huevo, entre otras.
Iniciaste tu carrera a través de la danza y posteriormente te decidiste por la actuación. ¿En el arte está todo lo que te gusta?
Comencé cantando por pura intuición, y lo hacía en todas partes, hasta que, en un giro inesperado, decidí optar por la danza cuando se me presentó la oportunidad de ingresar a la Escuela Nacional de Instructores de Arte (ENIA), en la especialidad de danza.
Era 1981 y, hasta ese momento, era la única posibilidad que tenía de estudiar algo relacionado con el arte. Vivía en Caimito del Guayabal, tan cerca y a la vez tan lejos de la capital. Para mi familia, mi acercamiento al canto, la danza o mi devoradora pasión por la lectura de cuanto libro cayera en mis manos era solo un pasatiempo pasajero.
En la ENIA descubrí un camino totalmente nuevo y profundo. La colaboración con amigos que estudiaban actuación fue lo que me acercó al teatro. Y sí: en el arte está todo lo que me gusta hacer; no me imagino haciendo algo distinto.
¿Cuál es la mayor enseñanza que has extraído de la compañía Teatro D’Dos?
En Teatro D’Dos pude construir una familia, investigar, hacer un proyecto de vida, aprehender ética, conocer el mundo y hacerme maestra. Debo todo lo que soy hoy a ese convivio intenso y continuado que dura ya más de tres décadas.

¿Cómo surgió la oportunidad de formar parte del elenco de la telenovela Cuando el amor no alcanza?
Cuando el amor no alcanza llegó a mí por el teatro. Jorge Alonso Padilla, su director, nos visitó en una función; venía a la caza de rostros nuevos para su telenovela. Fue una sorpresa y una bendición que se fijara en mi trabajo.
¿Qué impone más: debutar en un rol protagónico o ser guiada por un experimentado director como Jorge Alonso Padilla?
Debutar en un rol protagónico alegra y aterroriza con la misma intensidad. Es mucha responsabilidad, y muy ingenuo de parte de un actor quedarse solo con la alegría y el regocijo de ser protagonista. Una de las tantas cosas que enseña la práctica teatral es que no hay papel grande o pequeño.
Por otra parte, tener la oportunidad de ser dirigida por un director como Padilla es estar en las mejores manos. Recuerdo que tenía muchas inquietudes y lagunas técnicas respecto al audiovisual. Eran mis primeros días de grabación; todo era ebullición y prisas a mi alrededor.
Él se me acercó y preguntó cómo estaba. “¡Muriéndome! ¿Cómo crees que puedo estar?”, le dije. Con enorme parsimonia, puso su mano en mi hombro y me dijo: “Tranquila, eso se te pasa en una semana”.

¿Qué es lo que más te costó a la hora de interpretar a Teté?
Contrario a lo que muchos piensan, nunca había interpretado a un personaje como Teté. Hasta encontrarme con ella, siempre estuve a cargo de roles de mujeres muy fuertes. Entender de dónde nacía su dulzura y bondad, sin dejar de ser una guerrera, fue uno de mis mayores retos.
¿Sin la televisión tu carrera habría sido mucho más lenta e incierta?
He tenido la bendición de llevar una carrera actoral extensa, intensa y reconocida en el teatro. La televisión da visibilidad a escala masiva a esta profesión y ha sido otro regalo que me dio la vida.
Después de tu participación en este dramatizado dejamos de verte en pantalla. ¿A qué se debió tu ausencia de los medios de comunicación?
Durante largo tiempo siempre fui acompañada, protegida y cuidada para poder realizarme como profesional, y llegó el momento de devolver todo ese amor incondicional. Entonces fui yo quien acompañó, alentó y escuchó, y me siento muy orgullosa de haber tenido esa oportunidad. Esa es una de las principales razones por las que me alejé de los medios; todo lo demás que pueda decir serían excusas.
¿Transmitir sentimientos es una habilidad innata o se puede lograr con empeño y dedicación?
Siempre le digo a mis alumnos: “Tienen que tirarse del bote; para actuar hay que mojarse. No se pueden guardar nada, no pueden esperar. La puerta muchas veces solo se abre unos pocos segundos, y hay que tener las antenas desplegadas para saber cuándo es el momento”.
El ser humano es una valija llena de emociones, y manejarlas y conducirlas forma parte del virtuosismo inherente del actor.
¿Dónde te sientes más cómoda: frente a una cámara o en el escenario?
Cada medio tiene su encanto. Me siento muy cómoda en el escenario porque he crecido en él, pero estar en un set de grabación me da un choque de adrenalina extra. Me hace replantearme todo; lo vivo de una manera muy intensa y eso me hace extrañamente feliz.
¿Cómo te conectas a nivel personal con la historia de Sonia, de la telenovela Regreso al corazón?
Sonia es una mujer cubanísima; su objetivo mayor es la familia y tiene los pies muy bien puestos en la tierra. Llama a las cosas por su nombre, sin rodeos ni escondrijos verbales, y su valentía ante el amor y los nuevos comienzos es asombrosa.

Los actores toman de sí para sus roles. ¿Qué tiene Sonia de ti?
El actor tiene que tomar de sí y de todos para recrear un personaje. Sonia tiene de mí porque soy quien la “viste” por algunas horas, pero también tiene de muchas mujeres que vemos todos los días.
¿Has notado la repercusión del personaje?
Estoy sorprendida y agradecida por la repercusión; nunca imaginé que despertara tanta polémica, entrelazada de diversión y cariño.
¿Participar en Regreso al corazón fue determinante para formar parte de la serie Emocionalmente subversivas?
No tengo la menor idea de cómo llegué a formar parte de Emocionalmente subversivas. Hago un personaje pequeño dentro de la serie, pero la directora Elena Palacios no tiene idea de lo que significa para mí que me haya tenido en cuenta.
¿Cómo cambias el registro de un personaje a otro tan distinto?
No pienso en eso cuando leo por primera vez un nuevo rol. Me concentro en entenderlo, ponerme en paz con él para defenderlo a capa y espada; después viene todo lo demás.
Cuando te hacen una propuesta de trabajo, ¿priorizas un personaje protagónico o una buena historia?
Todavía me comporto con la ingenuidad y la expectativa de una niña pequeña cuando le proponen un nuevo juego; siempre espero que el proyecto que me propongan me sorprenda. Quiero trabajar, todavía no he perdido el gusto por hacerlo.
Claro que me atraen las buenas historias y los protagónicos, pero cuando recibo una propuesta me concentro en hacer, de mi parte, algo grande e importante.

¿Desde fuera da la impresión de que estás viviendo un buen momento profesional?
Estoy viviendo un momento único e irrepetible: estoy cumpliendo promesas, sanando y, además, me estoy divirtiendo mucho con mi trabajo. ¿Qué más puedo pedir?
¿El mundo artístico no es tan bonito como parece desde fuera?
Nuestro mundo es precioso, enriquecedor, lleno de infinitas posibilidades y caminos para florecer y realizarte. Los obstáculos, sacrificios y limitantes existen ahora mismo en todas las profesiones y en cualquier parte. Si piensas que los artistas caminan por un suelo de flores, si te guías solo por los resultados o lo que se muestra en redes sociales, estás equivocado.
Cada parte que ves está conseguida con sangre, sudor y lágrimas, con éxito y decepción. Somos un micromundo que se alimenta de todo lo que nos rodea, también de lo feo y lo malo. Hay que estar un poco locos para querer, en estos días, formar parte de este “oficio de poetas”, como dice mi sabia madre: “No ganas nada y siempre tienes el alma florecida”. Actuar salva.
La actuación es una profesión sacrificada que demanda mucho tiempo. ¿El cariño del público compensa todo el esfuerzo?
La mayor recompensa es el cariño del público: una sala de teatro abarrotada, que pierdas por el camino tu nombre propio y te llamen Teté, Sonia o Laura.
¿Te encuentras en el lugar en el que quieres estar profesionalmente?
Siempre voy a querer más: más trabajo y más tiempo para hacer y ser, en lo que me hace sentir viva.
¿Actuar es tu mejor manera de realizarte?
Total y definitivamente.