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La etapa estival llega a su fin en la isla, al menos de manera formal, pues las altas temperaturas continuarán. En este escenario se impone hacer un balance de lo que han sido estos meses desde el punto de vista sanitario, ya que esta época ha resultado una de las más complicadas para la salud pública del país en los últimos años.
En ese sentido, merece una mención especial lo sucedido en el verano de 2021, cuando tuvo lugar el temido pico pandémico de la COVID-19 en la isla. Durante esos meses, miles de hogares se vieron enlutados por la pérdida de familiares, los hospitales quedaron desbordados por la avalancha de casos y, para agravar la situación, se produjo la falta de oxígeno debido a la rotura de una planta productora. A juzgar por el número de contagios reportados diariamente en esas fechas, las cifras de sobremortalidad de 2021 y la experiencia vivida entonces, fallecieron decenas de miles de personas en el país.
En el verano de 2022 se declaró la viruela del mono, ahora conocida como MPOX, como Emergencia de Salud Pública de Interés Internacional (ESPII). Si bien la enfermedad no provocó grandes estragos en Cuba, sí mantuvo en alerta a las autoridades sanitarias hasta que en mayo de 2023 se levantó la emergencia.
Las que sí han tenido un impacto decisivo en los últimos años son las arbovirosis. En especial, el dengue, que en 2023 y 2024 alcanzó cifras récord en el continente: 12,6 millones de casos, más de 21 mil graves y unos 7.700 fallecidos. Cuba, por supuesto, no pudo escapar de esa dinámica. Adicionalmente, otra arbovirosis —el virus del Oropouche— llegó a la isla y se propagó rápidamente el año pasado, complejizando aún más la situación sanitaria.
Como se ve, los veranos del último lustro han sido de todo menos tranquilos. Pero, ¿qué nos deparó este a los cubanos desde el punto de vista epidemiológico?
¿Predicciones cumplidas?
En un artículo publicado en junio de este año, analizábamos las distintas variables epidemiológicas a inicios del verano y preveíamos que, aunque no estaría exento de peligros y complicaciones, se pensaba que sería más tranquilo que los anteriores. Afortunadamente, así ha sido, de acuerdo con la información que periódicamente brinda el director nacional de epidemiología de la isla, el doctor Francisco Durán.
Según declaró el funcionario en entrevista concedida a Cubavisión Internacional, existe transmisión de dengue en 7 provincias, 9 municipios y 9 áreas de salud. También informó sobre dos casos graves y dos críticos diagnosticados en el país. Más extendida aún es la transmisión de la fiebre de Oropouche, con casos detectados en 11 provincias, 24 municipios y 28 áreas de salud.
En ambos casos se trata de un comportamiento previsible. El dengue, debido a la interacción de diversos factores —la susceptibilidad humana a la enfermedad, la presencia del mosquito en determinadas regiones, variables climáticas como el aumento de las temperaturas y las lluvias, así como elementos vinculados al propio virus y a las cepas en circulación— presenta un patrón cíclico, con picos internacionales cada cuatro o cinco años. Actualmente, nos encontramos en el primero del presente ciclo, después de haber enfrentado en los años precedentes altas cifras de incidencia, casos graves y fallecidos en la región.
Hay que recordar que el dengue ya se considera una enfermedad endémica en Cuba, por lo que la aparición de casos en esta época del año es normal y esperable. También es previsible que pase lo mismo con el virus de Oropouche. En su caso, la cantidad de personas susceptibles es mayor, dado que ha circulado durante mucho menos tiempo. Lamentablemente, todavía se conoce poco sobre la inmunidad que genera, aunque se supone que tras padecerlo queda algún grado de resistencia en el organismo.
La visión sobre la mortalidad vinculada a esta enfermedad también está cambiando, luego de que se reportaran los dos primeros fallecidos en Brasil. Hasta el momento son los únicos conocidos en el mundo. Habrá que esperar para ver cómo evoluciona en el futuro.
Un virus que regresa sin invitación
A finales de julio fue noticia la reaparición en el escenario epidemiológico de la isla del virus del chikungunya. De acuerdo con la OMS, este patógeno fue descubierto en 1952 en Tanzania y provoca brotes esporádicos en países de África, América y Asia. Se trata de otra arbovirosis, es decir, una enfermedad transmitida por mosquitos, caracterizada por fiebre y dolores articulares intensos que en ocasiones persisten durante meses después de la infección.
El chikungunya entró en Cuba hace cerca de diez años. En 2015 se diagnosticaron 28 casos importados en la isla. En aquel momento, esta enfermedad, junto con el zika, se había convertido en una ESPII debido a su rápida expansión. En el país, el interés se centró entonces en el zika y en el dengue, por implicar una mayor gravedad.
Desde entonces, no se habían vuelto a reportar casos hasta que, a finales de julio, se confirmó un brote de chikungunya en el municipio matancero de Perico. A pesar de los esfuerzos de las autoridades por eliminarlo mediante acciones de saneamiento ambiental contra el mosquito Aedes aegypti —agente transmisor de la enfermedad—, hasta el momento no ha podido cerrarse este evento sanitario. Afortunadamente, no se reportan fallecidos ni casos graves, lo que es característico de esta enfermedad.
Aumenta la incidencia de las enfermedades digestivas
Más allá de los cuadros de arbovirosis, que, como se ha visto, han concentrado la atención de las autoridades sanitarias, durante estos meses de verano se ha observado un comportamiento típico de las enfermedades de transmisión digestiva, que suelen alcanzar su pico precisamente en esta época del año como consecuencia del aumento de las temperaturas y las lluvias.
En ese sentido, se reportaron algunos brotes de hepatitis A, lo que llevó a que varias embajadas, entre ellas las de España y Estados Unidos, recomendaran a sus nacionales que tomaran precauciones en caso de viajar a la isla.
Conviene recordar que el virus de la hepatitis A se transmite a través de agua y alimentos contaminados, y que la vacuna contra esta enfermedad no forma parte del esquema de inmunización nacional. A ello se suma la grave situación de abastecimiento de este recurso que enfrenta el país, lo cual favorece la diseminación del virus.
Los meses que siguen
En los próximos meses el país continuará soportando altas temperaturas y lluvias frecuentes. En ese contexto, la incidencia de casos de dengue probablemente siga en aumento hasta alcanzar su pico en octubre, como ocurre tradicionalmente. Por otro lado, este período lluvioso también coincide con el repunte de la leptospirosis.
A lo anterior hay que sumar la difícil situación de saneamiento, el déficit de combustible para la fumigación y el debilitamiento del sistema de salud pública. Todo ello favorece la proliferación de enfermedades. Por eso, la responsabilidad individual sobre nuestra salud se vuelve prioritaria en este escenario.