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Fue en Holguín, en 2013, cuando Leonel comenzó a vincular las herramientas digitales con la medicina. Mientras cursaba el segundo año de la carrera, abrió un blog para compartir los conocimientos y experiencias que adquiría en las aulas. En aquel entonces, pocos cubanos tenían un teléfono con acceso a internet; incluso los celulares eran escasos. Vivíamos la era de “navegar” en la web desde una computadora.
Muchos universitarios mantenían blogs en la plataforma nacional Cubava, sin restricciones de cuota para quienes querían informarse. Así, Leonel fue posicionando su espacio dentro de la comunidad académica: allí difundió noticias, materiales de estudio y comentarios. Ese Mediquito daba sus primeros pasos.
Hoy, el doctor Leonel Gustavo Céspedes, especialista en neurocirugía, se sienta frente a un micrófono con la bata impecable y la mirada serena de un médico de confianza. Las luces lo iluminan mientras la cámara del celular registra su rutina. Frente a ella aborda temas de actualidad médica, historia de la salud, nutrición y nuevas tecnologías.

Con el auge de los creadores de contenido y su trabajo como community manager en Ediciones La Luz —sello editorial de la Asociación Hermanos Saíz en Holguín— decidió fortalecer su marca personal en redes. Su canal hoy cuenta con 10 mil suscriptores, cerca de 726 videos, más de 976 mil visualizaciones y tiene presencia en Facebook, Instagram, X y TikTok.
Creadores en la isla
La creación de contenidos en Cuba es una realidad para muchos emprendedores. Las plataformas digitales han abierto espacios para producir y difundir materiales de todo tipo: textos, imágenes, audios, videos. En este escenario, el marketing digital, el branding y la comunicación cercana desempeñan un papel clave.
Las redes sociales permiten innovar, mostrar identidad, encontrar nichos y publicar desde pasatiempos hasta recomendaciones, con la posibilidad de influir en comunidades específicas e, incluso, generar ingresos.
El Ministerio de Comunicaciones informó en enero que casi ocho millones de cubanos cuentan con teléfono móvil, mientras que más de 283 mil hogares ya tienen servicio de Nauta Hogar.
Según Etecsa, el 95 % de las líneas móviles activas pueden acceder a la red. Facebook e Instagram encabezan el consumo, seguidas de YouTube, WhatsApp, sitios de juegos y tiendas en línea. Este patrón de uso, remarcan las autoridades, responde al empuje de los nuevos actores económicos y a la demanda de información y entretenimiento.
“Muchos crean buenos contenidos poniendo ganas y empeño. Otros salen de escuelas especializadas y también lo hacen muy bien. Se dividen por nichos: viajes, gastronomía, literatura, cine, vlogs, medicina, deporte, vida cotidiana”, explica Leonel. “La pandemia impulsó una gran ola de creadores y luego se sumaron muchos más. Conozco creadores cubanos que llevan años haciendo esto con constancia y respeto a su comunidad. Viendo su dinámica, adapté la mía”.
Cada red impone sus propias reglas: reels, imágenes, stories, enfoques y etiquetas. El perfil ideal es el que se especializa, genera credibilidad y puede monetizar. En Cuba, la monetización suele provenir de alianzas con empresas privadas o emprendimientos que contratan a estos creadores para promocionar productos o servicios mediante colaboraciones pagadas.
Por amor al arte
Poco antes de la pandemia, Wilkier Cruz creó la página Holguín en fotos. Apasionado por la comunicación y la tecnología, comenzó conectándose desde zonas wifi y Joven Club de Computación para nutrir su espacio. Publicaba en grupos de Facebook y compartía sus imágenes de la ciudad. “Muchas personas me pedían fotos de Holguín y vi un posible nicho”, cuenta.
Tras la pandemia, retomó con fuerza su labor: superó los 10 mil seguidores, ganó reconocimiento local y amplió contenidos al incluir historias de calles, parques, barrios y edificaciones. Hoy su página —“dedicada a quienes aman la provincia”— rebasa los 40 mil seguidores en Facebook y tiene presencia en Threads, Blogger, Instagram y YouTube. “Eso me motivó a crear más y a profundizar en la historia”.

Aunque muchos profesionales han dejado sus empleos para dedicarse al negocio del contenido, Wilkier aclara que no vive de las redes: “En Cuba es extremadamente difícil. Muchas plataformas, como TikTok, están bloqueadas aquí. La velocidad de Etecsa es limitada, por eso evito los videos y priorizo las fotos”.
“No podemos monetizar —añade— aunque algunos lo logran gestionando cuentas en otros países. Aquí se hace contenido por amor al arte”.
Liván Espinosa, periodista, fotógrafo y comentarista deportivo, inició Liván Deportes TV en 2020, durante la pandemia y siendo aún estudiante de Periodismo.
“Los medios no me daban oportunidad de narrar en vivo. Vi en YouTube la vía para dar a conocer el deporte a mi manera. Empecé con la esperanza de monetizar; no lo he logrado, pero obtengo ingresos por patrocinios”. Su canal supera los 6 mil suscriptores y su página de Facebook, los 22 mil.

En Cuba, afirma, “puedes hacer lo que te gusta con cierta libertad, respetando las políticas de cada plataforma”. Con el aumento de emprendimientos privados, “se reconoce cada vez más la importancia socioeconómica de los creadores”. Hace unos meses, junto a colegas, lanzó el podcast La Remontada, dedicado a debates deportivos, y desarrolla trabajos de fotografía orientados a captar clientes y fortalecer su marca personal.

Entre cortes de luz y megas contados
Las cifras oficiales confirman la percepción de los creadores: el consumo promedio de Internet en la isla ronda los 10 GB mensuales, pero un creador necesita entre 40 y 70 GB para mantener su ritmo de publicaciones. Desde el 30 de mayo, las nuevas tarifas de Etecsa limitan las recargas en moneda nacional a 360 CUP (6 GB). A partir de ahí, un paquete extra de 3 GB cuesta 3.360 CUP; el de 7 GB, 6.720 CUP; y el de 15 GB asciende a 11.760 CUP, casi el doble del salario medio de un profesional en Cuba.
“No puedo fallarle a mi público”, insiste Leonel. “Pero están los apagones y el alza de precios de Internet. ¿Cuánto dura el paquete máximo de Etecsa para un creador de contenido o para el espectador? ¿Cómo mis suscriptores en Cuba verán mi canal?”. Subir de madrugada, usar puntos wifi, recibir recargas del exterior o pagar transferencias de saldo son algunas de las estrategias que menciona.
El éxodo de creadores, dice, “ha sido enorme, en busca de oportunidades en República Dominicana, México, España, Colombia. Este trabajo necesita internet y, con lo que se puede pagar aquí, no alcanza”.
Leonel reparte su tiempo entre el quirófano, las guardias médicas, la editorial y su casa. Depende de la electricidad, la conexión, los megas y los horarios para investigar, grabar, editar, crear miniaturas, titulares y analizar estadísticas. “A veces, por mucho que lo disfruto, llega un momento en que te saturas”, se lamenta.
Planifica contenidos cada inicio de mes, ajusta su agenda ante imprevistos y busca nichos específicos: “Mientras más concreto sea el tema, mejor. Es más lento, pero a la larga da mayores ganancias. Las redes son como un embudo: muestran tus servicios y terminan ofreciendo nuevas oportunidades. Hay que crear una comunidad sólida que confíe en ti”.
Monetizar, una meta esquiva
Monetizar a través de estas plataformas no es fácil. YouTube paga por ingresos publicitarios, no por suscriptores, y la cantidad varía según el país de la audiencia, la duración de los videos y la interacción. Los creadores señalan que las tarifas por mil vistas (CPM) dependen de la región: suelen ser más altas en países como Estados Unidos, Canadá y España, de modo que cuando la mayor parte de la audiencia se encuentra en Cuba, el CPM tiende a ser considerablemente menor. Los pagos pueden ser inferiores a 100 dólares en un mes, aun con videos virales.
“Es un ingreso inestable que no permite vivir de esto a tiempo completo”, coinciden varios youtubers, quienes además deben depender de terceros para cobrar.
Uno de los videos más virales de Leonel explica la muerte del reguetonero José Manuel Carvajal (El Taiger) en 2023, detallando la cirugía tras el disparo que lo mató. “Sabía que iba a funcionar; YouTube actúa como videoteca y el material sigue generando vistas con cada noticia relacionada. En Cuba, sin embargo, se consume más Facebook e Instagram, porque se cree que YouTube gasta más datos. Mis principales audiencias están en Estados Unidos, México, España y Colombia”.
Leonel equilibra cuatro variables: lo que su público quiere, lo que no le interesa, lo que a él le gusta hacer y lo que no. “De esa combinación depende que el canal funcione y genere ingresos”. YouTube exige mil suscriptores y 4 mil horas de reproducción en un año para monetizar, además de membresías y anuncios.
Mirada al futuro
“Nuestro país no puede vivir ajeno a la virtualidad. Quien no esté en internet hoy prácticamente no existe. Si seguimos así, muchos creadores seguirán emigrando. Me alegra ver a niños y adolescentes produciendo contenidos de calidad”.
Para Leonel, el mayor desafío es claro: “Necesitamos más acceso a información y tecnología. El reto será insertarnos en el mundo, porque llegamos demasiado tarde a muchas cosas. Ahora es que estamos despertando. Estamos apenas en la antesala de lo que significa internet”.