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Nacida en Cienfuegos en 1966, Maribel Pérez Velázquez reside en La Habana desde hace tres décadas, ciudad en la cual se graduó como ingeniera hidráulica. Su formación de fotógrafa la obtuvo en diversas entidades, como el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”, la Uneac, la Academia “Cabrales del Valle” y el programa Witness Visual Storytellers.
Tiene en su haber dos exposiciones personales: Confluencias paralelas (Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño de La Habana, 2022) y Point of View (La Pared Negra, Fábrica de Arte Cubano, 2024); también ha participado en diversas muestras colectivas.
Su trabajo ha sido reconocido con varios premios y menciones. Entre estos cabe destacar: Primer Premio en la VI edición del concurso Lente Artístico (2020); Mejor autor cubano en el Concurso Internacional de Arte Fotográfico Fiaf (2023); y Premio de Fotografía Individual en el 11.º Concurso Fotográfico Jóvenes del Lente “Infancias cubanas” (2023).
Maribel Pérez Vázquez nos muestra un segmento de su obra:
Mi trabajo se centra en la fotografía arquitectónica artística, aunque también incursiono en la fotografía documental y el abstraccionismo. En ese género busco alejarme de las representaciones convencionales de estructuras imponentes.
Intento capturar los detalles esenciales, al revelar nuevas formas de mirar la arquitectura, la naturaleza y la vida cotidiana, mediante composiciones en las cuales la luz, el contraste y la síntesis visual son protagonistas.
Al invertir las imágenes, se genera una perspectiva fantástica que invita al espectador a reconsiderar lo familiar, y a descubrir formas y texturas que, a menudo, pasan desapercibidas.
Me adentro en la arquitectura como quien explora un alma, pero también viajo por los rostros, las calles y los símbolos, siempre en busca de un lenguaje propio.
Fotografío para encontrar lo invisible; para mostrar que la belleza, muchas veces, habita en los detalles y en las huellas del tiempo.
Desde 2018 hasta hoy
Descubrí la fotografía en 1998, cuando, con una cámara analógica, retrataba a mis hijos pequeños, sin tener conocimientos técnicos sobre el medio. Los encuadraba y colocaba cuidadosamente para que el resultado final fuera perfecto. Desde entonces, mi mirada comenzó a enfocarse instintivamente en aquello que despertaba mi interés, descartando lo demás y componiendo mentalmente la imagen deseada.
En 2018, mi hijo —entonces estudiante del ISDI— necesitaba profundizar en sus conocimientos de fotografía, que en aquel momento era una asignatura optativa en la carrera. Su entusiasmo me contagió, y junto a él y su novia decidimos matricularnos en la Academia “Cabrales del Valle”, bajo la guía de los reconocidos profesores Ramón Cabrales y Rufino del Valle. Allí cursé durante siete años, desde Técnica Fotográfica o Manejo de Cámaras hasta Historia del Arte Universal, Curaduría y Museografía.
Provengo de una familia estrechamente vinculada al arte. Hay músicos, pintores y diseñadores. Mi hermana mayor, Ileana Pérez Velázquez, es Doctora en Música Acústica y Electrónica, con especialización en composición musical y maestría en Música Electroacústica. Es una figura reconocida internacionalmente, profesora en el Williams College, en Massachusetts. También me han influido las artes visuales a través de un sobrino pintor, así como de mi hijo y su esposa, ambos diseñadores gráficos.
La fotografía me salvó la vida. Junto con Dios, se ha convertido en mi refugio y fortaleza. Es el espacio al que recurro cuando la nostalgia y la añoranza me invaden. Tengo dos hijos y un nieto que son mi mayor orgullo. Mi hijo mayor es Doctor en Ciencias Químicas, graduado en Leuven, Bélgica, y el más pequeño es Licenciado y Máster en Marketing y Diseño de Comunicación Visual, en Málaga, España.
Predilecciones, influencias
En mi trabajo fotográfico juego con la composición, la luz y las sombras para, como apunté arriba, revelar las maravillas arquitectónicas que aún se conservan y que, en medio del ajetreo cotidiano, muchas veces pasan inadvertidas.
Antes de disparar, estudio los lugares, las edificaciones y cada detalle arquitectónico para regresar en el momento preciso y capturar la imagen. A partir de una escena real, a veces invierto la imagen en busca de una propuesta más fantástica y minimalista, con el propósito de ofrecer una visión distinta. Trabajo con minuciosidad en cada pieza, perfeccionándola hasta quedar completamente satisfecha.
A lo largo de ocho años de ejercicio de este arte he explorado diversos géneros fotográficos, como la arquitectura de detalles, el retrato artístico creativo, la fotografía documental, callejera y abstracta, pero es en los detalles arquitectónicos donde encuentro mi mayor pasión.
Siento una atracción especial por elementos como columnas, cornisas, pilares, arcos o molduras, así como por las escaleras y los lucernarios.
Entre los fotógrafos cuyas obras han influido en la conformación de mi visión, destacan Henri Cartier-Bresson, Fan Ho, Sebastião Salgado y Eugene Smith. Dentro del panorama cubano, admiro profundamente el trabajo de Raúl Cañibano, Armando Zambrana y Rufino del Valle.
Arquitectura de detalle
Esta serie ha sido concebida en blanco y negro. Las imágenes fueron capturadas con luz natural. El contraste, la síntesis y la iluminación sin artificios facilitan composiciones hasta cierto punto radicales que subrayan detalles esenciales de las edificaciones, los que invitan al espectador a colocarse en un punto de vista diferente al habitual.
Al invertir las imágenes, se genera una perspectiva fantástica. Quien se detiene a mirar estas obras debe reconsiderar aquello que le resulta familiar, y descubrir formas y texturas que hasta ese momento le resultaban desconocidas, a pesar de tenerlas en sus ámbitos cotidianos.
Génesis
A partir del símbolo del huevo —punto de partida de la existencia—, construyo narrativas donde el tiempo parece suspendido entre la gestación y el renacer. La cáscara que envuelve y protege se abre también como promesa. De lo oculto surge lo vivo, de la ruptura brota la creación.
Las imágenes exploran esa tensión entre fragilidad y fuerza, entre vacío y plenitud. Me sirvo para ello de composiciones sintéticas, luz natural y el blanco y negro como elementos de atemporalidad.
En ocasiones, la vida que emerge no es animal, sino vegetal: una flor inesperada que brota de lo quebrado, recordándonos que los ciclos de la existencia no obedecen a formas fijas, sino a un impulso esencial de transformación.
Génesis invita al espectador a contemplar el instante en que todo comienza, y a reconocer en esa vulnerabilidad una forma profunda de belleza.
Entre velos y espinas
Entre velos y espinas explora las complejas vivencias de quienes, por diversas razones, se ven impulsados a ocultar su orientación sexual.
A través de velos que cubren la mirada y elementos florales que evocan fragilidad, deseo y belleza, se construye una metáfora sobre aquello que, aunque oculto, insiste en manifestarse.
La flor, símbolo de lo que germina a pesar de la represión, se convierte en extensión del cuerpo y en acto de resistencia silenciosa.
Esta serie es un ensayo sobre la aceptación, la identidad que lucha por ser reconocida, sobre la ternura como forma de existencia y sobre la delicadeza que puede encerrar una fuerza incontenible.
Anatomía del espacio
Anatomía del espacio trata de la huella humana inscrita en la arquitectura. Revela cómo el cuerpo y el espacio dialogan en un intercambio silencioso y persistente.
A través de retratos que se funden con fragmentos arquitectónicos, la serie propone una lectura en la que la geometría se convierte en piel y la estructura en extensión del ser.
El uso del blanco y negro intensifica la tensión entre forma y presencia, y despoja a la imagen de distracciones para destacar lo esencial: la poética del habitar y la permanencia de lo humano en el espacio construido.
Cada fotografía funciona como una cartografía íntima donde la arquitectura deja de ser un mero escenario para volverse protagonista del cuerpo, y el cuerpo, a su vez, se convierte en una parte vital de la anatomía del espacio.
