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Donald Trump ha dicho: “Tenemos suficientes armas nucleares para destruir el mundo 150 veces”. Y viceversa, digo yo. Además, Estados Unidos forma parte de ese mismo mundo sentenciado a morir. Obviamente, se trata de un farol. El mundo es demasiado grande.
La destrucción mutua asegurada existe desde 1949, cuando la Unión Soviética, en respuesta a las tres explosiones nucleares realizadas por Estados Unidos en 1945, ejecutó su primera detonación atómica. Así comenzó la Guerra Fría y la carrera armamentista nuclear, relanzada hoy por la guerra en Ucrania.
El anuncio del presidente Donald Trump de que Estados Unidos podría reiniciar las pruebas nucleares suspendidas en 1996 desató una vigorosa respuesta rusa, como si se tratara de una novedad. Lo cierto es que, entre 1945 y 1996 —año en que se firmó el Tratado de Prohibición Total de las Pruebas Nucleares—, se efectuaron 2056 ensayos. De ellos, 1032 correspondieron a Estados Unidos y 715 a la Unión Soviética. Es decir, a Rusia. Curiosamente, nunca se hicieron daño.
La primera de las tres bombas atómicas fabricadas mediante el Proyecto Manhattan fue probada el 16 de julio de 1945. El experimento era necesario porque aquella bomba utilizó plutonio como material fisionable, una sustancia cuya forma de ignición era desconocida y más compleja que las bombas a base de uranio. Las otras dos, una de uranio y otra de plutonio, fueron lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

En los momentos iniciales, cuando las bombas estuvieron listas, persistían dudas y temores, algunos de ellos catastróficos. Se temía el fallo del mecanismo detonador, lo que determinaría el fracaso del Proyecto Manhattan. Algunos creían que la magnitud de la explosión y la ola de calor podían destruir el estado de Nuevo México, e incluso que, dada la presencia de hidrógeno y otros gases en la atmósfera, podría incendiarse el aire e incinerar el planeta. La prueba descartó tales temores.
No obstante, fue preciso continuar los ensayos porque, tanto las bombas estadounidenses como las soviéticas, eran imperfectas: aprovechaban poco el combustible nuclear y eran sumamente grandes, tanto que no existían aviones ni misiles capaces de transportarlas, lo cual las hacía prácticamente inutilizables. Por otra parte, su costo —20 mil millones de dólares— las volvía económicamente inviables.
La bomba atómica arrojada por Estados Unidos sobre Hiroshima medía cuatro metros y medio y pesaba cinco toneladas. Para utilizarla fue preciso adaptar bombarderos B-29, los mayores de la época. Por su parte, la bomba soviética, llamada RDS-1, con una potencia de unos 22 kilotones, fue probada el 22 de agosto de 1949 y poseía dimensiones análogas.
Los años cincuenta y sesenta fueron, para estadounidenses y soviéticos, décadas de intensas investigaciones, trabajos de ingeniería y pruebas de campo, incluidas cientos de explosiones nucleares destinadas a perfeccionar el arma, aumentar el rendimiento del material nuclear y reducir el tamaño y peso de las bombas, proceso que se denominó “miniaturización”.
A la par, se trabajaba en los llamados “medios portadores”, es decir, aviones y misiles capaces de operar con ellas a grandes distancias, lo que dio lugar a los misiles intercontinentales y a la aviación estratégica. Simultáneamente, se desplegaba la carrera espacial.
Sin embargo, no fue hasta los años ochenta, con la Iniciativa de Defensa Estratégica (“Guerra de las Galaxias”) promovida por el presidente Reagan, que se desarrollaron sistemas para interceptar ataques nucleares. Esto, como parte de una noria eterna, dio lugar a misiles y aviones que, por su velocidad, aspiran a ser indetectables e infalibles. Para cada blindaje se crea un misil que lo penetra, y viceversa. Así ocurre hasta llegar al Oréshnik ruso, capaz de volar a velocidades diez veces superiores a la del sonido.
Mientras Estados Unidos y la Unión Soviética desplegaban una afiebrada y esencialmente ruinosa carrera armamentista nuclear, los países europeos y Japón, liberados de tales gastos, utilizaban su dinero para fomentar los estados de bienestar o el socialismo real. Sofocada por aquella colosal dilapidación de recursos, la URSS promovió la coexistencia pacífica y se sumó a la política de “distensión” impulsada por la socialdemocracia de Europa Occidental.
La regulación nuclear comenzó en firme cuando, en 1961, los presidentes John F. Kennedy y Nikita Jrushchov se reunieron en Viena, acelerándose después de 1962, cuando la “Crisis de los Misiles” en Cuba reveló que la ficción de los ensayos y los juegos militares podía derivar en una catástrofe nuclear.
De ahí surgieron las negociaciones para la limitación de armamentos, el Acuerdo para la Suspensión Parcial de las Pruebas (1963), el Tratado de No Proliferación (1968) y, más tarde, ya con el colapso de la Unión Soviética, el fin de la Guerra Fría y una verdadera distensión nuclear, que hoy parece agua pasada.

La guerra en Ucrania, que nunca debió comenzar, puede concluir en tablas o en un acuerdo de paz. Si, en cambio, se produce un colapso en los frentes y Ucrania es derrotada, no habrá paz, sino la antesala de una guerra mayor y mucho más letal, que involucrará a Rusia y a la OTAN, y naturalmente a Estados Unidos, que no podrá permanecer neutral.
Como antes ocurrió, Rusia puede continuar con sus espectaculares anuncios de nuevos misiles que tal vez nunca utilice, y Trump podrá lanzar al viento otras bravuconadas, amparado en el poder militar de su país. El quid de la cuestión es que no las utilicen, porque ahí radica el verdadero peligro.
Ninguna prueba nuclear es un ataque, y ningún ensayo de misiles sin carga explosiva constituye una amenaza real. Se trata de imprudentes juegos militares y de una peligrosa fanfarria nuclear.
Allá nos vemos.
Este texto fue publicado en el diario ¡Por Esto! Se reproduce con la autorización expresa del autor y los editores. Lea el original.













Magistral como diempre el artículo, pero discrepo de su conclusión. Solamente si Ucrania es claramente derrotada habrá paz.
Rusia no va a invadir Europa. Para qué?
Más allá de yo justificar o no la “operación especial”, está claro que la OTAN ha ido cercando a Rusia, no a la inversa. Que ha ido alimentando conflictos de antigias repúblicas sovieticas con Rusia, y a grupos separatistas y terrorista dentro de Rusia, no a la inversa. Rusia no alienta la independencia del País Vasco o de Córcega o de Sajonia-Amhalt o de Escocia.
Es Europa Occidental y Estados Unidos quienes han empleado a Ucrania como un peón en su afán de mantener la hegemonía mundial.
Al margen de conflictos históricos entre los ucranianos occidentales, los tártaros, los rusos, chechenos, osetios, georgianos, kazajos…
Estados Unidos y las potencias europeas sólo entienden al final el lenguaje de la fuerza. Qué país africano o asiático pudo descolonizarse sin tensiones y rebeliones, aunque el acto final fuese pacífico? Qué país latinoamericano no ha enfrentado la violencia o perfidia yanqui? Hasta la dictadura argentina de Galtieri descubrió con asombro en las Malvinas quién era quién.
Unas tablas en Ucrania solo acelerarian su rearme para volverla a lanzar a la guerra.
En cuanto a la carrera nuclear, mientras se distendian Rusia y los USA (aunque siempre siguieron investigando y desarrollando armas relacionadas o portadoras) Francia y Gran Bretaña cobtinuaron teniendo arsrnales nucleares y China, la India, Pakistán, Israel, Corea del Norte y tal vez Arabia Saudita, y tal vez incluso Corea del Sur o Japón, han desarrollado, instalado o piensan desarrollar o instalar armas nucleares.
Cuando Zelensky insinuó en la conferencia de seguridad de Múnich (München) que iba a desarrollar armas nucleares, firmó su destino.
Ahí mismo Rusia aceleró y modificó sus planes y la moción de VVP de zona de exclusión aérea y bloqueo naval fue derrotada por la de Lavrov, Shoigu y Medvedev de operación terrestre.
Sería bueno Ud buscara las reuniones publicadas del Consejo de Seguridad Ruso entre Múnich y el inicio de la invasión, cuando incluso altos generales rusos le reprochan en público a Putin no haber invadido en 2014 o 2015. No creo que fuese un teatro, sino que existían varias tendencias, y ganaron los halcones después de Zelensky alardear de que iba a hacerse nuclear. Y los entiendo bien.