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Andrés Alejandro Castellanos Díaz (Santa Clara, 1994). Hasta el momento ha realizado tres muestras individuales: Fracturas, 2025 (Galería Holguín, Holguín; Galería Santiago Apóstol, Santiago de Cuba, y Galería Pórtico, Santa Clara); Oché, 2025 (Galería Cpae, Santa Clara) y Sedimentos, 2024 (Galería Pórtico, Santa Clara, y Galería Ramiro Ricardo, Holguín).
Entre sus actividades profesionales está la vinculación con el grupo experimental Teatro-Adentro, de su ciudad natal, en donde ha actuado, además de encargarse del diseño de luces de varias piezas.
Así se cuenta y nos cuenta:
Mi acercamiento inicial a la fotografía se dio mientras estudiaba la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Central de Las Villas. Un impulso indefinido me empujaba a aprender sobre ella. Cuando una amiga me comentó que estaba pasando un curso básico de fotografía, en el siguiente llamado me apunté. Fue una experiencia muy provechosa, además de que la profesora era la excelente fotógrafa Carolina Vilches.
A partir de los conocimientos iniciales aprendidos allí y gracias a la generosidad de un amigo, el cual compartió el uso de su cámara fotográfica conmigo y tiempo después me la regaló, se enraizó en mí la necesidad de expresarme a través de la fotografía.
En los festivales de artistas aficionados de la FEU encontré el espacio donde mostrar mi trabajo e intercambiar con otros creadores: recibí los impulsos que me empujaron a continuar creando.
De conjunto con los proyectos personales que comencé a desarrollar, nació una conexión con la vida artística y cultural de la ciudad de Santa Clara, que mantengo hasta los días de hoy. Luego, al pertenecer a la Asociación Hermanos Saíz, he encontrado las puertas abiertas para exhibir mi trabajo en eventos y galerías del país.

La fotografía es una de las vías que utilizo para alzar mi voz dentro del complejo entramado social en el que habitamos. Con ella intento canalizar mis anhelos, sueños, frustraciones, denuncias y dolores, aspirando siempre a componer desde la belleza y la búsqueda de la poesía.
Las series fotográficas desarrolladas durante largos períodos de tiempo me han permitido abarcar con profundidad los temas asumidos y condensar sus esencias. Fotografiar es también la posibilidad de tender puentes hacia otros seres humanos, generar conexiones y alimentar/remover el espíritu.
En la fotografía he encontrado un universo gigantesco de posibilidades en el que me queda muchísimo por descubrir. Siempre con los pies sobre la tierra y la mirada atenta, aspiro a seguir confrontando este tiempo que me ha tocado vivir.
Me siento influenciado, en primer lugar, por la literatura. Mi pasión desde niño por la lectura expandió los horizontes de mi imaginación y me reveló el poder del arte para transformarnos. Luego, está la música, donde la trova juega un papel central; el cine y el teatro.
Al comenzar a estudiar fotografía, descubro la obra de muchísimos fotógrafos y fotógrafas que me impactaron y que han dejado huellas en mi modo de mirar desde la cámara. Entre ellos están Raúl Cañibano, Daido Moriyama, Graciela Iturbide, José A. Figueroa, Marta María Pérez, Ansel Adams, Cirenaica Moreira, Kaloian… A su vez, el estudio de las artes visuales ha transformado mi visión de la fotografía y de las maneras posibles de exponer los proyectos creativos.
Respecto a las obras que me han marcado, me voy a referir a dos (aunque pudiera citar varias): “Señor enmarcado” es una fotografía de Graciela Iturbide de un vuelo poético altísimo en la que se conjugan la composición precisa y el simbolismo de la vida y sus límites. Es una fotografía que siempre me lleva a pensar en la canción “Un hombre” de Ariel Barreiros. La segunda es “Martí, 1957” de Ernesto Fernández, aquella cabeza de Martí en la que confluyen pasado y presente, andamios y cegueras, una fotografía que nos atraviesa como nación.
Tener la posibilidad de contar con un círculo de amistades vinculadas a la creación artística ha sido una de mis mayores motivaciones, sobre todo en aquellos momentos donde flaquean las fuerzas. Las obras del grupo Teatro-Adentro y toda la labor del proyecto editorial Callejas, núcleos creativos a los que tengo la dicha de pertenecer, son impulsos constantes para seguir creando.
La tercera ciudad
La tercera ciudad es la primera serie fotográfica que comencé a desarrollar conscientemente. Propone una mirada hacia los mayores con los que convivimos/coincidimos diariamente, hacia sus sueños y pesadillas, pero también a sus alegrías. Seres vivos que transformaron esta isla y muchos de los cuales hacen, día tras día, el esfuerzo decisivo de sobrevivir.
Estas imágenes forman parte de Sedimentos (2024), mi primera exposición personal en la cual combino la fotografía con la instalación y el site specific.



Fracturas
Fracturas pretende ser un espejo colocado ante la nación, el ejercicio de mirarnos (poéticamente) sin bajar los ojos. Es mi segunda exposición personal, en la que colisionan un conjunto de fotografías que tienen a la bandera cubana como centro, y que fueron tomadas durante mis primeros años haciendo fotos, a las que se suma otra selección de imágenes más recientes, conectadas entre ellas por su carga simbólica y la aspiración de conformar un poema visual desde la fracturación y la superposición de capas de lectura.




El país de Nomeacuerdo
El país de Nomeacuerdo constituye un diario visual marcado, cual hierro candente en el anca de la res, por los dolores, fragilidades, quiebres y agonías de mi entorno. La Cuba de estos días, con sus agudizados contrastes y sus luces en retroceso, se desplaza hacia la naturalización a escala social de la apatía. En mi andar cotidiano por Santa Clara registro/confronto mi realidad. Instantes detenidos de una isla y su gente que parece temerle al nosotros como fórmula para salvarse.



Santa Clara, 2025
Disfruto muchísimo hacer fotografía de calle y ejercitar la mirada que es capaz de componer en fracciones de segundo. Esta imagen, detrás de sus líneas y formas, hace confluir la tecnología y lo vivo, lo que se mueve y lo que está atado al pasado.
Beneficio a la certeza
Acostumbrados a habitar como sociedad junto a una imagen acartonada de Martí, muchas veces perdemos de vista su lucidez. Esta serie fotográfica nace de la urgencia de reencontrarlo en el espacio común y, a través de sus ojos encendidos, hallar las certezas.

Isla
Martirio, luz, asfixia, resurrección. Si tuviera que definir a Cuba hoy, utilizaría esta fotografía. En medio de estos días tan oscuros, mi deseo mayor, como canta el poeta, es que “convoquemos al bien para subir la montaña”.












